Sabido es por todos que San Pablo es el santo que une Londres con Sevilla. Precisamente en la capital inglesa, lejos de beateríos y rodeado de acordes, vive Cato Hoeben (1980), un emprendedor empeñado en estrechar lazos tras casarse con una bollullera afincada en Sevilla. Inglés de sol y playa a primera vista, al trato se descubre a un tipo profundo y peculiar que rompe esquemas desde el mismo momento en el que pide un café a las nueve de la noche. Su deje andaluz del Támesis y su exquisita educación británica esconden a una persona que domina los medios de comunicación por parte de madre y se maneja en la vida por iniciativa propia. Hijo de su tiempo, inquieto, con capacidad de adaptación pero muy seguro de sus creencias, se pierde en el universo de la red global tratando de vender su música, sus diseños y su recién editado libro, The Lifestyle Entrepreneur (Gibson Square Books Ltd., 2015). La composición es su corazón (bueno, quizás su corazón sea de una mujer que le roba la sonrisa cuando la ve desde lejos entrar en casa), aunque su mente es empresarial. Su naturalidad hace que parezca fácil lo que hace pero, si les digo la verdad, yo no he estado nunca tan cerca de alguien que ha trabajado en Hollywood. Y encima en una película de Jennifer Lawrence. Me olvidé preguntarle si tenía su teléfono. Para hacerle una entrevista, obviamente.     

Así de entrada, ¿cómo les explicamos a los lectores quién es Cato Hoeben?

Pues supongo que me definiría como un emprendedor. Soy compositor pero dentro de eso soy emprendedor pues tengo muchos flujos de trabajo, hecho que me permite vivir como quiero. Principalmente me llamaría a mí mismo un compositor. Otro tipo de trabajo al que me dedico es a las grabaciones de audio, a las grabaciones de voz. Y también desarrollo páginas webs. Pero sobre todo soy compositor y emprendedor en el sentido de buscar siempre nuevas formas de ganar dinero alrededor de la música.

¿Y cómo se llega de biólogo a compositor?

Pues siempre me ha interesado la ciencia. Cuando era joven hacía muchas cosas: arte, ciencia, música, biología… Pero nunca supe muy bien lo que quería hacer. Así que para mí la educación durante esa época era explorar. Yo seguí la línea de ciencia, de biología, porque era lo que más me interesaba en ese momento. Llegué a hacer la carrera de Biología y después un master de Comunicación y Ciencia. En realidad quería ser un periodista científico: hacer documentales o escribir artículos. Al final, lo que estoy haciendo es música porque cambié de dirección totalmente pues es lo que más me apasiona. La ciencia también me apasiona, quizás haga algo en el futuro vinculada a la misma. Quién sabe…

El paso más difícil de este cambio es dar el salto a un ámbito totalmente nuevo. Todos los mercados tienen sus canales, sus redes clientelares, etc. ¿Qué hiciste para dar el paso y cambiar a un mundo que no conocías?

Poco a poco. Yo no decidí “voy a ser músico”. En realidad es muy difícil tirar todo e intentar hacer música porque el mundo de la música es el más competitivo que hay. La música es tan accesible a todo el mundo que tú compras una guitarra, puedes aprender y ya eres músico. Es como decir “ya tengo un portátil, ya tengo la herramienta, ya soy periodista”.

No decidí un día ser músico por las buenas sino que me puse a indagar las formas en las cuales se puede ganar dinero haciendo trabajos relacionados con la música. Me di cuenta entonces que tú no tienes que tener solo un trabajo. El modelo antiguo es que tú sigues una línea desde que empiezas tu educación hasta que te jubilas. De niño empiezas yendo al conservatorio y al final acabas siendo director de orquesta, siguiendo un camino marcado. Pero esos caminos son muy cerrados. Actualmente no hay que seguir una sola línea, aunque eso sea lo que nos dice la sociedad y el sistema educativo.

Internet lo ha cambiado todo e, igual que me lo ha permitido a mí, le permite a todo el mundo competir y abrir nuevas líneas. Hoy no puede uno limitarse a seguir el camino marcado.

Entiendo entonces que no eres de los que defienden esa idea tradicional de un trabajo para toda la vida.

