La Historia, con mayúsculas, no se escribe con palabras, sino con hechos, pero para ser recordada necesita que alguien la cuente. Más allá de las enciclopedias y los libros de Historia, que se limitan a recoger datos y fechas, la tradición oral convierte a sus protagonistas en héroes (o villanos, según el pueblo que la transmita) a medio camino entre la realidad y la ficción. Y la novela histórica los transforma en personajes tan humanos que cualquier lector puede identificarse con ellos, adorarlos u odiarlos. En su trilogía sobre Roma, Santiago Posteguillo humaniza y da voz a dos de estos grandes personajes históricos, Publio Cornelio Escipión, Africanus, y su eterno enemigo, Aníbal Barca.

Una buena historia, con minúsculas, de las que convierten un libro en un éxito editorial, necesita protagonistas carismáticos, y sin duda ellos lo son. “Africanus, el hijo de cónsul”, la primera novela de Posteguillo, “Las legiones malditas” y “La traición de Roma” narran el acceso y declive de ambos generales, romano y cartaginés, que se enfrentaron en míticas batallas hace 24 siglos, fueron encumbrados por su pueblo y murieron en el exilio, convirtiéndose en leyenda.

No hay duda de que los éxitos en el campo de batalla del más famoso de los Escipiones tuvieron consecuencias fundamentales en la Historia de nuestro país. ¿Qué hubiera pasado si aquel entonces joven Publio, que por su falta de experiencia fue enviado a Hispania sin el rango de procónsul, no hubiera conseguido conquistar Cartago Nova? ¿o si hubiera perdido la decisiva batalla de Ilipa? Nadie puede saberlo. Quizá la conquista romana de Hispania hubiera tenido lugar igualmente… O quizá no. En cualquier caso, la Historia no habría sido la misma que hoy conocemos.

GUERRA, TEATRO Y POLÍTICA

A pesar del indiscutible carácter bélico de toda la obra, la trilogía no comienza en un campo de batalla, sino en Roma, donde el entonces senador y futuro cónsul Publio Cornelio Escipión, el padre de Africanus, asiste a la representación de una obra de Nevio. Y es que, desde el principio, el Teatro ocupa un lugar destacado en la narración. Ejemplo de ello es que ya en el primer capítulo Posteguillo nos presenta también al que se convertirá en otro de los grandes protagonistas de la historia, Tito Macio Plauto. Este autor, transgresor para su época, juega un papel fundamental en la trilogía, y también en la Historia, aunque no por sus éxitos militares (de hecho, fue un pésimo soldado), sino por su aportación a la cultura romana de la que somos herederos.

Ya desde la primera página el lector se encuentra también cara a cara con el mayor enemigo de los Escipiones en Roma, Quinto Fabio Máximo. Africanus, imbatible en la Guerra, tendrá que enfrentarse a él en numerosas ocasiones en un campo en el que su rival, que llegó a ser dictador de Roma, era mucho más fuerte: el de la Política. Y en el que supo utilizar a su favor el talón de Aquiles de Publio, del que él nunca fue consciente pero sí Aníbal. “La vanidad crea enemigos en Roma”, afirma el general cartaginés. Una lección que a Publio le hubiera venido bien aprender.

A Aníbal, entonces adolescente, lo conocemos cruzando los Pilares de Hércules (el estrecho de Gibraltar) junto a su padre, Amílcar Barca. Padre e hijo se dirigen desde África a Hispania, un territorio que tanto Cartago como Roma necesitan conquistar para expandir sus Imperios y que unirá de forma irremediable las carreras militares de Africanus y Aníbal. Y también sus vidas, porque ambos pierden a sus seres más queridos en esta tierra, por lo que su interés en ella irá más allá de lo militar.

El lector encuentra a lo largo de la trilogía una descripción detallada de grandes batallas como las de Cannae, Zama, Panion o Magnesia y de asedios como el de Sagunto, Útica o Sidón. Todos ellos son episodios históricos narrados en numerosos volúmenes. Sin embargo, en estos libros el autor no se limita a describir las estrategias seguidas por cada ejército, ni el resultado de las mismas, sino que cuenta su desarrollo tal y como lo vivieron sus protagonistas, todos ellos con nombre propio, historia y sentimientos.

