Parece increíble pero un sencillo hilo de color rojo me unió, inesperadamente, con Lidia María Jaime, una desconocida y joven actriz jerezana de la que lo desconocía todo, hasta el nombre. A veces las cosas ocurren porque tienen que ocurrir, sin más, y la esencia de estas palabras queda prendida en leyendas que, como la japonesa del hilo rojo, nos hace meditar, sentir y hasta sorprendernos de cómo el destino, al igual que el diablo, puede adquirir múltiples facies, a cual más dulce o siniestra.

La culpa de todo la tuvo, de nuevo, Chari Naranjo, escritora y amiga, en esta ocasión oficiando de guionista de un cortometraje a cuyo estreno no solo fui invitado, como marcan las costumbres, sino que terminé regalado con las funciones de presentador.

El presente escrito no hubiese sido posible de haber obrado con el rechazo. Es de suponer que acepté el reto, complacido por hacerlo, pero rehusé a visionar el metraje para dejarme sorprender como cualquiera de los espectadores que allí se dieran cita. Compartir mesa con Chari es siempre un placer pero esta vez el aliño se aderezó con la presencia de otros personajes, artistas, productores y de la actriz principal, Lidia, a la que he tenido el atrevimiento de invitar a que se asome a los balcones de Revista Distopía.

Realizadas las presentaciones de rigor, tocaba callar, hablar y callar de nuevo mientras se visionaba el corto. Mientras tanto, intercambio de direcciones y propuestas. Paralelamente, el drama, pura violencia de género en metraje y cruel destino para Lidia, tragedia no por previsible menos dolorosa. Menos mal que se encendieron las luces y pude comprobar en persona que la joven seguía vivita y coleando, mostrándonos la mejor de sus sonrisas.

Toca recomendar el visionado de El hilo rojo y extrapolar a la actriz del contexto en el que la he sumergido. Libre de ataduras, jovial, se aviene a tomar un café y someterse a nuestro cariñoso interrogatorio. Nos presta su currículo vital y nos sonríe sin saber la que se le viene encima. Intentaremos sobrevivir sin el currículum, aunque sl final lo mostraremos para demostrar que Lidia no es ninguna principiante sino una actriz de largo recorrido que perfectamente podría encajar en cualquiera de las múltiples producciones que se están llevando a cabo en este país.

Quiero conocer un poco más a la Lidia pequeñita, a esa niña que quizás soñó con ser actriz.

Pues yo era una niña con una gran imaginación, me podía pasar horas jugando sola en mi cuarto con mis amigos imaginarios y mis juguetes. Me llevaba el día cantando, bailando, inventando historias… A la vez era una niña muy sociable y tuve la suerte de criarme en un sitio grande y seguro lleno de niños en el que nos pasábamos el día inventando juegos.

Aún conservo parte de esa niña. De hecho soy actriz, entre otras cosas, porque mi profesión me conecta con esa niña interior.

Casi todos los actores y actrices que conozco hablan de vocación y, contemplando el panorama que nos rodea, vocación es un término que se queda corto para describir lo que se siente al tomar la decisión de dedicarse a la interpretación. ¿Miento?

Desde luego, si la vocación no existe se puede llegar a sobrevivir, pero dudo que se pueda llegar a ser feliz. Yo siempre digo que soy actriz “irremediablemente” porque alejarme de la interpretación me marchita, me vuelve una persona triste. A mí actuar me acerca a la felicidad. Claro que la vocación es la raíz, pero a eso hay que sumarle mucho trabajo, tesón, confianza, aceptación… Una serie de valores y una actitud que te ayuden a mantener la ilusión en una profesión tan bonita como inesperada.

¿Cómo es el día a día de una actriz en España y, sobre todo, en esta nuestra Andalucía?

Por lo general, en España tienes que compaginar la interpretación con otros trabajos para vivir dignamente. Ya nadie paga las horas de ensayo (que son muchas) y eso hace que tengas que buscar otros medios para subsistir que, a su vez, te restan tiempo para dedicarle a los proyectos artístico. En fin… la vida de los actores en España.

Con respecto a Andalucía hay más movimiento del que la gente cree. Hay profesionales muy buenos que, con pocos recursos, están haciendo grandes trabajos. Tenemos que aprender a invertir en el talento de nuestra tierra para que la industria crezca en el sur. Yo me siento afortunada porque disfruto mucho con la enseñanza y trabajar en la Escuela de María Espejo, además de darme estabilidad, me llena de la frescura de los alumnos, me obliga a investigar continuamente y me permite compaginar con otros proyectos profesionales. Para mí, la clave está en no parar de moverse, no esperar a que te lluevan las oportunidades. Si no llegan de fuera, hay que crearlas.

Es pregunta obligada dar tu visión de la salud del cine español en estos momentos.