Yo creo que el mundo actual va a quitar eso. Sería un error que desapareciera del todo, no todas las personas están hechas igual. Sin embargo, hay tanta competencia para llegar a estos puestos que ya no hay forma de llegar para lo que realmente te preparas. Muchas veces incluso llegas a ese momento y luego no te gusta. Entonces estás haciendo algo que siempre has querido hacer pero no disfrutas con ello, no sientes pasión. Tener la posibilidad de adaptarte es fundamental para tener oportunidades en otra cosa, cambiar de dirección. No hay por qué seguir siempre la línea marcada. Ese modelo hoy en día no hace falta.

Hay gente que ha querido ser bombero desde chico. Yo no. Y pienso que hay mucha gente como yo. Algunos, durante su juventud, no tienen ni idea de lo que quieren hacer y estudian una carrera porque creen que es lo que más se ajusta a ellos. Llega un momento que, al seguir ese sendero, piensan que han llegado donde quieren: a un trabajo para toda la vida. Yo quería hacer más y un trabajo para toda la vida no me permitía hacer otras cosas. Necesitaba tiempo para explorar, para ver si se le sacaba rendimiento económico a lo que hacía. Hace falta espacio para experimentar.

Yo pienso que falta espíritu emprendedor, algo que nos podríamos permitir tener. Internet te abre al mundo y te permite investigar nuevas vías para emprender. Pero es necesario aprovecharlo.

Acabas de publicar The Lifestyle Entrepreneur, un libro que explora sobre el emprendedorismo. Frente a esto, nos encontramos una realidad donde las personas se limitan a sí mismas, no solo en el plano laboral, y no profundizan en sus posibilidades, encerrándose en su rutina.

Yo entiendo a estas personas porque yo he estado en esa situación. Es el miedo de abrir las puertas y no las abrimos porque pensamos que podemos fracasar.

Ha hablado con muchas personas de este tema aquí en España. Yo resulto curioso para mucha gente, primero porque soy inglés, segundo porque mi trabajo no es común y tercero porque encuentro cierta incomprensión. Supongo que hace diez o quince años en Inglaterra ocurría igual. Ahora en Londres hay muchos más emprendedores. Entiendo que el modelo del que hablaba antes del trabajo para toda la vida es de los años cincuenta. El mundo es muy diferente. De hecho, puede resultar hasta peligroso, porque con la sensación de seguridad paras en ocasiones de probar cosas, de explorar, de adaptarte. Te quedas en una burbuja cerrada mientras el resto del mundo está evolucionando. Es mucho mejor saber qué pasa fuera que vivir relajado, que es lo que veo mucho aquí.

Tampoco se puede interpretar un trabajo fijo como una salvación. En mi opinión es mejor empezar algo chiquitito, pagar las deudas a pedazos y tener más control sobre tu destino que dependiendo de los demás. Yo trabajo de forma internacional pero en The Lifestyle Entrepreneur, escrito a medias con mi madre, hemos entrevistado a gente localizada que hace su trabajo desde un sitio concreto. No eran móviles, pero su estilo de vida era el mismo: eran su propio jefe, no respondían ante nadie salvo ante sus clientes. Las relaciones son diferentes, no trabajas cuándo y cómo te dicen sino que formas tus propias condiciones. Eso es lo que me interesa.

El libro lo has escrito con tu madre. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Muy positiva, la verdad. Pensé que iba a haber problemas pero ha sido un placer trabajar con mi madre.

Tus situaciones personales y tu manera de entender la vida te ha llevado a Vietnam, al Sudeste asiático…

(Interrumpe) He tenido mucha suerte. Mi madre es periodista y cuando éramos jóvenes viajábamos mucho porque hacía artículos sobre la India, Zimbabue… He recorrido Europa, Estados Unidos, donde vive mi tío. He tenido mucha suerte y eso me ha influido en como veo el mundo. Para mí es fácil comprender que el mundo es algo más de lo que tienes frente a tus ojos. Además, con Internet, tienes una herramienta muy útil en este sentido. Desde un monitor puedes ver la forma de vida de otras personas, por ejemplo en videos de YouTube. Hoy tienes mucha inspiración en tu portátil.

IMG_3284

¿Se nota la diferencia entre una gran urbe como Londres y un barrio de Sevilla o un pueblo de Huelva?

(Risas) Se nota un poco la diferencia, especialmente en Bollullos. Es un ritmo de vida muy diferente al que yo estoy acostumbrado en Londres. En Londres hay 9 millones de habitantes, en Bollullos hay 14.000 y en Sevilla hay 700.000. Sí estoy acostumbrado a ciudades más pequeñas porque viví en Brighton tres años pero lo chocante de verdad es la diferencia de mentalidad.

