Cualquier excusa es buena para hablar de viajes. Lo podemos hacer para contar los planes que anteceden a su realización, las vivencias que han tenido lugar durante el mismo o el poso que las mismas han dejado una vez concluido. Podemos excitarnos al hablar de viajes e incluso podemos criticar su ejecución, que para gustos no hay muros. No es en este caso ninguna de esas opciones, o quizás todas sean la causa de traer a colación un tema tan apasionante. La culpa se la debo echar a un viajero impenitente llamado Antonio Checa Godoy, jienense nacido en 1946, periodista y profesor universitario que, ante todo, o después de todo, es un enamorado de los viajes. Su último libro, El viaje y los libros de viajes (Alfar 2017) es un pormenorizado y a la vez resumido estudio de los viajes en los que el autor intenta contestar a dos preguntas fundamentales: ¿por qué viajamos? Y ¿por qué con tanta frecuencia sentimos necesidad de contar lo que hemos visto o vivido?

Antonio Checa es un viajero…

Siempre que hay tiempo y disponibilidad económica, que no es siempre.

¿Es posible definir el término “Libro de viajes”?

Testimonio escrito de alguien que vivió la emoción de viajar y quiere contagiarla.

En tu nuevo libro impartes una erudita lección de conocimientos acerca del mundo de los libros de viajes. ¿Has leído todos los libros que referencias en tu obra?

Sí, pero a lo largo de muchos años. Comencé, hace medio siglo, con viajes de mentirijillas, los de Julio Verne.

¿Hay alguno que te haya calado de especial forma?

En alguna etapa me influyeron mucho los viajes de los románticos franceses del XIX  por España y los de la generación del 98 –Azorín, Unamuno-; mis modelos van más hoy hacia el Viaje a Portugal de Saramago o Cordero negro, halcón gris de Rebecca West sobre la antigua Yugoslavia.

Para viajar hace falta…

Voluntad, paciencia y saber ver, es decir, no creernos el ombligo del mundo.

Es indudable, y así lo manifiestas en tu libro, que el modo de viajar ha cambiado con los años, con los siglos pero ¿ha cambiado la esencia?

Es inevitable el cambio en las circunstancias, pero la emoción ante la novedad sigue. No conozco aún Machu Picchu, lo he visto mil veces en imágenes, pero sé que será una experiencia inolvidable cuando suba hasta ella.

¿Es posible el viaje de descubrimiento hoy en día?

Siempre. Qué importa lo que hayan descubierto otros. La primera vez que vi San Marcos de Venecia era «mi descubrimiento», mi alegría, mi curiosidad.

¿Viajar solo a acompañado?

Mejor acompañado, las emociones son para vivirlas y compartirlas.

¿Maleta o mochila?

Maleta pequeña, como nos imponen las compañías aéreas, con mochila dentro.

Hoy día el viajero está más informado ¿en qué modo cambia ello el contexto de un viaje?

Informarse es necesario, pero no es ver. La realidad es siempre autónoma.

Si solo pudieras viajar una vez más, lo harías…

A Venecia el día del año que hubiese menos visitantes, un 20 de enero o así…

Eres un gran viajero. Cuéntanos alguna anécdota.

En la Rumania de Ceausescu, me quedé solo admirando los frescos  interiores de un templo de la Bucovina. Entró un hombre con un icono escondido bajo el abrigo para que se lo bendijera el pope, creía que no había nadie y al verme debió tomarme por policía y salió corriendo temblando. Fue una magnifica lección sobre lo que es una dictadura. En el mismo viaje nos dejaron sin comer un día porque todo el personal del hotel había salido a saludar al camarada Ceausescu… que pasaba a 20 kilómetros de la población.

A la hora de escribir sueles…

Releo mis notas, veo las muchas fotos tomadas, consulto textos ajenos, elimino dudas charlando con la familia y ejercito la memoria…

Antonio Checa Godoy ha sido decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. ¿Ha influido este hecho en tu modo de viajar?

El viaje es comunicación. Yo soy ante todo historiador de la comunicación y a ella se dedican la mayoría de mis libros. Allá donde voy compro la prensa y veo la televisión incluso aunque no comprenda el idioma.

Después de 50 libros publicados, ¿qué queda esperar del siguiente?

Va sobre Portugal, tan cercano y tan distinto, tan visitado por los españoles y al mismo tiempo tan desconocido de ellos. Tan cordial. No es exótico, ni falta que le hace.

Háblanos un poco de algunos de tus otros libros de viajes y recomienda algún título a tus lectores.

Acabo de publicar Viaje al otro Mediterráneo, recorrido por la orilla sur, de Marruecos a la Turquía de los kurdos. Y creo que es interesante el que apareció en 2016 sobre Uzbekistán, país de ciudades maravillosas y dictadura férrea.

Sobre tu viaje a tu propio interior…

Viajar siempre nos influye, conocer otras ideas, otras religiones, otras vivencias y costumbres, contemplar el poso de la historia, la fugacidad de los tiranos o los imperios, tantos elementos que como lluvia fina poco a poco nos van calando y transformando.

Las gentes son muy importantes es un viaje. ¿Qué se pierde el viajero que no entabla relación con los habitantes de aquellas ciudades que visita?

Recuerda a Protágoras: «el hombre, medida de todas las cosas». En los viajes, también.

¿Es El viaje y los libros de viajes una guía de lectura?

Quizá, confío sobre todo en que sea de utilidad, y ayude a reflexionar a otros, aunque un libro que a mí me apasione puede dejar indiferente a otro. La literatura de viajes no deja de ser literatura.

En la portada, un avión de papel…

Es de una ex alumna extremeña muy competente, Carmen Sánchez. ¿Quién no ha volado de niño con la imaginación siguiendo un avión de papel o una cometa?

Francisco Javier Torres Gómez