Yo creo que el público en general ha cambiado su visión del cine español para bien. Se han roto algunos estereotipos y la gente sabe que el cine español abarca muchos géneros y que aquí se pueden hacer películas de gran calidad. Por eso, a pesar de todas las dificultades y de la escasez de recursos de muchas producciones, yo me atrevo a decir que está creciendo.

¿Cuál es tu película favorita?

Uff… No sabría elegir… Por decir una mítica, diría que me gusta mucho Pretty Woman.

¿Actor o actriz fetiche?

Fetiche como tal tampoco… Pero me gustan mucho Aitana Sánchez Gijón, Anne Hathaway y Eddie Redmayne.

El sueño de Lidia sería trabajar a las órdenes de…

Cualquier director que se meta en la piel de sus actores. Pero si me pides uno así a bote pronto diría Clint Eastwood, tiene que ser una pasada…

El cine y la literatura están muy unidos, o al menos esa es mi humilde opinión. ¿Es Lidia María Jaime gran lectora? En caso positivo, cita algunos títulos imprescindibles.

Sí, me gusta leer desde siempre. De hecho, le pedía a mi abuela que me enseñara a leer a mí también mientras aprendía uno de mis hermanos mayores (risas).

Libros que han marcado de alguna forma mi vida: Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena. Macbeth y Hamlet de Shakespeare, las tragedias griegas, toda la obra de Lorca, La vida es sueño de Calderón, El alquimista de Paulo Coello, Momo de Michael Ende, La muerte de Iván Illich de Tolstoi, Déjame que te cuente de Jorge Bucay, Pupila de águila de Alfredo Gómez Cerdá…

Recientemente he leído La Templanza de María Dueñas y, por su vínculo con Jerez, además de disfrutar del relato, ha significado muchas cosas.

¿Dónde ensayas?

Pues, a lo largo de mi vida, he ensayado en sitios tan dispares como escuelas, salones de actos, el salón de la casa del director, el parque de El Retiro de Madrid o locales de ensayo específicos de varias compañías.

Desde hace tres años la Escuela de Actores y Presentadores María Espejo de la calle Porvera de Jerez es, además de centro de formación donde imparto clases, el lugar de ensayo de los montajes de PUSH Events & Show, con quienes trabajo actualmente.

¿Quién te aguanta durante los ensayos?

Mis compañeros (risas) ¡Y mi familia y mis amigos, por supuesto! Soy muy afortunada por el apoyo que siempre he recibido de ellos.

En tu vida ¿sobreactúas?

Hace mucho tiempo que decidí que la interpretación para el escenario y la cámara. Evidentemente, como cualquier persona, tengo diferentes facetas pero todas forman parte de mí misma. Es la única manera en la que creo que puedo mantenerme algo cuerda (risas) No se puede fingir eternamente.

Leyendo tu currículum se comprueba que lo de actriz se queda corto para describirte. Háblanos de esas otras facetas que has cultivado o, al menos, en las que te has formado.

Bueno, me considero una persona inquieta con muchas ganas de aprender así que he tocado varios campos.

El mundo de la comunicación y las relaciones públicas siempre me atrajo, me adentré en él y he conseguido unirlo a la interpretación en el equipo de María Espejo Comunicación. Actualmente impartimos cursos para particulares y empresas en los que ponemos las herramientas actorales al servicio de la comunicación.

Por otra parte, el mundo de la moda siempre ha estado presente en mi vida. Mi madre es una de las socias de M&T Salón de Modas y he podido acompañarla a ver colecciones, desfiles, etc. Cuando llegó el momento de preparar el vestuario de algunas obras de teatro eché de menos tener más conocimientos técnicos para llevar a cabo ciertas ideas y, de vuelta al sur, aproveché para formarme en modelismo de indumentaria. Esto me ayudó a diseñar y coser el vestuario de algunas obras de teatro y a valorar aún más el gran trabajo que realizan los figurinistas.

Y la esgrima me alucina, me ayuda a descargar tensiones, y por ello dediqué mucho tiempo a formarme con el maestro de armas Jesús Esperanza.

Como ves, muchas cosas distintas pero siempre me las llevo al mundo de la interpretación.

¿A qué dedica Lidia su tiempo libre?

A estar con las personas a las que quiero. Sé que en los periodos de mucho trabajo no es posible. También me escapo a la playa o a la montaña siempre que puedo para estar en contacto con la naturaleza.

Y bueno… también escribo, sobre todo cuentos. A veces los adapto y los llevo a escena. Y hago manualidades.

¿Lidia es buena en… (no te pases con la respuesta, que podrían leerlas menores de edad)?

(Risas) En contagiar una sonrisa… (muchas más risas).

Salta a la vista que eres una joven guapa, con facciones muy marcadas. ¿influye esta circunstancia en tu trabajo?

