Poco a poco se nos escapa de las manos este año 2015, tan fugaz, tan sigiloso… un año que venía a significar la efemérides de nuestra Santa más universal, la Peregrina por antonomasia, una mujer fuerte que supo enfrentarse a su tiempo y hasta a las reglas que regían su Orden en un gesto que, a la postre, significaría la escisión de los carmelitas y su vuelta a los humildes orígenes aquellos tan anhelados, un pasaporte terrenal al paraíso.

Numerosas han sido las celebraciones de tan señalada fecha, ni más ni menos  500 años de Historia desde que viera la luz Teresa de Cepeda y Ahumada en la ciudad de Ávila, al amparo de unas murallas que no fueron suficientes para frenar el ímpetu de una mujer que se convertiría en Doctora de la Iglesia por méritos propios y que terminaría influenciando tanto que aún hoy su nombre es reverenciado con sumo respeto en cada rincón del mundo.

Con su efemérides, numerosos libros han visto la luz, centrados unos en la vida y obra de la Santa, en sus escritos e incluso en la repercusión de su gran labor fundando conventos. Es aconsejable, pues, acercarse a las librerías antes de que termine el año e investigar en los anaqueles los atractivos títulos que se nos ofrecen a los ojos. Coincidiremos con reputados escritores que han considerado acertado unirse al aniversario de Teresa pero, sin duda, una de las obras que más reclamarán nuestra atención será aquella nacida de la pluma de Antonio Puente Mayor, el Testamento de Santa Teresa, original relato publicado por Algaida en el que se hace un original recorrido por las reliquias de la Santa dentro y allende nuestras fronteras, partiendo la “aventura” con una recreación de los últimos momentos en la vida de la religiosa. La trama, bien construida, se adapta tanto al guion del género de intriga como al característico de la nueva novela histórica y consigue, de un modo ameno, instruirnos en la vida de esta mujer sin igual.

Para hablar de la novela contamos con un invitado de excepción, su autor, Antonio Puente Mayor a quién someteremos a un tercer grado con el que pretendemos conseguir su opinión acerca del modo en que se ha enfrentado al desafío de novelar aspectos desconocidos de un personaje tan especial.

Pero antes, quisiera añadir un poco de sal a la entrevista en ciernes y retrotraer al lector hasta aquellos años en que se origina el Carmelo. El mismo término hace alusión al Monte Carmelo, o Montecarmelo, cima localizada en Palestina a donde acudieron en los albores del siglo XII tanto cruzados como peregrinos en busca de un nuevo modo de vida, sencillo, humilde, lejos de los cánones colmados de materialismo de creciente implantación en Occidente. Crearon así una comunidad, la Comunidad u Orden del Carmen o Carmelo, tomando como ejemplo la ascética vida del profeta Elías. Eran peregrinos, ermitaños si cabe, que vivían en comunidad cumpliendo con estrictas normas de pobreza, una pobreza que con el tiempo se iría difuminando hasta nuestra Santa tuvo que intervenir y protagonizar una escisión, los Carmelitas Descalzos, que perdura hasta nuestros días.

Pero, ¿cómo trasciende una comunidad de estas características a la vida religiosa y eclesiástica europea? La respuesta se encuentra en la guerra. Los conflictos bélicos indujeron el traslado de esta y otras comunidades afincadas en Oriente próximo hasta Occidente en forma de órdenes mendicantes armadas con el mismo voto de pobreza, que comenzaron a asentarse en Europa con el paso de los años.

En el siglo XVI, las costumbres se habían relajado más de la cuenta y Teresa se erige en la punta de lanza de una orden a la que consideraba descarriada. Su reforma pretendía devolver la Orden a los fundamentos en los que se sustentaba su creación: era necesario volver a los estándares de humildad y pobreza que se habían perdido. El objetivo marcado no era baladí y sólo una persona con una fuerza de voluntad incontestable podría salir airosa. Teresa lo consiguió. A partir de entonces, la Familia Teresiana, el Carmen Teresiano lleva a cabo una labor encomiable.

