Valencia en fallas,
 es una fiesta incomparable,
 Valencia en fallas,
 tiene un encanto inolvidable,
 Valencia en fallas,
 es lo mejor del mundo entero
 por su alegría, arte y salero,
 cuando te vayas no olvidarás jamás,
 Valencia en fallas.”

– Canción Valencia en Fallas

Estamos en marzo y con este primaveral mes, llegan las esperadas Fallas, fiesta tradicional valenciana que tiene lugar desde el 15 al 19 de marzo (la llamada Semana Fallera), éste último día siendo la festividad de San José, patrón de los carpinteros. Para muchos, actualmente, tan solo una fiesta en donde el botellón en las calles es legal, donde hay una excusa para que jóvenes y adultos pasen el día entero en las calles; para otros una tradición, algo que forma parte de la historia y de la cultura de la ciudad y que representa al pueblo valenciano.

Actualmente, la Semana Fallera comienzan el día 15 con la Plantà de las Fallas y acaba el día 19 con la Cremà de éstas. Entretanto, una serie de sucesos y de actividades se van llevando a cabo por toda la ciudad: las mascletàs, la iluminación de algunas calles, la visita y la concesión de los premios a los mejores monumentos (también se dan premios a las mejores iluminaciones), la Cabalgata del Reino, los castillos de fuegos artificiales, la Ofrenda de flores a la Virgen, la Nit del Foc…

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1. ORIGEN

La primera información que se tiene de las fallas data de 1740, una época en la cual se prendían fuego simbólicamente a personas y a situaciones de la calle o del barrio donde se plantaba la falla, como crítica satírica a esas personas u objetos. Las fallas de esa época no eran monumentos tan elaborados como en la actualidad, si no que estaban formados por cajones altos con tres o cuatro muñecos vestidos con ropas de tela, y con caretas de cartón o las manos y caras de cera.

Hay una versión muy conocida, y de hecho una de las más difundidas, sobre el origen de estas fiestas, y es la del Marqués de Cruilles que data del año 1876. Según el Marqués, las fallas fueron creadas por el gremio de los carpinteros, cuyo patrón es San José, y en cuyo honor la víspera antes de su festividad prendían fuego en una hoguera el “estay o parot, virutas y trastos viejos, haciendo limpieza de talleres y obradores antes de entrar en la primavera” (Villarroya, Antonio, 1992: 55). Se supone que estos carpinteros, con el apoyo y la ayuda de los vecinos y de las cuadrillas juveniles, organizaban y construían las Fallas. Pero no todos los autores están de acuerdo con este origen. Algunos como Cebrián Mezquita, Gayano Lluch, Amades o Sanchis Guarner opinaban que aunque los carpinteros pudiesen tener importancia en su origen, las Fallas eran más bien la representación valenciana de los rituales paganos que implicaban el culto al fuego y cuya intención era anunciar la llegada de la primavera y la de propiciar la fertilidad. Hay una tercera teoría, la menos conocida, que defienden Tramoyeres Puig Torralba y Navarro Cabanes; para ellos la festividad tiene relación con “los peleles de Carnaval y Cuaresma” (Villarroya, Antonio, 1992: 56). Pero indiferentemente de cual es el verdadero origen y que teoría es más verdadera, todas coinciden en una cosa: en el carácter social, crítico y satírico de las Fallas, las cuales pretendían (y pretenden) ridiculizar acontecimientos sucedidos a lo largo de ese año, personas, vecinos, situaciones…

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2. OFRENDA A LA VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS

Uno de los momentos más esperados y más especiales de la Semana Fallera es la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad de Valencia y de la Comunidad Valenciana. Se empieza el día 17 por la tarde y acaba el 18 por la noche – madrugada. Es uno de los momentos más emotivos para los falleros e incluso para aquellas personas que no son falleras, pero que también viven las fallas; da igual que sean creyentes, ateos o agnósticos. Y es que la energía que desprende este acto crea un sentimiento de unión, de pertenencia al pueblo valenciano.

Este ritual no ha existido siempre y es muy reciente, si tenemos en cuenta que se tiene información sobre las Fallas desde 1740. Se dice que la historia se remonta a mediados del siglo XX, cuando la Fallera Mayor de la Falla Periodista Azati llevó un ramo de flores a la Virgen y al año siguiente toda la Falla decidió volver a hacer la Ofrenda. En 1945 eran ya varias falleras las que llevaban flores el día 18 de marzo y las dejaban a los pies de la Virgen, junto al altar mayor de la Real Basílica. En 1947, debido a la gran cantidad de falleras que hacen la Ofrenda, se decide que los ramos de flores se dejen en un bastidor de madera que cubría los frontales de la Basílica. “A mediados de la década de los 80, es tanta la afluencia de falleras a la ofrenda que se encarga a un artista fallero, José Azpeitia, la realización de una gigantesca imagen de la Virgen. El manto se realiza con las miles de flores que depositan las falleras. El diseño cambia cada año. Veintiséis «vestidores» se encargan de recoger los ramos de las falleras y ubicarlos en el lugar adecuado para confeccionar el manto de la Virgen.” Este diseño es desconocido y tan solo se conoce una vez el manto se va realizando. En el acto participan alrededor de 60.000 falleros, aproximadamente 32.000 niños y unos 10.000 músicos que los acompañan, ya que cada comisión fallera va acompañada de unos músicos, los cuales van tocando durante toda la Ofrenda, desde que salen de la falla, hasta que salen de la plaza después de hacer la Ofrenda a la Virgen. Este ritual es uno de los pocos que se dan en las Fallas que tenga carácter religioso cristiano actualmente, ya que incluso el hecho de que a lo mejor su comienzo hubiese sido en honor a San José, hoy en día ese hecho queda en segundo o hasta en tercer plano.

