Jerez está viviendo el 750 aniversario de su reconquista. Un recorrido por su urbanismo, su manera de vivir y hasta la figura del rey Alfonso X han formado parte de los eventos programados hasta ahora

Jerez está de fiesta y además lo está por todo lo alto. Apenas acaba de pasar la Feria y la correspondiente edición de Equisur (la feria ganadera con el caballo como protagonista, no podía ser de otra forma) y nos disponemos a embarcar en otra aventura en la que el vino se convierte en soberano absoluto. Eso sí, con permiso de otro de los personajes a los que se recuerda de manera especial a lo largo de estos meses, Alfonso X, el rey Sabio que allá por 1264 se lanzó a la aventura de arrebatar la ciudad a los almohades y empezar a transformarla en la Jerez cristiana. Han pasado 750 años de aquella hazaña que sucedió el 9 de octubre y precisamente eso es lo que se conmemora con distintos actos en los que no falta recordar las raíces, incluso de manera cantada, con los propios versos de un monarca que ha pasado a la posteridad como uno de los principales mecenas de la Edad Media y difusor de la cultura en la Península Ibérica.

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Pero vamos primero a lo más actual. En apenas unos días, se celebrará una nueva edición de Vinoble, VIII Salón de los Vinos Nobles, Generosos y Licorosos, que tendrá lugar entre el 25 y el 27 de mayo. Es cierto que este acto está destinado casi en su totalidad a los profesionales del sector, ya que tiene repercusión internacional, pero también hay actos que están abiertos al público general. No obstante, es imprescindible realizar una reserva porque el aforo es limitado a tan sólo veinte personas por cada cata, que tiene un precio variable según el lugar en el que se celebre. Así, las ubicadas en la Mezquita tendrán un precio de 20 euros (excepto las mesas redondas que serán gratuitas), el coste de las realizadas en el Molino será de 10 euros y en San Fernando la plaza será gratuita. Para realizar la inscripción, se debe enviar un correo electrónico con el título de la cata o mesa redonda, nombre, apellidos y teléfono móvil a: catasvinoble@gustatio.es. La plaza no quedará reservada hasta recibir el correo de confirmación en un plazo aproximado de 48 horas. Se puede consultar más información en la página web municipal (http://www.jerez.es/webs_municipales/vinoble/).

Como he dicho anteriormente, un pueblo que no mira hacia su historia no aprende. Básicamente porque no tiene referencias ni mira con perspectiva lo que está por venir, porque no ha consultado lo que ya sí lo estuvo. Quizá por esa razón se hayan organizado unas Jornadas de Historias de Jerez, su edición vigésima concretamente, en la que se ha dado realce a temas relativos a la frontera entre el mundo cristiano y almohade (recordamos que las tres grandes culturas convivían en la ciudad igual que en otras muchas del siglo XIII), sobre todo desde la perspectiva arqueológica. El principal artífice de ese encuentro que se celebró recientemente en Consejo Regulador del Vino, el Centro de Estudios Históricos Jerezanos, aunque también el Centro de Profesorado lo respaldó.

El catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla, Antonio González Gómez, fue el primero en hablar de la Jerez de Alfonso X. Una ciudad en la que la cohabitación queda rota al irrumpir las huestes del soberano castellano, desde entonces los musulmanes ven reducida su autonomía en estos lares y por tanto, la conquista del resto de la provincia y del norte de África (Tarifa está a unos cien kilómetros) estaba mucho más cercana. El medievalista se centró sobre todo en la manera en la que se repartió la ciudad para su repoblación, algo fundamental para que la gesta del rey Sabio cuajara. Eran siete barrios los que componen la Jerez del siglo XIII y unas 2.350 casas, según el catedrático, pero apenas se modifica el plano musulmán. Sólo se reconvierten mezquitas en iglesias, se hacen bodegas y establos y alhóndigas (fondas), molinos y huertos se transforman en viviendas. Judíos y musulmanes siguen teniendo su sitio, pero con privilegios mermados. De hecho, como destacó el profesor, en apenas cuatro años la mayoría de los islámicos decide abandonar la ciudad para siempre. El número de vecinos oscilaría entre los 5.500 y los 7.000 habitantes.

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El resto de las citas con la historia corrieron a cargo de expertos del Museo Arqueológico municipal. En concreto de su directora, Rosalía González y los arqueólogos Francisco Barrionuevo y Laureano Aguilar Moya.

González habló de que ya en el siglo IX se hacen referencias a Jerez en crónicas en las que se cuentan ataques normandos. Dos siglos más tarde la localidad ya está consolidada. Restó importancia a la idea de que las ciudades islámicas sean caóticas en cuanto al urbanismo se refiere, sino que “están planificadas” como se ve en una ordenación macroespacial en la que la muralla, la sede gubernamental, la mezquita y algunas calles principales son sus puntos ‘calientes’. Siete mezquitas en aquel entonces en unos barrios que crecen en función de las necesidades de los vecinos. Las casas, bastiones en los que se defiende el honor y la intimidad con pocos vanos hacia el exterior y con muchas similitudes con Sevilla (no en vano Jerez pertenecía a la corona de Castilla y al reino de Sevilla, concretamente. González hizo hincapié en que seguramente existan enterramientos en los alrededores de la puerta que lleva este nombre, igual que los ha habido en las de Santiago y San Salvador. Ella habló de seis barrios en lugar de siete, que coinciden con los actuales que reciben el nombre de los evangelistas más el citado de San Salvador (catedral) y San Dionisio (patrón de Jerez que se celebra el 9 de octubre). Otra cifra, allá por el siglo XVI ya la ciudad contaba con unos 30.000 habitantes y tenía condición de puerto. La muralla pierde su funcionalidad y permite la apertura de su perímetro, aunque también las epidemias o las hambrunas hicieron que barrios como el de la actual Picadueña o San Pedro se quedaran prácticamente abandonados.

Por otro lado, Aguilar Moya destacó el papel del agua en el Al-Andalus y la funcionalidad del Alcázar, entre otras cuestiones, mientras que Barrionuevo habló en su conferencia de la muralla y sus distintas puertas (puerta de Sevilla, de Rota, Real y la de Santiago). Comenzó la charla con una cantiga de El Sabio en la que se habla de Jerez, una fortificación almohade en la que no faltan las vides y los olivos. Las cantigas son una de las obras más creativas del rey difusor de la cultura. De su puño y letra y en gallego, giran en torno a distintos temas donde no faltan el amor y las costumbres y sobre todo las alabanzas a la virgen que les guía en la reconquista. También ha tenido su espacio en el calendario de eventos previsto para estos meses con un concierto que bajo el título de ‘Aromas de Al- Andalus’ se recreaba en la poesía cantada y en los sones de la fídula, el salterio qanun o un simple pandero. Cantigas para transportar al público asistente a otros ambientes que siempre han fascinado, a lo exótico del mundo andalusí, recuperando letras de otras épocas en un marco incomparable para esto, los claustros de Santo Domingo. Los artífices de esto: Eduardo Paniagua; César Carazo y la poetisa Yolanda Aldón. La poesía cantada, tanto profana (moaxajas, zéjeles y jarchas) como religiosa de los poetas de Al-Andalus de los siglos XI y XV, y su contraste con poesía actual de inspiración andalusí tomaron de nuevo Jerez que por un tiempo gira la vista atrás para rememorar su historia.

Noemí González