A los actores siempre nos condiciona nuestro físico porque no puedes encajar en todos los perfiles que busque la producción. En ese sentido, para mí lo más importante es sentirme bien conmigo misma. Para algunos puedes ser un bellezón y para otros tienes la nariz grande, los ojos pequeños, la cara muy angulosa, demasiadas caderas… No puedes dejar que eso te condicione. Hay personajes de todo tipo, así que tiene que haber actrices de todo tipo.

Esa voz… ¿Qué bebes en los entretiempos? ¿Y qué comes?

Me cuido de mantener bien mi voz, durante los ensayos y las funciones únicamente bebo agua, nada con gas. Fuera del trabajo, cuando se tercia, bebo vino de Jerez (cream, amontillado o fino según la ocasión) y a veces cerveza.

La comida… Me vuelven loca las papas con chocos y el puchero de mi madre. Y como soy intolerante a las proteínas de la leche, en general valoro mucho cualquier alimento que se prepare para mí con cuidado y cariño.

Alguna superstición…

Varias (risas)… Aunque más que supersticiones son manías, como por ejemplo no dejar el bolso en el suelo, que se escapa el dinero.

¿Te suelen desear “mucha mierda” antes de salir a escena?

Sí, y además me gusta. Conociendo el origen de la expresión y la voluntad con la que me la dicen, no podía ser de otra forma.

El color amarillo…

Para mí no es un color maldito en escena, es más, tiene una connotación positiva en el escenario. Hace muchos años, en el colegio representamos La zapatera prodigiosa de Lorca y yo hacía de la vecina amarilla. Fue en esa época cuando tomé la decisión firme de ser actriz. Guardo el recuerdo de ese personaje como algo especial.

 Imagina que estás en escena, delante del público, de tu público… Regálanos una frase en la que utilices la palabra Distopía.

“Estoy cansada de escucharte: reacciona. Te pasas la vida soñando con la utopía y construyendo la distopía.”

¿Cómo es en realidad Lidia María Jaime?

Una mujer sencilla, familiar, perseverante, risueña, intensa, algo cabezota, a veces despistada y optimista.

¿Películas de amor o de terror?

Como espectadora, de amor. Como actriz, me atrevo con todo.

El rasgo tuyo que más guste a tus seguidores es…

Normalmente me hacen referencia a la presencia. En escena me suelen decir que “parezco más alta” (risas).

Cuéntanos alguna anécdota de grabación.

Una vez, grabando una secuencia en la calle, pillamos sin darnos cuenta de fondo un cochazo y una mujer se nos acercó, cortó la grabación y le presentó a mi compañera al dueño del coche porque pensaba que nos estábamos haciendo fotos delante de su Porsche. Imagínate nuestra cara (risas).

Volvemos, si no te importa, a El hilo rojo.

Para nada, al contrario…

Háblanos de la leyenda de El hilo rojo.

Según la leyenda, existe un hilo rojo que nos conecta con la persona destinada a estar con nosotros, no importa lo lejos que esté o el tiempo que tarde en aparecer en tu vida, ese hilo es irrompible y conseguirá unirnos de alguna manera.

¿Cómo es trabajar un guión de Chari Naranjo?

El guión de El hilo rojo de Chari es muy interesante porque le da un giro a la leyenda y nos hace reflexionar acerca de ella.

Fue un trabajo intenso porque hay frases muy duras, se dicen muchas cosas entre líneas y queríamos mantener en todo momento la esencia que ella había escrito.

Pero yo soy muy intensa (risas). Repetiría otro proyecto suyo, sin duda.

El pequeño Leo lo borda…

Es un gran actor y un excelente compañero. Como buen niño, es una esponja y estuvo todo el rodaje pendiente de todos los detalles. Cuando tuvimos que rodar con él, estaba muy atento a las pautas de dirección y hacía todo lo posible por facilitar el trabajo al resto del equipo. Tiene talento y, sobre todo, muchas ganas de aprender y mucho tesón. Le auguro una larga y fructífera carrera.

Alguna cosilla del rodaje…

Rodamos todo en plano secuencia así que la carga emocional fue muy grande. Cada vez que cortábamos Ander se acercaba, me daba un abrazo y me preguntaba si estaba bien. Todo el equipo estuvo muy pendiente de nosotros. Aún así me pasé todo el día a base de agua. Tenía tal pellizco en el estómago que fui incapaz de comer nada hasta que terminamos de grabar todas las escenas en las que aparecía mi personaje.

Alguna cosilla del director

Es todavía más intenso que yo (risas).

Después de este tercer grado, lo menos que podemos hacer nosotroses pagar el café. Nos debes uono para cuando seas famosa.

Francisco Javier Torres Gómez (@yodaempanao).