“La industria sobrevivirá mientras se confíe ciegamente en la originalidad.

Si no, ¿en qué iba a creer nuestro público?”

Anton Gillian, director de ventas de EMI, 1987

 

 

1

QUÉ CONTENTO QUE ME SIENTO

En 1986 el transbordador Challenger se desintegró en pleno ascenso, Ronald Reagan bailaba el bimbo a un lado del charco acompañado de Thatcher al otro y en Nueva York un tipo entraba en las tiendas de discos, se identificaba dando unas sonoras voces (“¡Me llamo Y. Behkhirst!”), arrojaba una pila de cintas de casete sobre el mostrador y salía corriendo del local.

¿Y qué sonaba en esas cintas?

Esto.

Demoledor.

E hipnótico, siniestro, horrible, insoportable, inevitable y, por encima de todo, como dicen los alemanes, ohrwurm[1].

Las cintas no tardaron en pasar de mano en mano tanto entre los expertos en esto de la música casera (el mito del compositor que empezó con una maqueta grabada en casete y llegó a lo más alto y el estudio semi-legal de grabación de barrio no recibió un duro de Jamiroquai, por ejemplo) como entre los meros aficionados a oír desgarros melódicos. Algunos comparaban al misterioso señor Bhekhirst con Jandek, el cantautor del desánimo y el suicidio en un lavabo en Minsk.

Como oirán, ni punto de comparación. Sin embargo, por aquel entonces Jandek gustaba casi tanto como Behkhirst de exhibirse a la atenta mirada de sus fans[2].

No perdamos el rumbo.

En la cara A del vinilo de 45rpm puede leerse lo siguiente:

HDG RECORDS

Prohibited Reproduction-Translation

Publishing of this song, lyrics and music

Produced by: Y.Behkhirst

Music by: H. Díazg

Singer: Y.Behkhirst

HOT IN THE AIRPORT (V5)

(Al Phool)

©1986 Al Pol   ©1991 Al Phol

© Al Phool

Manufactured by HDG Records. P.O. Box 323 New Hyde Park N.Y. 11040

 

 

 

¿Por dónde empezar? Primero, este es un single grabado en disco. Nadie mencionó nada de que junto con los casetes, sustancialmente más baratos y artesanales y portátiles, Behkhirst también repartiera vinilos. Supongamos que iba incluido en su plan de distribución. Bien. El tipo que ha irrumpido en la tienda aparece como productor y cantante, lo que a decir verdad es un detalle que le honra. Pocos productores hay tan comprometidos como recorrerse las tiendas de música de Nueva York una a una anunciando al mundo la llegada de un nuevo y sumamente dadaísta compositor.

Por lo que se ve, la inquietante partitura, aunque dudo que la tenga, pero ya me entienden, es obra de un tal H.Diazg. Si Behkhirst, con su resonancia hindi, no es un apellido muy común, ni siquiera para una ciudad como Nueva York, Diazg todavía menos. Y ahora viene lo mejor: ¿quiénes  son todos esos tipos que aparecen marcados como autores legales de la canción? En el 86, Hot in the Airport quedó registrado a nombre de un tal Al Pol, pero en el 91 decidió darle un toque artístico al nombre añadiendo una “h”, y el señor Al Phol pasa a denominarse definitivamente, en un momento indeterminado, como  Al Phool.

Todo bien firmado, sellado y compulsado en la oficina de patentes de New Hyde Park[3], estado de Nueva York.

Tal vez allí sepan algo de HDG Records o del señor Behkhirst o del mutable señor Al. De momento, la letra de la canción nos da pistas sobre un par de asuntos:

 

hot in the airport, hot in the airport, hot in the airport

tonight, tonight, tonight

El amor volvio

Que contento que me siento

oh, oh, oh, oh

hot in the airport, hot in the airport, hot in the airport

tonight, tonight, tonight

you are looking for a friend

for a friend, for a friend

and you sing, and you sing

 

Al contrario que el resto de seres transhumantes, al señor H.Diazg o a Behkhirst o a ambos les debió ocurrir algo extraordinariamente interesante en un aeropuerto, mucho antes de que el ultraconservador[4] terrorismo fundamentalista alentara el desnudo integral y hasta los tocamientos antes de sentarse en la cafetería del duty free[5]. Tal como se desarrolla la historia, el protagonista merodea por la terminal y una buena noche descubre a una muchacha que le provoca la subida de temperatura general a la que hace referencia el título. No la conoce de nada o eso se deduce de que la única respuesta al desajuste microclimático sea “you are looking for a friend”. Puro eufemismo, como “invitar a una copa” o “tienes otras cualidades”. Pero sin lugar a dudas, lo más interesante llega a mitad de estrofa, porque el amor volvió para Bhekhirst y, además, se siente muy contento y, además, lo canta en español. Cuesta distinguirlo, pero lo hace y no con los resbalones tonales de los ingleses sobre los diptongos castellanizados.

