Las adaptaciones al cine de obras literarias siempre son problemáticas. Esto se debe a que el público se divide entre los amantes del libro original y los de la película adaptada, presumiendo que la gente hoy día siga leyendo libros (lo cual no es muy probable).

Otra cara del problema es que a veces la película sobrepasa en popularidad a la obra original en la que se inspira, eclipsándola casi por completo y dando pie a la famosa pregunta de “ah, ¿pero ya han sacado el libro sobre la película?” que personalmente me desespera.

Es el caso del libro que hoy nos ocupa. Porque si uno habla de “El Padrino” todos recuerdan la monumental obra de Francis Ford Coppola, todos rememoran la interpretación de Marlon Brando y Al Pacino; los más cinéfilos parlotearán sobre Robert Duvall, James Caan o Diane Keaton.

Pocos sin embargo recordarán que se basaba en la obra homónima del italo-americano Mario Puzo, publicada unos diez años antes de la primera parte del filme, allá por 1969, y que sería la primera de una serie de libros dedicados al mundo de la mafia italiana en EE. UU.

La acogida del libro en un país en el punto álgido de la Guerra de Vietnam y en el que la mafia estaba comenzando a diversificar sus actividades económicas de la prostitución y el juego ilegales hacia el tráfico de drogas, conservando todo su poder y su capacidad para  hacer desaparecer personas, fue buena. Tanto que acabó por convertirse en un best-seller de fama mundial y en una obra clave tanto en la literatura norteamericana contemporánea como para todos aquellos interesados en el mundo paralelo de la mafia, sus códigos, orígenes y actividades.

Por tanto, hacer un reseña de la obra puede ser algo problemático, debido a que podemos llegar a confundir el libro con las películas (y viceversa, que diría un espectador de Telecinco), perdiendo por completo la perspectiva, ya que existen diferencias de contenido, temporalidad, personajes y otros aspectos asociados.

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¿De qué va?

Lo primero que hemos de hacer a la hora de comenzar a leer El Padrino es olvidar por completo las películas basadas en el libro, para evitar cualquier odiosa comparación entre uno y otras. Una vez hecho esto, estaremos en disposición de disfrutar de la lectura de este clásico sobre el mundo del crimen organizado.

La obra se divide en nueve “libros”, que agrupan un número variable de capítulos, que en total suman 32. De forma general, el desarrollo del libro abarca solamente las dos primeras películas de la trilogía (y la segunda sólo parcialmente):

La acción comienza en los juzgados de Nueva York poco antes del fin de la II Guerra Mundial, donde el empresario funerario Amerigo Bonasera asiste impotente a la puesta en libertad de los violadores de su hija y en la casa del famoso cantante Johnny Fontane, abrumado porque su bella segunda esposa, una actriz de reconocida belleza, no hace más que ponerle los cuernos con medio Hollywood.

Ambos hombres recurrirán para solucionar sus problemas al todopoderoso “padrino”, Don Corleone, jefe de una de las Cinco Familias mafiosas de Nueva York, con numerosos policías y políticos en nómina, que hacen la vista gorda ante sus negocios de apuestas ilegales, aunque en teoría no se trata más que de un empresario dedicado a la importación de aceite de oliva italiano (bajo la marca Genco Pura Olive Oil).

Por supuesto éste accede, tras una serie de teatrales negativas, a solucionar las tribulaciones de los suplicantes, pero a cambio de que éstos estén dispuestos a “devolverle el favor” cuando sea necesario.

A partir de ahí, los primeros libros de la obra relatan la situación de la familia Corleone a mediados de los 40 y tienen su culmen en el intento de asesinato de Don Vito Corleone a manos de los pistoleros de “el Turco” Virgil Sollozzo, traficante de drogas protegido por otra de las poderosas familias del crimen organizado, los Tattaglia.

Seguidamente la narración se centra en los esfuerzos de venganza de Sonny Corleone, impetuoso y brutal jefe accidental de la familia mientras su padre sigue convaleciente y la aparición de Michael, una figura que representa un contrapunto en la historia, al revelarse como un hombre que quiere romper con la tradición, pero que, al mismo tiempo, se ve irresistiblemente atraído hacia el “negocio” familiar (no precisamente la importación de aceite italiano).

Esta guerra de familias acaba con varias pérdidas notables para la familia y el exilio de Michael en lo más profundo de Sicilia para evitar una acusación de asesinato, hábilmente eludida mediante sobornos a periodistas y sus consiguientes campañas de prensa.

Entre medias se relata la historia personal de Vito Corleone, desde su niñez en Corleone, Sicilia, hasta su encumbramiento en los “negocios” hábilmente secundado por sus colegas Peter Clemenza y Tessio, junto a una especie de historia de los orígenes de la mafia en la Italia rural y especialmente, en Sicilia.

El regreso de Michael, la muerte del “Don” y  la salvaje venganza que su hijo menor planea y ejecuta contra todos sus enemigos, ocupando la posición de su padre ocupan el tramo final de la obra, que finaliza de un modo emotivo, con Kay Adams-Corleone, esposa de Michael, orando en una iglesia.

