La firma de Oset lleva varios años dejándose ver en los muros de Granada. El artista que hay detrás, a pesar de mantener el anonimato, va a revelar un poco más de él y el sentido de sus obras de arte callejero.

– Empezando por el principio, ¿cuándo comienzas a pintar en las calles?
Pues para ser sincero… no llevo demasiado tiempo, tres o cuatro años y el último año y medio con más intensidad. Desde hace mucho he estado ligado a este movimiento, pero no de una forma tan seria.

– ¿Street Art como afición o como trabajo?
Si la diferencia entre afición o trabajo es si cobro… entonces afición. Empecé a pintar en la calle por principios, por estar harto de salir y ver pancartas de cinco metros de Coca-Cola y grandes multinacionales inundando cada rincón. Estamos habituados a eso, la normalización del caos, pero existe una contaminación visual impresionante. Por otro lado, hay mucha represión en lo que se refiere a las actividades en la calle, no solo pintar, también música, teatro,…etc. Para expresarte en la calle tienes que tener el dinero suficiente y, tristemente, eso significa convertir la ciudad en un escaparate publicitario. Aparte de las empresas, los ciudadanos deberían tener un lugar gratuito donde expresarse. Algunos tienen mucho más que aportar que un “Rebajas navideñas”. La ciudad está mucho más viva cuando vas por el Paseo de los Tristes y te cruzas con un músico.

– En pocas palabras ¿cómo definirías tus pinturas?
Un grito al vacío, amor, reivindicación,… Yo mismo sigo intentando averiguarlo.

– ¿Por qué en Granada?
Me enamoré de esta ciudad desde que vine a vivir aquí, paradójicamente, a pesar de la represión que hay para hacer actividades en la calle y del poco apoyo que reciben los artistas por parte de las instituciones públicas. He conocido a artistas con muchísimo talento y la ciudad está llena de grandes poetas, músicos, pintores… Algunos de ellos muy valorados fuera de aquí. Creo que es una ciudad con muchas posibilidades. ¡Tomen nota las instituciones! En Málaga han traído a Obey desde América para decorar un edificio de 7 siete plantas, a Boa Mistura los llamaron desde Madrid y de Granada se llevaron al Niño de las Pinturas. ¿Porqué no aprovecharlo en nuestra propia ciudad?

– Spray en mano, ¿qué mensajes quieres trasmitir?
Soy humano, así que como cualquiera… depende del día. Siempre hay algo nuevo que contar y puede que sea simplemente la sonrisa de aquella chica en el parque.

– De un movimiento callejero y perseguido a ser considerado una inversión de moda. ¿Crees que un graffiti pierde su valor reivindicativo si se mercantiliza o, por el contrario, le da la fuerza que se consigue con la popularidad?
¡Definitivamente no! No pierde su valor reivindicativo si la persona que lo hace no quiere. Respecto a toda esa discusión de si se debe recibir dinero por esto sinceramente creo que cada uno haga lo que considere mejor. Es imposible conocer la situación personal de cada uno y pintar en la calle, aunque se haga de forma gratuita, requiere un dinero y un esfuerzo que no todo el mundo puede hacer. Los sprays no son gratis, ni el papel, ni el pegamento.
En principio la idea es pintar de forma individual siempre que se pueda, pero si en un momento dado tienes la oportunidad de transmitir una idea a más gente en otro país o en tu misma ciudad con un edificio de diez plantas pues, bajo tú responsabilidad, te animo a que elijas bien esa idea.

– Volviendo a ti, ¿qué te inspira?
Como he dicho, depende del día. Ahora mismo los políticos han dado inspiración de sobra pero también me gusta transmitir otras ideas más amables y que hagan que uno sonría de camino al trabajo.

– Te ayudas de una máscara para ocultar tu identidad. Además del motivo obvio, ¿tiene algún otro significado?
El principal motivo es el anonimato pero la elección de esa máscara en concreto es porque es un rostro neutro. Podría ser cualquiera y nunca he buscado que se me conozca, prefiero transmitir ideas por encima de la persona.

– ¿Hay algo que no pintarías jamás?
Sí, muchas cosas y muchos sitios. El logo de un partido político o el de ciertas multinacionales, por ejemplo. Por otro lado, tampoco pretendo pintar toda la ciudad -aunque si me gustaría-, pero entiendo que haya gente que no le guste o no sepa apreciarlo. Procuro pintar en sitios donde no “moleste” demasiado, como contadores de la luz, muros de contención, carteles publicitarios o sitios que ya hayan sido pintados, respetando siempre las obras de otros.

Texto: Mª Ángeles Porcel

Vídeo: Ismael Alcázar Navarro