Sin embargo, cuando vengo a Sevilla estoy empezando a ver cosas que me gustan mucho, especialmente vinculada a los restaurantes. Ves a gente emprendedora que prueba fusión de tapas, que experimenta y hace cosas interesantes.

Y, al reducirse los círculos, ¿no se reducen también las posibilidades o con Internet está todo resuelto?

Depende del mercado, como siempre. Hay muchas más oportunidades de hacer cosas en Londres, evidentemente. Es una ciudad diversa donde se mezclan culturas. Yo me he criado en Londres y es un sitio especial. No solamente para mí, también para mucha gente. La mentalidad es diferente, hay más oportunidades para salir, para vender, para comprar, hay más dinero.

El cambio a otro sitio es un choque, sí, pero yo me adapto a los ambientes. Quizás la comparación con Bollullos es un poco fuerte aunque también tienen sus cosas interesantes. Encontrar, por ejemplo, un bar de cocina experimental de buena calidad en un pueblo chiquitito es también algo muy interesante.

Con todas estas ideas, ¿tú sientes que la gente comprende tu manera de trabajar y de vivir?

Mucha gente no entiende lo que hago porque piensan que eres un trabajo y un título. Pero lo que estoy haciendo yo y mucha gente es romper esta mentalidad. Se pueden hacer muchas cosas para ganarse la vida, no una sola. Yo vendo álbumes, soy compositor de música, vendo en librerías de música, produzco. Es una cosa más general. Algunos tratan de simplificarlo diciendo que soy músico pero entonces les digo que hago páginas webs y quedan desubicados, ya no sabes qué hago. Creo que por eso a la gente le cuesta entender lo que hago y quien soy, porque es difícil de catalogar.

Girando hacia la música, tu campo de trabajo, ¿encuentras mucha diferencia entre España e Inglaterra?

No te voy a mentir, en Inglaterra encuentras un ambiente de música muy significativo. Estados Unidos es el líder de todo, obviamente, pero Inglaterra cuenta con artistas que están desarrollando nuevos temas en la actualidad de la música. Lo que a mí me sorprendió de aquí es que España tiene su propio mercado. Cuando vives en un país olvidas que hay un mercado fuera. España tiene un enorme potencial, con artistas de gran talento, pero no llega a los mercados con la fuerza de Inglaterra. El mercado anglosajón es cerrado. Se dan intercambios como el caso de Adele, que consiguió un gran éxito en Estados Unidos, pero cuesta más abrirlo a otros mundos musicales que no sean el anglosajón.

Si yo te pido algún nombre de un músico español, ¿cuál me dices?

La verdad es que yo soy muy malo para esas cosas. Yo soy posiblemente el peor músico en el mundo para dar nombres de músicos porque, aunque me gusta escuchar la música, intento enfocar los sonidos en mí para poder componer. Es algo que hago queriendo porque quiero que mi música fluya de mí. El único momento en que me fijo en otros músicos es cuando querido aprender cómo han conseguido obtener un sonido, una melodía o una textura. Entonces estudio a los músicos. Así que trato de no escuchar música para divertirme, porque aprendería pero influiría en mis sonidos. Intento que mis sonidos nazcan de mí y desarrollar mi propia personalidad como músico.

Sin embargo, hay gente que me inspira como Michael Giacchino o John Towner Williams y Harry Gregson Williams, compositores con sonidos muy personales que cuando los escuchas sabes que son ellos. Más allá de ellos, no conozco tantos nombres, quizás Trent Reznor. Yo oigo a otros músicos para aprender lo que han hecho y aplicarlo a mi música, aunque siempre con mi personalidad.

Dentro de las limitaciones que pueda tener un músico que trabaja por encargo, ¿cuál es la personalidad musical de Cato Hoeben?

Las mejores composiciones nacen de las limitaciones. Hablando de mí, he identificado dos estilos de música que hago mejor que otros. Uno, por mucho que no me guste, es música de comedia, con un toque de humor. Y después, la música más melancólica, aunque parezca contradictorio. Tampoco sé si es lo que más me gusta. A mí siempre me han gustado las animaciones, los dibujos animados, pues exploras cosas muy interesantes y te permite hacer lo que quieres.

