La música está de cumpleaños. Un grupo único que sigue más que en activo después de tres décadas, y no paran de actuar. Son la Christina Rosenvinge del pop nasal; ¿Han vuelto? ¡No, nunca se fueron! Aunque siguen cosechando gran éxito de público en sus actuaciones, se prodigan muy poco por tierras andaluzas. Las tierras, por el contrario, de Madrid están de enhorabuena casi, casi perpetuamente. Los promotores no saben lo que se pierden. Nada de revival, nada de nostalgia. El Pingüino, aunque también se sirve de su pasado renovándolo sin estridencias, tiene un repertorio nuevo y en consonancia con estos tiempos. Nada mejor que una entrevista para Distopía para celebrar su cumpleaños musical lleno de canciones que causan verdadero furor en sus conciertos, de esas llenas de humor, ironía fina y no tan fina e ingenio a raudales.

José Luis Moro es publicista y la voz más cantante del dúo.

Distopía – Una idea un poco rara, ¿no? Aquel muchacho un teclado y unos ritmos pregrabados…

José Luis Moro – Lo cierto es que, tras varios intentos de aprender a tocar el piano e incluso el acordeón, así de bizarra era mi familia, resulta que se pusieron de moda a finales de los 70 los órganos con ritmos y mis padres compraron uno de estos -¡Muestra un Yamaha Electone B75!-. Con él hice mis pinitos y compuse mis primeras canciones. Luego, allá por primero de BUP, empezamos a pensar en montar un grupo con amigos del colegio. Pero a la hora de la verdad, todos pasaron y quedé yo solo. Supongo que si hubiera sido guitarrista, la historia habría sido muy diferente, pero yo lo que sabía tocar era el órgano con ritmos. Así que… Hace poco vi un documental sobre los inicios del pop electrónico en Inglaterra a finales de los setenta, Maniobras Orquestales en la Oscuridad, Human League, Gary Numan, Depeche Mode, Ultravox… Andy McCluskey, de Maniobras, decía que para tocar punk sólo tenías que saber tocar tres acordes. Y que para hacer la música que ellos hacían sólo necesitabas saber tocar un botón. Supongo que esa es mi filosofía. Empecé a componer canciones propias, con 16 años, allá por el año 81. Hasta entonces me había limitado a cambiar la letra a canciones conocidas, canciones de misa o éxitos de Eurovisión. En verano de 1985, decidí dar mi primer concierto, con el órgano mueble en el salón de mi casa para hermanos, primos y amigos. En Navidad de ese año, uno de esos amigos me propuso enviar una maqueta a un concurso que organizaba Onda Madrid, la emisora de radio de la comunidad de Madrid. El programa lo llevaba Andrés Rodríguez que hoy es director del Squire España. Mi maqueta no ganó, pero debió gustarle, porque justo un año después, en diciembre de 1986 me llamó diciéndome que me había conseguido un contrato discográfico con DRO, la compañía independiente. Antes de eso, en primavera del 86, me presenté al concurso pop rock Villa de Madrid, donde me clasifiqué para semifinales y llamé la atención de uno de los miembros del jurado que tenía un programa en Radio Nacional y me grabó mi primera maqueta más o menos en condiciones en los estudios de la radio. Creo que en verano de ese año convencí a mi padre para que me comprara mi primer teclado portátil, un Yamaha PSR 60 con el que grabaría el primer disco en primavera del 87. La verdad es que hasta que salió El balneario en 1988 y empecé a incorporar más gente al grupo, primero las Pingüinettes y después Mario Gil, mi vida musical fue bastante triste y solitaria, aunque desde luego, no carente de emoción.

Mario Gil está enfrascado siempre en algún proyecto musical, pero es parte esencial de Un Pingüino en mi Ascensor.

D: -¿Cómo fueron los primeros tiempos de Un Pingüino en mi Ascensor?