Bueno, es momento de dejar paso al escritor. Espero que la entrevista sea de vuestro agrado.

Qué duda cabe que Teresa de Cepeda y Ahumada, nuestra entrañable Santa Teresa no sólo representa a uno de nuestros personajes históricos más internacionales sino que un poquito de ella habita en cada uno de nosotros. Humildad, quizás sea esa una de las palabras que mejor definan a esta abulense luchadora que con sus acciones no sólo alcanzó el cielo sino que dejó un legado en la Tierra sólo susceptible de ser medido con el rasero de la espiritualidad. Ahora que se cumplen 500 años de su nacimiento creo que es justo hacerlo como la ocasión se merece pero intentaremos ser un poquito originales. Parte de esa sal la aportará Antonio Puente Mayor, autor del libro EL TESTAMENTO DE SANTA TERESA, editado por Algaida Ediciones este año tan señalado a quien paso a presentaros como a un sevillano de pro, estudioso, erudito y compañero de letras que duda en confesar su pasión por la Historia y sus múltiples recovecos. En esta ocasión ha querido crear un relato original y ameno, doy fe de ello, en el que la última voluntad de la Santa sirve de misterioso hilo conductor en un viaje nacional e internacional en el que la protagonista de la narración se ve envuelta con el objetivo de enmarcar su trabajo de Tesis.

No trataré de desvelar la trama pues es tarea encomendada al lector. Pero disfrutaré poniendo en algún que otro aprieto al autor con una entrevista que espero sea amena y del agrado de los lectores. Si os parece damos paso a ella y nos vemos a su conclusión para contar algunas cositas más de la que es considerada como Primera Doctora de la Iglesia y personaje cumbre del Misticismo Español.

Hola Antonio, te doy la bienvenida a la revista Distopía y te invito a que te acomodes, te desabroches el botón superior de la camisa y prestes atención a estas preguntas. La audiencia te está escuchando.

Supongo que la primera pregunta que todos te han hecho es por qué ahora una novela sobre Santa Teresa a la que tendrías preparada la respuesta obvia: el quinto centenario… pero tú no te centras en su nacimiento, ni tan siquiera me atrevería a decir que lo haces con su obra sino que por el contrario te vas flechado a su muerte y a los acontecimientos que la rodearon. Ahí va la primera pregunta ¿cómo se te ocurrió enfocar así el tema?

Cada vez que me enfrento a un reto literario siempre procuro que este aporte algo a lo ya existente. Desde que publiqué mi primer libro en 2011, Nazarenos de caramelo, —dedicado a la Semana Santa de Sevilla, pero enfocado a los niños— he intentado cubrir ciertos vacíos en todos aquellos temas que me apasionan. Santa Teresa es un personaje al que descubrí hace mucho tiempo y, afortunadamente, desde varios ángulos. Primero en casa, a través de mi madre. Luego en la facultad de Filología, donde estudié la mística española, y por último en mi trabajo como guía de turismo. Fue precisamente esta faceta la que me permitió acercarme a aquellos lugares teresianos más importantes. El punto de inflexión fue sin duda Alba de Tormes, donde está enterrada la santa y en cuyo convento pude ver su corazón incorrupto. ¿Cómo y por qué acabó en una urna? ¿Por qué la desmembraron a los pocos meses de ser enterrada? Esas y otras cuestiones son las que me empujaron a escribir una novela divulgativa partiendo de la fecha de su muerte.

Se ve que has estudiado, que has indagado con el fin de crear los escenarios en los que sitúas al trío de religiosas que terminan recalando en Alba de Tormes ¿Qué hay de cierto y qué hay de ficción en la reconstrucción que haces de estos hechos?