H.Diazg es, en realidad, H. Díaz G., que, por supuesto, no deja de ser HDG Records. Indudablemente, estamos ante un producto casero y las posibilidades de que HDG Records tenga siquiera ubicación física se reducen drásticamente. Después de todo, resulta que Bhekhirst ni siquiera es un apellido hindi y si se fijan bien, no cuesta demasiado asociar a Al Phool a la pronunciación de otra clave algo más prosaica: Al Fool.

Al Idiota.

Por cierto, ¿a qué se debe el corte abrupto en el minuto 02:06 para volver a empezar desde el principio, en una versión que, según la carátula, es la quinta? ¿Y si sólo es una broma, como los nombres del copyright parecen sugerir, el pasatiempo de un músico harto de oír las mismas variaciones agotadoras en los círculos supuestamente más especializados? No sería el primer caso de “venganza artística” que termina triunfando entre los autoproclamados sibaritas del mundillo.

Échenle un vistazo al arte del siglo XX.

 

 

 

 

 

 

2

HARÍA CUALQUIER COSA POR AMOR

 

Hay algo realmente curioso en Hot in the Airport en su conjunto: está diseñado con la precisión comercial con que se elaboran los discos desde que la industria es industria. La cinta comienza con Dalmar, una pista instrumental  bastante lograda, al menos teniendo en cuenta las expectativas que uno puede formarse escuchando el single principal.

 

Luego, el caos.

 

Efectivamente. Salvo Dalmar y Hot in the Airport, el resto de canciones son el fruto de una interacción imposible de determinar. Tengo mis teorías:

a)      Behkhirst, Díaz y el oblicuo Al Phool están hasta arriba de psicotrópicos y sustancias por el estilo o, por lo menos, tienen afición a sustituir el café de la mañana por ginebra.

b)      Behkhrist, Díaz y Al Phool son esa clase de individuos verdaderamente cándidos, convencidos del valor de lo que están llevando a cabo.

c)       Behkhirst, Díaz y Al Phool definitivamente están cachondeándose de los oyentes, de los dependientes y de cualquier tímpano sobre el que reverberen las notas desordenadas de artefactos como Rain in Summer.

Quiero confiar en lo segundo. Y, quizás, en parte de lo primero. Quiero creer que detrás de HDG Records hay un par de diletantes que se pusieron a componer movidos por la fascinación irradiada por intérpretes de sobras conocidos por el resto de la humanidad y que en el filtro de sus habilidades musicales se distorsionó en auténticos engendros sin esqueleto como…

 

 

 

speed 45, I run my car
key to the right, I run my car, I run my car
no snow today, no snow
no snow to pin, no snow
hold to the right, I run my car, I run my car

 

 

Directamente, I Run My Car podría haberse compuesto, grabado y editado exactamente tal como cuenta la canción: conduciendo, con Behkhirst teniendo alucinadas revelaciones sobre el verso que viene a continuación.

Pero bueno, debe tener una sola influencia al menos, un hilo musical del que tirar para provocar el asentimiento general.

Yo no lo sé.

A lo sumo puede recordarme a Kevin Volans, salvo que Kevin Volans fue discípulo de Stockhausen, se desencantó con la experimentación y los delirios europeos y logró una mezcla magistral fusionando instrumentos del viejo continente con los ritmos desmadrados de las tribus africanas. Si alguna vez se mencionó el nombre de Karlheinz Stockhausen en las reuniones de grabación de HDG Records, a mí me mata la curiosidad por saberlo.

Claro que Behkhirst no sólo se arrastra en una nube de estupor entre estribillos sobre correr bajo la lluvia en su tejado o conducir su coche o tener erecciones en espacios públicos; si quiere, también puede ponerse reivindicativo y hasta trascendental.

Es entonces cuando decide regalarnos la más insoportable, tortuosa y desganada de las canciones de amor jamás escritas en un estilo espeluznantemente cercano a un Jim Morrison tan bañado en ácido que se ríe del auténtico Jim Morrison bañado en ácido.

No sé si me entienden.