Mario Gil- Esos primeros tiempos van ligados a una constante prisa en hacer las cosas, no me cundía el tiempo. Empezaba mis andanzas como productor de Un Pingüino en mi Ascensor, Surfin’ Bichos, Los Primordiales, Aerolíneas Federales… Iniciaba mi mutación como “Obrero Especializado” de El Aviador Dro, y lo que más tiempo me ocupaba era mi labor como compositor y ambientador musical televisivo. Lo de José Luis fue un flechazo a primera vista; me cautivó su sinceridad y su educación. Sabía que íbamos a colaborar juntos pero sobretodo que iba a ser un buen amigo. Hasta la fecha no me he equivocado. Lo primero que hice fue la producción de El Balneario. Corría el tiempo en mi contra y tenía que programar, arreglar y producir un disco en un tiempo récord. Llegué a ser el asesor técnico de José Luis en sus comienzos programándole toda su artillería sonora para poder usarla en directo. Hasta me fui con él en una mini gira por el sur para comprobar la estabilidad de las programaciones y de la fiabilidad de sus nuevos sintetizadores. Me pidió encarecidamente que me fuera con él en directo, que no se veía al mando de tantos aparatos y a la vez calmar la fiereza de sus Pingüinettes [las coristas de los inicios de Un Pingüino en mi Ascensor]. Al final cedí por una cantidad astronómica de dinero. Yo sólo me muevo por dinero, ¿sabes?

D: -¿Tienen algo en común tu trabajo como publicista y la música de Un Pingüino en mi Ascensor?

José Luis Moro – Básicamente, no tomarme nada demasiado en serio. Empezando por mí mismo.

D -¿Que te lleva a escribir canciones con la temática de, por ejemplo, ·”El Balneario”, “41 Películas Porno” o “En la Variedad está la diversión»?

José Luis Moro – En cada caso es distinto. Supongo que en general me apetece escribir sobre cosas que nadie ha escrito o sobre las que han escrito muchos pero de una forma en la que nadie lo haya hecho. Muchas veces me gusta meterme en la piel de otros y en el caso de “El Balneario” me metí en la de un jubilado del que su familia decide deshacerse. Siempre me ha parecido un poco injusto eso. En la variedad la escribí tras escuchar en la radio una entrevista a Mecano en la que les alababan por la valentía de escribir “Mujer contra Mujer”, una historia de amor entre dos mujeres. << ¿Valentía? – Pensé – se van a cagar>>… “41 Películas Porno” salió un día que quedé con unos amigos y uno de ellos dijo: <<Contraseña para esta noche: Si no soy Curro Jiménez que hago con este trabuco>>. Me recordó ese título mítico y pensé que molaría hacer una canción recogiendo ese y todos los demás.

D: -¿Cuál creen que es la idiosincrasia de UPEMA?

José Luis Moro – Una vez un fan nos definió como pop tonto para gente inteligente. Me siento bastante cómodo con esa definición.

Mario Gil – Confiar y disfrutar de lo poco bueno que sabemos hacer. No nos imponemos metas ni limitamos nuestras filias. Te pongo un ejemplo claro: Nuestra afición a la música electrónica. De vez en cuando damos rienda suelta a ese género que nos sale de forma natural con temas que se salen un poco de la línea marcada del pop que llevamos marcando desde hace treinta años. Todo se crea y se hace de forma natural sin presiones de ningún tipo. La última prisa que nos impusimos fue la de sacar este nuevo disco Sex & Drugs & Nasal Pop el año pasado. Hacía diez años que no plastificábamos material nuevo y ya era hora. Ahora José Luis me mete prisa para sacar el Disco Blanco de la Obra Social de Un Pingüino en mi Ascensor. Al final me estoy dando cuenta que tras todos estos años juntos ¡¡mi compañero de fechorías musicales es un negrero!! No sé cómo serán los ensayos de los demás dúos como Cómplices, Ella Baila Sola o Fangoria (¡no, esos no que siempre está mi tocayo por medio!), pero los nuestros son una auténtica fiesta del cotilleo y chismorreo músicolaboral. No hay día en el que no empleemos buena parte del tiempo en hablar y hacer chistes del mundo musical español. De ahí salen muchos temas que empleamos para hacer nuestras canciones. Eso lo sabe muy poca gente y por fin lo hago público.

El plato fuerte de los músicos de hoy en día es el directo, y para Un Pingüino en mi Ascensor, esto no es más que un placer más que dominado. Pingüimatic: 18 Pequeños Éxitos en Directo (1999) trajo consigo dieciocho grandes canciones, y dio razones para verles en directo a quienes conocían y no al dúo.

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D: -¿Habrá algún Pingüimatic II algún día?

Estaría bien. Creo que nuestro show y mi manera de componer de ahora están muy pensados para el directo. Algunas canciones están pensadas más como performance que como canción, como “Peta Zetas” o “Emilia, por Dios”, así que tendría sentido un disco en directo, o mejor aún, un formato vídeo en directo.

D:-¿Cuál es el siguiente paso?