Pongámonos más prosaicos. ¿La música está valorada hoy en día? Porque le gente está dispuesta a pagar seis euros por una copa y sin embargo no paga un euro y medio por una canción.           

Eso es algo curioso. Cuando llegué a España me encontré con la piratería y fue un choque. Aquí todo el mundo descarga. Todo el mundo. En este ambiente es normal que la gente piense que no se puede ganar dinero con la música. Y la verdad es que es muy difícil. Las ventas digitales van a desaparecer con un nuevo cambio de formato. Las descargas de archivo van a dejar paso a sistemas donde por diez euros al mes puedes tener toda la música que quieras.

España es un caso interesante para los músicos por esto. Con el pirateo abiertamente aceptado y el gobierno dejando al margen de la legalidad el asunto, esto parece el Far West. Con todo, se puede ganar dinero en España con la música. Hay nuevas formas de negocio que permiten ganar del pirateo, como los anuncios en los videos de YouTube. Es cierto que están desapareciendo formas tradicionales de negocio como las ventas de música pero se puede ganar de los royalties, de las licencias que compran compañías para usar la música en un anuncio, en una película o en un programa de radio, por ejemplo. También se puede ganar dinero de las comisiones directas de los productores y directores o con suscripciones de tus aficionados a través de páginas web como Patreon. En el futuro esto avanzará mucho más y aparecerán otras formas para cobrar sin cobrar directamente.

De todo lo que ha hecho Cato Hoeben, ¿cuál es la creación de la que está más orgulloso?

Yo estoy más orgulloso de mí mismo, de haber conseguido una forma de vivir sin los límites de un trabajo, que de algo en concreto. Trabajé junto a un amigo en una película de Hollywood y eso fue importante para mí. Aquella película, que estaba protagonizada por Jennifer Lawrence, fue algo muy emocionante. No es tanto la fama o la obra en sí, es la experiencia, una experiencia que no hubiera tenido la oportunidad de vivir si mi trabajo fuera de otra forma. Tengo la suerte de poder vivir muchas experiencias diferentes gracias a mi trabajo.

No sé si has visto Dos Hombres y Medio, pero ¿se gana tanto como Charlie Sheen/ Charlie Harper componiendo?

Antes en el mundo de los anuncios se podía ganar muy bien. Todo se trataba de contactos y era mucho más cerrado. Hoy las relaciones son más abiertas pero los contactos siguen siendo imprescindibles. Aun así, ha bajado mucho el nivel de negocio. Internet ha abaratado costes porque además, los músicos valoran muy poco lo que hacen y a la hora de negociar no tienen referencias. Como los músicos son tan apasionados de lo que hacen no saben distinguir entre obra y trato de negocio. Hay que aprender que cuando tratas con alguien de forma comercial lo que haces deja de ser tu pasión para ser tu negocio. Esa parte hay que desarrollarla, porque para ser emprendedor hay que saber poner precio a tu producto y negociar por él. Es preciso adaptarse a la realidad del mercado porque el cliente tiene todo un mundo para buscar y, si no sabes darte tu sitio, te explotan. Vendes por una cantidad muy chiquitita pensando que se te van a abrir montones de oportunidades y después te encuentras que no vuelven a llamarte. Hay que tener mentalidad empresarial.

¿Y siendo músico y compositor se liga tanto como el personaje de Charlie Sheen?

(Risas) Hay mucha diferencia entre lo que hago yo y lo que hacen muchos músicos. Los músicos que se ponen de cara al público son diferentes a mí. Yo soy más tímido, necesito intimidad al componer y hasta me cuesta tener un director al lado al componer. Pero los que se ponen delante sí ligan un montón. Yo conozco a un chaval que es cantante en Londres y ha ligado lo más grande. Es el tipo de vida porque él es un rock star y con eso se liga mucho.

Con todo lo que cuentas, desde tu carácter emprendedor, ¿te ves toda la vida componiendo?

Sí, por supuesto. Yo veo que me tendré que adaptar pero, salvo que llegara el momento en el cual el negocio en sí fuera insostenible, sí. Me llena mucho la música, de manera que no creo que vaya a dejarla nunca.

¿Y seguirás escribiendo libros?

Sí, sin duda. De hecho estoy pensando en otro libro ahora, un libro específico para músicos. El mundo en el que me muevo es muy emocionante y me gustaría poder hablar con músicos para aprender de ellos, mostrar su perspectiva…

Francisco Huesa (@currohuesa)