La guerra saca a la luz lo mejor del ser humano, como la lealtad, pero también lo peor. Escipión no duda en reprimir y castigar duramente a quien le traiciona, como los amotinados de Sucro. Las batallas se ganan masacrando al enemigo y siendo cruel con quien se interponga en el camino al éxito. La desobediencia o la falta de disciplina se paga con la muerte y cualquier muestra de debilidad debe ser reprimida. La sangre empapa el camino a la heroicidad.

La trilogía de Roma nos habla de guerra y política, de conquistas y pérdidas, de ambición y estrategia. Pero también de amistad y fidelidad, como las que profesan Cayo Lelio y Maharbal a Publio y Aníbal; y de injusticia social, ya entonces tan presente en la sociedad, criticada con ácido humor por Plauto en sus tragicomedias.

Foto: Diego Sinova

LA GUERRA SE EXTIENDE POR EL MEDITERRÁNEO

El primer volumen se desarrolla principalmente en Hispania. El segundo se traslada a África, donde Publio consigue ser enviado por el Senado de Roma a pesar de los esfuerzos de Quinto Fabio Máximo por evitarlo. Eso sí, con el único apoyo de dos legiones malditas exiliadas en Sicilia tras la derrota de Cannae, en las que nadie cree. La batalla de Zama, en la que se enfrenta cuerpo a cuerpo con el propio Aníbal y consigue vencer a los temidos elefantes con los que sueña desde niño, le encumbra al éxito y al triunfo, pero en ella pierde a algunos de sus más fieles combatientes y amigos.

En el tercero, la Guerra se desplaza a Oriente, donde Filipo V de Macedonia y Antíoco III luchan por controlar el antiguo Imperio de Alejandro Magno. En Roma, la lucha de los Escipiones se libra en el Senado, donde sus enemigos políticos, capitaneados por Marco Porcio Catón tras la muerte de Quinto Fabio Máximo, consiguen llevar a juicio al hermano de Publio, Lucio, por 500 talentos. Africanus se ha convertido en el hombre más poderoso de Roma y Aníbal ha conseguido ser sufete de Cartago. Ambos han alcanzado el éxito, pero son traicionados por el propio pueblo por el que lucharon toda su vida.

En este tercer volumen adquieren protagonismo algunos personajes de ficción, como las hermosas esclavas Netikerty y Areté, que conviven con otros reales como el faraón Ptolomeo V y su esposa Cleopatra I, hija de Antíoco, de la que desciende la famosa Cleopatra VII que conocieron Marco Antonio y Julio César, o el historiador Polibio, a quien debemos lo que hoy conocemos de la vida de Africanus.

BUENOS Y MALOS, REALIDAD Y FICCIÓN

Y es que, como buena novela histórica, los hechos reales y los literarios se entremezclan a lo largo de toda la narración, convirtiendo la Segunda Guerra Púnica en un relato ameno y atractivo. El lector no puede dejar de admirar a algunos personajes por su valor e inteligencia. Pero, por supuesto, esta percepción depende de cómo los presente el autor. En toda historia hay buenos y malos, pero la inclusión en uno u otro grupo depende de quien la cuente. En estas novelas, Publio Cornelio Escipión es presentado como un héroe, del mismo modo que Cervantes convierte a su descendiente Publico Cornelio Escipión Emiliano “El Africano Menor o Numantino” (también personaje histórico real) en enemigo, contra el que luchan los valientes numantinos en “El Cerco de Numancia”.

Ya lo advierte Africanus en la trilogía de Santiago Posteguillo al afirmar que “En Hispania, a Roma se le teme por los Escipiones”. Y el propio rey de Numancia le da la razón al avisar a su hijo, cuando ven marcharse las tropas de Catón, que los soldados romanos se han ido, pero volverán.

Porque las batallas terminan, los héroes mueren, pero la Historia de la Guerra y las conquistas siempre continúa, por mucho que pasen los siglos.

María José Vidal Castillo (@mjvidalc)