José Luis Moro – No sé. ¿Dominar el mundo?, ¿llegar a presidente de Ryan Air? [Para explicar esta referencia de altos vuelos, diríjanse al próximo concierto de Un Pingüino en mi Ascensor]

D: -¿Cómo valoráis estos 30 años de música con UPEMA?

José Luis Moro – Pues sumamente reconfortantes. Desde el primer día me sigue asombrando que nuestras canciones le gusten a alguien. Seguimos teniendo la sensación de que no encajamos del todo en ninguna tribu. Alguien dijo una vez que éramos demasiado pijos para los indies y demasiado indies para los pijos. Por eso nunca sonamos demasiado en ningún sitio, ni en Radio 3 ni en los 40.

Mario Gil – Todo ha sido muy positivo. Altibajos emocionales y laborales han hecho que seamos una pareja indivisible. El respeto es nuestra visión de cómo hay que llevar este trabajo/hobby adelante. El presenta una letra, yo se la tiro abajo. Yo presento unos arreglos musicales dignos de Trabucchelli y José Luis se descojona en mi cara de lo mal que lo hago. ¡¡El respeto!! Menos mal que tenemos hardwares y softwares (perdón por el anglicismo) que lo hacen todo con sólo aprestar un botón. Últimamente JL usa mucho una aplicación, no recuerdo su nombre, que pone unas palabras claves en él y te hace una canción. Un chollo. Yo por mi parte dejo caer los dedos sobre un teclado y las máquinas hacen el resto. Hace treinta años eso no era factible. En eso hemos mejorado mucho.

D: – Cuéntennos, por favor, alguna anécdota curiosa de algún concierto…

José Luis Moro – Pues la verdad es que tampoco hay mucha. Siempre fuimos un grupo atípico también en eso. Recuerdo la razón por la que decidí buscar a las Pingüinettes, el día en que mi manager me buscó una actuación en un festival de heavy metal en Talavera de la reina, allá por el año 87. Pasé miedo yo solo en el escenario, y pensé: <<necesito desviar la atención como sea>>.

Mario Gil – Yo me pongo muy nervioso antes de los conciertos y me centro bastante en lo que tengo que interpretar. Pero recuerdo en alguna de nuestras fiestas privadas en que José Luis Moro tuvo el valor de interpretar alguna canción de alto contenido sexual ante un público cuya media de edad rondaba los sesenta años. Comprobamos asustados cómo los mayores del lugar – lo dedujimos por el pelo blanco y los bisoñés que gastaban –  se quedaban paralizados escuchando las primeras estrofas de la canción. Acto seguido cogían sus pertenencias y se iban no sin antes hacernos entender su desaprobación con sus comentarios en voz alta. Al final de nuestra interpretación pedimos disculpas al público fiel que se quedó y calmaron el momento tenso con un sonoro y prolongado aplauso en forma de aprobación. Y la juerga siguió sin más sobresaltos. 

D: – ¿Qué te da UPEMA que no te dan tus otras actividades musicales?

Mario Gil – Flexibilidad absoluta, y no me refiero a la corporal, no. Hacemos las cosas porque realmente nos apetece y nos lo pide el cuerpo. Nada de ataduras discográficas. Es lo que tiene hacer de la música nuestro hobby remunerado. Otro punto importante es nuestra gran amistad. Se nos hace complicado dejar pasar un tiempo sin hacer algo juntos. Nos debemos a nuestros quehaceres cotidianos, pero siempre encontramos un momento para vernos y poner en marcha nuevas ideas que poco a poco van dando forma a esto del Nasal Pop

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José Luis y Mario tienen las cosas claras. En Distopía también; cada concierto es toda una oportunidad de pasarlo bien de la mano de memorables temas como “Atrapados en el Ascensor”, “En la Variedad está la Diversión”, “Eres Más Complicada Que Armar Un Mueble De Ikea”, “El Balneario”, “Arqueología en mi Jardín”, “He-Man y Barbie”… y el gusto no es sólo para los fans del dúo, y no nos estamos refiriendo a las hilarantes versiones de otros grupos, que nos ofrecen en sus recitales. Que el humor y la música pueden ir perfectamente equilibrados y de la mano es un hecho que Un Pingüino en mi Ascensor sigue demostrando. De ahí que sean tres décadas las que bordan la trayectoria de estos singulares músicos que han creado escuela. No hay excusa para perderse una actuación de este genial dúo, tan clásico y tan moderno. ¡¿A qué espera usted?!

Antonio Jesús Reyes