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3. CRÍTICAS Y ACTUALIDAD

Actualmente estas fiestas son bastante criticadas por varios sectores de la población e incluso por sectores de fuera, sobretodo por grupos ecologistas, ya que la contaminación acústica y medioambiental de las fallas, debido a la gran cantidad de pólvora utilizada en esos días y de las sustancias nocivas que las fallas quemadas expulsan a la atmósfera es enorme. Pero no hay que irse hasta esos grupos para escuchar críticas. Los mismos ciudadanos se quejan debido al ruido provocado por los petardos (mascletàs y castillos de fuego incluidos) y sobretodo por las “despertàs”, que consisten en que las comisiones falleras pasan con el pasacalles, tirando petardos y con la orquesta de acompañantes, despertando a los vecinos y preparándolos para una nueva sesión fallera. Está muy bien para aquellas personas a las cuales les gusta las Fallas y quieren disfrutarlas al máximo, pero no se les da la opción a los demás de no querer formar parte de ellas y no tener que padecerlas. Teniendo también en cuenta que las verbenas de cada noche, con la música alta y los conciertos que se dan, incrementan la contaminación acústica. Otra de las críticas es el tráfico que hay durante esos días, tanto de personas provocado por la gran cantidad de turistas que llegan a la ciudad para el festejo, como de coches, ya que debido a la plantación de las fallas muchas de las calles de Valencia están cortadas.

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En mi humilde opinión, y dejando de lado las críticas que se hacen y que hasta cierto punto, comparto, las Fallas tienen color propio y huelen a pólvora…

La tierra se sacudía, temblaba y yo la sentía. Escuchaba como retumbaba en mis oídos y una mezcla de dolor, satisfacción y adrenalina, me invadía. Había cientos de personas allí, todas apretujadas; podía notar el codo de la persona de al lado en mi costado y como se iba haciendo hueco entre mis carnes. También podía apreciar la calvicie del señor de enfrente, y el olor de su acompañante, un hedor a tabaco y a carajillo. La emoción y la alegría que ese momento me provocaba, se veían renegadas a un segundo plano por el cansancio de noches sin dormir, por la larga espera de este momento y por esa invasión de mi espacio vital que tanto me turbaba. En estos momentos podía parecer, perfectamente, un zombie. Pero no me movía. En parte porque la gente allí congregada me lo impedía y por otra, porque el deseo de estar en la última mascletá del año podía con mi cansancio; además, para una a la que venía. Yo era de aquellas personas que no pisaba el centro de la ciudad a esas horas, en todo el mes, pero el último día, esa última mascletá, no me la perdía por nada del mundo. Era la más visitada, la más deseada, la más apabullante y la más ensordecedora. Se podía escuchar desde cualquier parte de la ciudad, y si estabas en el centro, aun cuando no estuvieses en la misma parte donde ella tenía lugar, la notabas bajo tus pies. Era así de magnifica.

Y es que por ese delicioso olor a pólvora, aguantaba esos apretones, ese sol golpeando mi cabeza, el cansancio, la resaca, y la hora y media que tardaba en salir de allí una vez acabada y finalizada la fiesta. Es ese olor a pólvora, tan magnífico y deseado, con el cual yo, y ella, y él, y muchos más, soñábamos durante todo el año.”

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4. BIBLIOGRAFÍA

· Villarroya, Antonio. La ciudad ritual. La fiesta de las Fallas. Barcelona, Anthropos, 1992.

· Webgrafia y Página web: Fotos: Ofrenda a la virgen de los Desamparados (2011). Web Valencia. <Accesible en URL: http://www.web-valencia.com/valencia-fallas-fotosofrenda.htm>

· Webgrafia y Página web: Escriche, Richard (2011). Festividades. Suite 101. < Accesible en URL: http://suite101.net/article/valencia-una-ciudad-dividida-por-lasfallas- a41334#axzz2K8e01Y44>

· Webgrafia y Página web: Redacción (2012). La Redacción. <Accesible en URL: http://laredaccion.org/?p=2671>

· Webgrafia y Página web: Desconocido (-). Fallas Valencia <Accesible en URL: http://www.fallasvalencia.es/fallas/historia/historia-las-fallas>

· Webgrafia y Página web: Desconocido (-). Wikipedia. <Accesible en URL: http://es.wikipedia.org/wiki/Fallas_de_Valencia>

 

Amalia Cocco