 

 

Por si no han captado parte de la letra, aquí va la frase más emblemática:

 
every time I see your face, you look at me all you want
 
(cada vez que veo tu cara, me miras todo lo que quieres)
 
 

Estas no son las perogrulladas, generalidades ni divagaciones de adolescente de periferia propias de esas voces que salen disparadas del altavoz si sintonizan Cadena Dial. Tampoco el empaquetado delirio lisérgico de Jefferson Airplaine o las morsas de John Lennon.

La genialidad de Y.Behkhirst consiste en machacar, pisotear y hasta remarcar letras sin calificativo posible[6].

Un momento. En 1984, dos años antes del inicio del plan de promoción de Hot in the Airport, se editaron un par de álbumes que, casualmente, trataban sobre los conflictos existenciales entre el conductor y su automóvil. El primero, de un viejo conocido de Van Halen…




…y el segundo, Double Nickels on the Dime, de Minutemen, del que, sin esforzarse demasiado, uno hasta puede sospechar que sirve de base para la parodia que quizás es el I Run My Car de Behkhirst.  




Para terminar de alimentar el espíritu conspiranoico, aquí va una de Meat Loaf[7]


…y aquí va una del genio de la HDG Records.





Efectivamente, no sólo es que Meat Loaf y Behkrhirst aseguren que “harían cualquier cosa por amor”, es que el ritmo y los intervalos coinciden de manera asombrosa.




I Will Sing-Y.Behkhirst

 

 

“I`do everything for love”-Meat Loaf

 

 

 

Con la salvedad de que la canción de Behkhirst se adelanta siete años a la de Loaf.

 

 

 

 

3

REGISTRO

 

Bueno, ya basta. Nos hemos divertido bastante a costa del bueno del señor B. Va siendo hora de cederle la palabra. Pero, ¿cómo? Para empezar, los datos son escasos y las certezas, indemostrables.

¿Qué pruebas tenemos?

Unos cuantos casetes con la siguiente carátula…

 

…varios vinilos como el que ya hemos visto y datos sin orden ni sentido alguno. No obstante, si quien esté detrás de Hot in the Airport realmente se molestó en conseguir un número en el registro de la propiedad intelectual, entonces es allí dónde debe estar la clave de este asunto.

Pues no.

Porque esto es lo que uno descubre cuando se mete en la base de datos de derechos de autor de los Estados Unidos y busca los títulos de las canciones o los nombres de los autores de Hot in the Airport.

 

Más de un nombre atribuido a un mismo individuo y relaciones de autor atribuidas de manera azarosa y sin orden establecido. Por los datos sabemos que el mutable Al Phool es el seudónimo de un tal José Hugo Díaz Guzmán, nacido en 1946. La que sigue es la lista, probablemente incompleta, de las diferentes variaciones que Guzmán fue introduciendo en el registro en cada visita.

 

Pepe H. Diaz
Jose Hugo Diaz Guzman
J. Hugo Diaz Guzman
Hugo Diazg Guzman
Jose Hugo DiazzGuzman
Hugo Diaz G.
Hugo Diaz
H. Diaz
H. Diazg

Al Pheol
Al Pol
Al Phool
Al Phol
Ah Pol
Al Phooz


Los datos son casi tan absurdos como el disco. Si el propósito del copyright es establecer la autoría sobre una obra de carácter intelectual para poder arrogarse su concepción en caso de litigio, deformar tu propio nombre en cada formulario no parece la opción más inteligente.

Nueve variaciones sobre José Hugo Díaz Guzman. Seis sobre su seudónimo.

¿Y Behkhirst?

El gran nombre aparece en los registros en una sola ocasión.

 



 

¿Por qué Y.Behkhirst sólo aparece en el archivo del registro de I Run My Car (and other selections) y no en las demás, si efectivamente no es un sobrenombre y, para colmo, se le otorga el papel de productor y cantante en el single por antonomasia del dúo? ¿Diferencias creativas? ¿Confianza ciega en la gestión de la obra? ¿Muerte?

A día de hoy, tanto Guzmán como el señor B. tienen 67 y 61 años respectivamente. Según el registro, Hugo Díaz lleva componiendo desde, por lo menos, 1964.

 

 

 

 

 

4

NEW HYDE PARK, NY

 

Como decía aquella otra canción, sabemos dónde vives y ahora tenemos tu teléfono. O tal vez era al revés. No importa. Thomas Pynchon ha sabido eludir el desmedido interés público por tener una imagen reciente de su rostro dentudo y cejijunto. Basta con tener la intención de conservar un pedazo abstracto de tu persona para que otros encuentren sumamente interesante el arrebatártelo. En este caso, el anonimato es un regalo que escritores, asesinos en serie o compositores polinominales han tenido la suerte de poder conservar para así permitirnos el lujo de seguir distrayéndonos con ese atentado a la era de la información que son los mitos.

