Augurio (Poemas Ab-Zurdos) es el libro, micro libro si atendemos al número de páginas, con el que, en fechas recientes, el poeta cordobés Antonio Varo Baena realiza un auto-exorcismo y escupe una realidad que de la más pura convivencia se ha convertido en auténtico rasgo de su personalidad. La muerte y la nada son protagonistas de una existencia no exenta de dolor y pasión que asume en el verso su forma de expresión primigenia. Recorreremos cada página de la que se desprende el olor de lo nuevo tanto en lo narrado como en lo referente al soporte que le da calidad y vida, el producto bien tratado del que la colección Adelfos de la Asociación Cultural Andrómina hace gala.
Antonio es médico de profesión y poeta de vocación y funde en su obra las influencias que se exprimen del jugo de su propia experiencia. Su biografía, salpicada con la sal amarga de lo trágico en repetidas ocasiones, eclosiona en ganas de vivir aun cuando la mancha de las dudas aflora en forma de preguntas a las que intenta responder con sus versos.
Augurio es pasado, presente y futuro y la recta que une estos puntos es una senda vital a la que Antonio se agarra con fuerza y de la pierde acomodo cuando surgen las dudas.
Antonio es zurdo y quién sabe si ab-surdo ante los ojos de quien no comprende cómo se enhebran los versos de la alegría y de la propia amargura. La nada, lejos de permanecer en el anonimato, aflora y se hace sustancial testigo que da sentido a muchas de las preguntas sugeridas.
En fin, Augurios es una obra personal cuya madeja se nos presenta justo antes de ser resuelta en el desenlace final de su comprensión. Pasemos, pues, a conocer a un autor singular que se presta a responder a nuestras peculiares preguntas.
Bienvenido, Antonio, a esta tu revista Distopia. Para empezar queremos conocer la definición que Antonio Varo Baena hace de sí mismo.
Sobre todo me considero poeta; aunque me da un cierto pudor decirlo. Aunque también ensayista (donde me encuentro muy cómodo), narrador y dramaturgo (a lo que dedico mis esfuerzos recientes). Me identifico con mis dos vocaciones, la médica y la poética y literaria. Quizás sólo sea un diletante. Y prefiero serlo.
Antonio es médico y poeta. ¿Cómo influyen ambos mundos en la pluma del autor?
Siempre me cuesta contestar a esta pregunta porque no le veo sentido. Es una cuestión demasiado tópica. Pero en fin; ningún mundo influye en el otro porque no tienen nada que ver, por eso son dos vocaciones, la poética y la médica, perfectamente compatibles. ¿Es que para ser poeta hay que ser filólogo o profesor de literatura? ¿Alguien da un carnet de poeta? ¡Qué horror! La poesía no es literatura. La poesía no entiende de profesiones; la vida literaria -como diría Marsé- sí entiende de ellas. Pero eso no me interesa. Aunque sin duda es una rémora. Los médicos te ven como poeta y los poetas como médico y se te cierran puertas en la vida literaria y te miran raro las sectas poéticas “filológicas y profesionales”. La cuadrícula mental no es mi mundo pero los estereotipos pesan. Aunque eso de la filología y la poesía es muy nuevo; no tiene más de cincuenta años. Repasa qué eran los poetas anteriores a los 60 del siglo pasado: San Juan, los Machado, Aleixandre, Bécquer, Garcilaso, Manrique, Lorca, Vicente Núñez, Pablo García Baena, Gil de Biedma. Claudio Rodríguez -la excepción-, sí era filólogo. Los profesores y filólogos han prostituido la poesía y no han acabado con ella de milagro porque seguramente la poesía es consustancial al ser humano.
¿Cuánto de zurdo y cuánto de ab-zurdo tiene Antonio?
No soy zurdo (con el pie jugando al fútbol cuando lo hacía, sí). Lo de zurdo y ab-zurdo del poemario tiene que ver con un accidente de tráfico que tuve hace cinco años en el cual quedó paralizado mi brazo derecho, por eso escribí el poemario con la izquierda de una manera algo catártica. Después recuperé la movilidad. Por eso digo en el poemario: “Cuando muera que lleven mi brazo derecho al chatarrero”. De absurdo tengo todo, como la vida, como la poesía, como dijo Tristán Tzara.
¿Por qué la muerte?
Alguien dijo (quizás Epicuro), que la vida es una parte de la muerte. Seguramente. La muerte y el amor son los temas universales de la poesía, pero tengo que reconocer que aparte de ello yo siempre he tenido una cierta predisposición melancólica a pensar en la muerte. Lo cual te hace perder mucho tiempo, lo único que tenemos.