El testamento de Santa Teresa es una novela llena de verdad, puesto que yo me considero un obseso de la verosimilitud. Por tanto la reconstrucción de los últimos días de la santa en su periplo desde Medina del Campo a Alba de Tormes es lo más fiel posible a la realidad histórica. Hay que tener en cuenta que todo lo que sabemos de este personaje —y de sus contemporáneos— es a través de las hagiografías que se publicaron tras su muerte. Por tanto lo primero que hice fue acudir a las fuentes más próximas; esto es, el padre Ribera y el padre Yepes, sus biógrafos más populares. Luego fui recopilando datos de otros biógrafos posteriores, y una vez cotejado todo, tracé mi propia versión (a la vez una suma de las anteriores pero con alguna licencia narrativa). Creo que el resultado es una crónica ágil y precisa de lo que pudo ocurrir en aquellos últimos días de 1582. ¿Dónde está la ficción? Pues en esos momentos en los que la santa demuestra que, pese a estar herida de muerte, aun es una líder dentro de la comunidad. En pequeñas conversaciones con sus monjas y, sobre todo, en el hecho de redactar esa carta para el duque de Alba que marca el arranque de todo. Pese a que esa misiva nunca existió, estoy convencido que, de haber podido escribirla, Santa Teresa lo habría hecho.

Muestra a Teresa como una mujer fuerte armada con fuertes convicciones, tal como se ha encargado la Historia de dibujarla. ¿Dónde queda la Teresa mujer y sus debilidades? ¿Has tenido ocasión de indagar en el lado más humano de la Santa?

Teresa de Jesús fue una mujer aparentemente fuerte, de eso no cabe duda. El perfil que muestro en mi novela aún refuerza más esa idea, pues en sus horas finales trata de dejar todo bien atado. Pero claro que tuvo debilidades. La primera de ellas era su propia vanidad, un defecto que trató de pulir desde que ingresó como monja en la Encarnación de Ávila. Teresa fue una mujer con múltiples atractivos a los ojos de los hombres, especialmente en su juventud. Hecho que le atormentó todos los días de su vida como religiosa. En la novela doy cuenta de la mucha atención que ponía en su aspecto. Como anécdota queda la reacción que sintió que hizo al ver el retrato que le hiciera fray Juan de la Miseria en Sevilla, en la que se veía «fea y legañosa». Por aquel entonces contaba con 58 años y su vida estaba consagrada a las fundaciones. Y pese a todo, ¡seguía pendiente de su físico! Yo pienso que, más allá de ese detalle, Santa Teresa era un instrumento al servicio de Dios, y si para ello tuvo que hacer gala de todos sus dones ¿por qué no utilizarlos? Tras rastrear sus escritos —repletos de inquietudes y de dudas—, he llegado a la conclusión que tras esa armadura se escondía una mujer de carne y hueso tan frágil como cualquiera, pero que supo mantener el miedo a raya.

Sin que me lo digas, intuyo que tu trabajo como Tour operador ha influido en el planteamiento de los viajes de la protagonista a lo largo de la trama ¿conoces todos los escenarios en los que se desarrolla la acción?

Prácticamente todos. Los ubicados en España de un modo especial, ya que suelo visitarlos varias veces al año por motivos de trabajo. Del extranjero únicamente no he estado en Chicago, pero tuve la suerte de conocer a una chica que vivía próxima a La Villita, el barrio latino en el que se ambienta el introito. Tampoco he visitado personalmente los 17 conventos fundados por la santa en vida, pero sí puedo decir con orgullo que he hablado con todas y cada una de sus prioras por teléfono. Luego he tenido la suerte de estudiar un verano en la UNIA de Baeza, de conocer bien Ronda y de tener unos excelentes amigos vascos que me han enseñado todo lo que sé de su región. El personaje de Ángel es fruto de mi pasión por Euskadi. Por último Salamanca es una de mis ciudades favoritas de España (la conozco desde hace más de veinte años), de ahí que la eligiese para situar en ella a Carla Molina. Todos los lugares que describo los conozco a la perfección: desde la célebre Casa de las Conchas a los bares, donde he saboreado las mismas tapas que piden los personajes.