Uno puede destapar el paradero de Sixto Rodríguez y rodar con ello una buena película[8]. Cabe cuestionarse si este es el procedimiento a seguir con todos los creadores arrojados a los márgenes del sistema. Por romántica e idealista que se presente la batalla contra las condiciones de las discográficas, las editoriales o las productoras, los orígenes del llamado outsider en demasiadas ocasiones tienen tanto que ver con el desprecio a las reglas del juego como a personalidades avocadas al ostracismo.

No me cabe la menor duda que contar con detalles de primera mano sobre quiénes se esconden tras Hot in the Airport ayudaría a componer una historia mucho más interesante, divertida y hasta estimulante sobre la voluntad y el sentido mismo de quién se lanza a ese pozo que es la creación artística. Sin embargo, la paradoja del Mesías flota en el aire; a modo de principio universal, todo ser humano tiene derecho a ser rescatado del olvido involuntario, al mismo tiempo que posee el principio inalienable de salvaguardarse en su automarginación.

Ah, la eterna duda. ¿Estaremos molestando a un pobre jubilado o le daremos la alegría de su vida informándole sobre la existencia de un nutrido grupo de fans 27 años después de su descabellado plan?

¿Merecería la pena buscar en el directorio telefónico de la ciudad de Nueva York para descubrir que Y.Behkhirst y Hugo Díaz comparten dos direcciones (New Hyde Park,NY y Flushing,NY), que a partir de su primera estancia común en Queens se separan y nada más vuelve a registrarse a nombre de Yrk Behkhirst (nombre completo), que el señor JHDG residió durante algún tiempo en Miami y hasta en tres localizaciones distintas del barrio de Queens, que, apelando a la deducción más gratuita, tal vez Behkhirst y Díaz fuesen hermanos, viviesen juntos, se peleasen, en algún momento Yrk desaparece cuantitativa y hasta físicamente y, finalmente, José Hugo Díaz Guzmán se pasee anónimo y, quién sabe, totalmente ido o, mejor aún, tan despreocupado y relajadamente vivaz como en sus canciones?

¿Merecería la pena algo de todo esto a cambio de entregar a un hombre a la curiosidad digital?

Sinceramente, lo ignoro.

Isaac Reyes


[1] Intraducible germano que significa “gusano de oreja”, canción que le rebota a uno en el cerebro normalmente nada más despertarse a la mañana siguiente. Si es que no le están rebotando otras cosas.

[2] ¿Tiene un cantautor fans? Quiero decir, el fenómeno fan, institucionalmente iniciado por Los Beatles, ¿va asociado irremediablemente a la histeria y la euforia o puede admitirse el cortejo fúnebre de un grupo aficionado a juguetear con navajas de afeitar sobre sus venas como “fans”? ¿Es mejor emplear el término “seguidor”? Les agradecería enormemente que pudieran arrojar luz sobre este asunto en los comentarios.

[3] Personajes ilustres de New Hyde Park, barrio-suburbio-pueblo-provincia circunscrita a la ciudad de Nueva York: Luke Cummo, luchador de un programa de televisión llamado “The Ultimate Fighter”, donde dos tipos se hacen tapioca de forma visiblemente más real que en la lucha libre. También fue conocida la residencia temporal de Michael Keaton, hasta que el actor se hartó de los fisgones y se mudó. O hasta que los noventa decidieron que el tiempo de Michael Keaton se había acabado.

[4] Ultraconservador ideológicamente, pero no puede negarse que la pasión por las deflagraciones aéreas es de lo más revolucionaria. De nuevo, tienen el debate abierto en los comentarios.

[5] ¿Se han fijado en lo desconsiderados y rudos que son los funcionarios de Barajas y lo sutiles y delicados que son en París? La historia del sexo nacional se escribe en la falta de cariño de los enguantados en látex azul.

[6] Vale, “cada vez que veo tu cara, me miras todo lo que quieres” no es una obra de arte de la retórica, pero la línea que sigue a continuación, “caminas hacia mí, vienes a mí”, resulta en una redundancia mucho más interesante a la hora de imponerle una sobreinterpretación que la mayoría de metáforas de segunda mano que van a escuchar en cuanto abran Spotify.

[7] El gordo con tetas de El Club de la Lucha, claro.

[8] Y de paso colocar a la versión no cargante de Bob Dylan en mitad de los festivales de música de verano.