En paralelo se desarrollan las historias de personajes secundarios pero muy importantes en la trama de la historia y que presentan los cambios que la sociedad estadounidense iba experimentando desde finales de los 40: Lucy Mancini, amante de Sonny Corleone y su amor por un médico abortista, Johnny Fontane, cantante de prestigio al que la vida ha castigado con la pérdida de su voz y que, de modo indirecto trae la desgracia a su amigo de la infancia, el músico y cantante Nino Valenti, sobrepasado por el alcohol, las drogas y las orgías de Hollywood (que aparecen descritas con crudeza en el libro, por supuesto).

Personajes: semejanzas y diferencias con la obra de Coppola

Es inevitable que hagamos referencia a las películas dirigidas por Coppola a la hora de analizar los personajes de la obra literaria porque presentan un modelo útil para establecer una comparación.

En primer lugar tenemos la gigante figura de Vito Corleone, el “padrino”. Puzo nos lo presenta como un hombre corpulento, de mediana edad y con un magnetismo fuera de toda duda. Despiadado con aquellos que intenta interferir en sus negocios, cortés cuando la ocasión lo requiere, es capaz de matar a sangre fría a un jefe mafioso rival y seguidamente ayudar a una viuda en apuros. Algunas de sus frases, como la célebre “le haré una oferta que no podrá rechazar” (que aparecen tanto en el libro como en la película) se han convertido en un icono en sí mismas, como lo es la propia figura de don Vito, inmortalizada para todos por la genial actuación de Marlon Brando.

Si este personaje presenta un carácter similar en ambas obras, en el caso de sus hijos hay algunas diferencias, salvo en el caso de Sonny, presentado como un tipo impulsivo, de acción, violento en todos los aspectos de su vida e inclinado hacia las relaciones extramaritales, cosa que le acarreará multitud de problemas.

Por el contrario, Freddo, que aparece en las películas como un pusilánime en manos de su mujer, un cobarde y presumiblemente, incluso un traidor, muestra en la novela un carácter distinto: obediente a sus padres, callado y con gran habilidad para dejar embarazadas a las camareras de los casinos  de Las Vegas (lo que ocasiona la práctica de unos 15 abortos nada menos).

Algo similar ocurre con Michael, que va poco a poco convirtiéndose en protagonista de la novela, casi sin querer. Reacio al principio a mezclarse en los negocios familiares, el intento de asesinato contra su padre despierta en él algo oculto, que le lleva a controlar la familia y convertirse en el nuevo “Don”. Allí revela un carácter oscuro, manipulador y amoral (“no es personal, son negocios”) mucho más acusado que en la obra de Coppola, quizá dulcificada de cara a la hipócrita moral pública estadounidense.

Su “depuración” de los enemigos de la familia, tanto internos como externos y la construcción de un nuevo imperio en la costa oeste lo encumbran como uno de los principales jefes de la mafia, al ajustar cuentas con las otras cuatro familias de Nueva York.

En cuanto al último de los principales personajes masculinos, Tom Hagen, el consigliori accidental de la familia Corleone, representa el cuento americano del pobre niño irlandés expósito y medio ciego que por su propio esfuerzo y acogido por una familia del hampa italoamericana, se convierte en un abogado de éxito. Representa también un contrapunto de cordura frente al salvajismo de Sonny y el cinismo de Michael, aunque asume los valores Corleone sin género de duda, en parte por su deuda de gratitud hacia su familia adoptiva (aunque nunca fue formalmente adoptado por los Corleone).

Otros personajes secundarios de mucha fuerza, como Tessio, Clemenza, Paulie, Johnny Fontane o Luca Brasi completan un cuadro tan atractivo como inquietante.

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Los personajes femeninos aparecen retratados desde una óptica “mediterránea” por llamarla de algún modo: están siempre en segundo plano con respecto a los hombres, aunque muestran fuerza y decisión: “Mamma” Corleone encarna el papel de la típica matriarca italiana, haciendo hincapié en su falta de habilidad con el inglés, lo que es muestra de su aislamiento social y su dedicación plena a las tareas domésticas.

Algo similar ocurre con la hija, Connie, que pasa de la tutela de su padre y hermanos a la de su marido, un chulo italoamericano llamado Carlo Rizzi, que le zurra de vez en cuando y la engaña cada vez que puede, mientras que ella lo defiende delante de la familia. Por el contrario, en las películas Connie pasa de ese cliché al de loca casquivana, para pasar por último al de “mamma”, heredando el papel de su propia madre.

Finalmente, Kay; en la película muestra un carácter más “moderno”, acorde con la mentalidad anglosajona de la época en la que se estrenó, mientras que en la novela es la mujer enamorada y abnegada que es capaz de cualquier sacrificio por el hombre al que ama. Esto queda patente en la escena de su reencuentro con Michael cuando este vuelve de Italia: si en el film es éste el que va a buscarla a ella, en la novela es Kay la que llama incesantemente a la guarida Corleone preguntando por él, que ya lleva seis meses en EE. UU. y ha “pasado” de verla en todo ese tiempo y va a buscarlo, se traga las explicaciones de Michael y se casa son él, convirtiéndose incluso al catolicismo (cosa que un norteamericano blanco no haría ni borracho, salvo que sea de origen polaco o irlandés).

Si a todos estos atractivos, añadimos el placer de poder leerlo en la versión original inglesa, tendremos un atractivo libro con el que matar el tiempo en verano, introduciéndonos en un mundo de favores, sexo, tiroteos y vendettas que nos atrapa en la red tejida por “El Padrino”.

Ricardo Rodríguez