Como sevillano que soy, me mosquea un poco el mal recuerdo que se llevó Santa Teresa de nuestra ciudad. Háblanos un poquito de este desencuentro.

La Sevilla que conoció Santa Teresa poco o nada tiene que ver con la Sevilla actual. La propia España de entonces fue un contexto único llamado Siglo de Oro que no volverá a repetirse nunca, para bien o para mal. Por tanto a los sevillanos de hoy día les cuesta asumir que a la primera Doctora de la Iglesia no le gustase una ciudad que ha sido loada por todos desde siempre. Pero es que las duras experiencias que le tocó vivir en el sur no podían desembocar en otra cosa. Para empezar, Teresa de Jesús llegó a Sevilla en 1575 procedente de Beas de Segura, Jaén, un lugar que poco tenía que ver con la Andalucía propiamente dicha. El primer golpe de realidad lo recibió en Córdoba: calor sofocante, problemas para cruzar el Guadalquivir con las carretas en las que viajaban, la forma de ser de los andaluces (demasiado efusivos y pasionales en comparación con los castellanos), etc. Al llegar a Sevilla la santa ya venía exhausta y la cosa no había hecho más que empezar. El obispo Rojas se negaba a recibirla, pues le parecía una locura que se fundase un nuevo convento —y mucho menos de pobreza—, la casa en la que se ubicaron era pequeña y húmeda y los sevillanos le dieron la espalda. Para colmo una falsa beata llamada María del Corro, tras ingresar en las carmelitas utilizando sus múltiples contactos, se sintió decepcionada con la vida conventual y tras enfrentarse a Teresa acudió a la Inquisición para denunciarla. Sin comerlo ni beberlo la pobre monja se vio apresada e interrogada en el castillo de San Jorge de Triana… En suma, una de las experiencias más desagradables de su vida. Con estos ingredientes, ¿era posible que tuviese un buen recuerdo de Sevilla?

Tu novela narra hechos incontestables, algunos muy curiosos como la obsesión de la familia Franco con la mano de Santa Teresa. Fue este el origen de la novela o se incorporó a la trama una vez planteada?

Desde que se me ocurrió escribir sobre Santa Teresa tuve claro que quería hacer algo diferente. El tema de las reliquias es algo que siempre me ha llamado la atención. Conozco algunas de las más curiosas de Europa: el trozo más grande de la cruz de Cristo (en Santo Toribio de Liébana), la Santa Sangre de Brujas, el Sudario de Oviedo, la lengua incorrupta de San Antonio en Padua… Pero de todas ellas la relación de Franco con la mano de Santa Teresa me parecía la más fascinante, en cuanto era la más desconocida. Por tanto desde el principio tuve claro que mi novela debía contar esa historia. Yo jamás escribo una línea hasta que la estructura está definida de principio a fin, por lo que la obsesión del caudillo por la reliquia estuvo ya desde los cimientos. Otra cosa es que durante el proceso de investigación paralelo tuviese la suerte de encontrarme con un señor de Ronda que puso en mis manos un valiosísimo documento. Gracias a él pude reconstruir el robo de la mano en Ronda y el periplo restante hasta llegar a El Pardo. Luego escuché que Juan Cobos, el «monaguillo de Franco» había publicado un libro contando su experiencia… Con todos estos mimbres pude trazar esa historia de un modo preciso y cercano. Algo que me llena de orgullo, pues hasta Paul Preston (uno de los mejores biógrafos de Franco) yerra a la hora de referirse a este tema.

Si alguien quisiera seguir los pasos de Santa Teresa en Sevilla debería…

Visitar San José del Carmen, en el barrio de Santa Cruz. La casa de las carmelitas descalzas es uno de los lugares más fascinantes que se pueden conocer en Sevilla. Pese a que la santa jamás lo pisó —ella dejó a sus monjas en una casa de la actual calle Zaragoza en 1576—, alberga algunos de los tesoros más valiosos relacionados con su vida. Para empezar, el manuscrito original de Las Moradas, que tras pasar por las manos de Fray Luis de León, llegó a Sevilla como dote de una joven novicia. Y por supuesto el retrato original de la santa. Él único que le pintaron en vida y para el que tuvo que posar, obligada por su confesor y amigo Jerónimo Gracián. Luego está el lienzo de Zurbarán de la Sacristía Mayor, en la Catedral de Sevilla, y la maravillosa Santa María de las Cuevas, donde fue a menudo para entrevistarse con el prior Pantoja, uno de sus grandes apoyos en la ciudad.