¿Por qué la nada?
¿Por qué hay nada en vez de algo?, se preguntaba Heidegger. Hay momentos que me produce auténtico pavor, una angustia existencial ante la nada que pretendo obviar. Con la poesía es como si hablando de ella en los poemas estuviera más lejana. Una ficción sin duda. “La vida es la pasión más corta entre dos mundos” escribo en un poema y Hamlet: “La muerte, como antes de nacer”.
Parece obligatorio preguntar por el concepto de Dios que maneja un poeta con las características citadas.
Mi cultura es católica, mi tradición cristiana. Pero no tengo capacidad para auto engañarme, aunque me gustaría creer. Mi agnosticismo (me da miedo llamarlo ateísmo) está más en consonancia con un cierto panteísmo no deísta que con otra cosa.
Billy Holliday, la Niña de los Peines y Callas. Supongo que nadie más a quien llevarse a una isla desierta…
Al contrario, a muchas y muchos más; en música Los Beatles, Pink Floyd, Triana por supuesto, Nirvana, Jacques Brel o Paco Ibáñez; Caracol, Mairena, Terremoto o Pepe Pinto -marido de La Niña-. Y por supuesto Mozart, Bach, Schubert y Wagner. Pero con ellas tres me conformaría para apaciguar el ansia musical. Lo resumen todo de una cultura, de una música, con su genialidad. El desgarro único de la voz de Billy Holliday -no hay otra en jazz como ella-; la sabiduría flamenca y la creatividad y una voz jonda inigualable de la Niña de Los Peines, una de las máximas referencias y creadoras del flamenco. Y el canto de los dioses de la Callas. Para continuar este juego, literariamente me llevaría el Quijote, las tragedias y sonetos de Shakespeare, las novelas de Dostoyevski, Joseph Roth, Pío Baroja, y los versos de San Juan de la Cruz, Manrique, Góngora, Bécquer, los Machado, Aleixandre, Vicente Núñez, Claudio Rodríguez, Baudelaire o Rilke entre otros. Bueno y ya puestos, las película de Orson Welles, John Ford, Hitchcock, Lubitsch, Bergman, Visconti, Pasolini, Coppola… En fin.
¿Cree en el destino?
¡No, por Dios! Si creo en algo es en el azar, es decir en nada, a no ser que el destino sea una forma del azar, que es lo más probable.
Explique en pocas palabras qué encierra su obra Augurios y no utilice ninguna de las que haya usado previamente cuando se preguntara al respecto.
Melancolía, dolor, algo de rabia y miedo. Y sobre todo desazón de vivir y amor a la vida.
El lector toma un libro pequeño libro en sus manos y contempla una moneda mellada (mordida) en la portada. La elección de esta imagen como presentación de la obra se debe a…
Es el logo de la Asociación Andrómina que caracteriza esta colección -todos lo llevan-. En cualquier caso te cuento que es una moneda romana, un obulco de Porcuna, encontrado en una viña de Aguilar de la Frontera cuando un jornalero la araba. Un bonito símbolo para significar de dónde venimos y a dónde vamos.
Alivia Pensar la nada, El dolor nos justifica, La música se derrama…son títulos sugerentes pero poco festivos. Querríamos saber el hilo conductor de Augurios
¿Hay motivo de fiesta en el mundo, en la vida? Bueno quizás sí lo haya. Pero la vida es sobre todo dolor contra el que utilizamos determinados epítemas como la música, el amor, la literatura. Mi ex-libris lo dice: “La literatura es la medicina del alma”.
Por último, queremos que el autor invite al lector a recorrer sus versos
Te transcribo un poema de otro libro que de alguna manera resume la temática y el tono de mis versos:
Cuando el amor llega
no debe andar lejos la muerte.
Me pides un poema
que devore las entrañas,
como el hombre desnudo
para ocultar su impudicia,
como la mujer que implora
el final del dolor del parto.
Ya te di el sonido apagado
de mis palabras escritas,
el punzón de taladro
de las páginas en hueco.
Te di todas mis soledades,
mis ideas, mis sentidos.
¿Quieres un poema?
Tómalo aquí me tienes
(Del libro Viaje en la Noche, 1999)
Ante todo, queremos desde Distopia darte las gracias, Antonio y desearte buena suerte en el camino que ya comenzaste a recorrer tiempo ha y cuyo final aún no se vislumbra. Ha sido todo un placer poder departir contigo. Hasta otra.
Francisco Javier Torres Gómez
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