¿Se te ocurrió en algún momento introducir un poquito de gastronomía de conventos en la historia? Debo de reconocer que durante la lectura de tu libro se me ha antojado en diversas ocasiones disfrutar del sabor de estos productos tan celestiales.

Creo que el libro está repleto de referencias gastronómicas en las tres tramas, pero esa idea suena muy, pero que muy bien. En los siete capítulos dedicados a Santa Teresa traté de reconstruir algo de la España del XVI a través de los platos que ella conoció en su infancia: el alcuzcuz con garbanzos o el almodrote, por ejemplo, frente a las simples gachas de las que disponía el monasterio de Alba. El tema de los dulces y otras exquisiteces son posteriores a esa época, pero sin duda suponen uno de los grandes atractivos de los conventos de monjas.

¿Nos podrías contar algunas anécdotas en torno a la creación del libro?

Una de las ciudades que se mencionan en la novela es Viana, que aunque pertenece a Navarra está situada a pocos pasos de Logroño. Se trata de un lugar increíble donde, entre otras curiosidades, podemos ver la tumba de César Borgia. Durante una de mis visitas con los grupos turísticos conocí a Pilar, una profesional como la copa de un pino, que trabaja en la oficina de turismo. Un día, hablando con ella de literatura, salió a colación el tema de mi novela y sorprendida me comentó que la parroquia atesoraba una reliquia de la santa. Yo me quedé pasmado y le pedí verla, pero las llaves las tenía el párroco y ese día era imposible entrar. Pasaron los meses y, finalmente, accedí con un compañero suyo. Gracias a esta anécdota pude escribir uno de los capítulos más intrigantes, y como recompensa mi amiga aparece en la novela bajo el nombre de Piedad. Otros personajes del libro —que no quiero desvelar— también están basados en personales reales. Algunos son compañeros de trabajo, otros son amigos e incluso uno lleva el nombre de mi sobrino, que vive en Polonia. Como ejemplo he de decir que Mamen, la amiga de la protagonista, es prácticamente idéntica a una guía de Salamanca que colabora conmigo desde hace trece años: desde el color del pelo a la ropa. Esto me ha permitido enriquecer la novela y llenarla de verdad.

Danos, por último, un par de razones por las que el autor recomienda leer su obra. Yo romperé el hielo diciendo que me lo he pasado muy bien recorriendo las páginas de EL TESTAMENTO DE SANTA TERESA y que he llegado incluso a desear que el libro fuera más voluminoso pues es verdad que se me hizo corto.

En primer lugar me gustaría insistir en que más del ochenta por ciento de los datos históricos que encierra son reales. Toda la investigación previa —que me ha llevado más de dos años— avalan este dato. Luego es un libro que mezcla varios géneros: desde el thriller a la novela histórica, pasando por el road trip o libro de viajes. Los capítulos son cortos, ágiles e intensos y en su mayor parte te dejan con la miel en los labios. Pese a que Santa Teresa es el eje central se introducen otros temas, como el de la guerra civil en Andalucía, asunto poco tratado en la literatura contemporánea (al menos de un modo ecuánime). En suma, es un libro cuya vocación es entretener y enseñar a partes iguales.

Ante todo, Antonio, quiero darte las gracias por tu atención y espero que tu libro obtenga el éxito que se merece. Un fuerte abrazo, amigo.

Hablemos un poco más de Santa Teresa e ilustrémonos un poquito, que el saber ocupa poco lugar…

Francisco Javier Torres Gómez