El fenómeno que es Anna Calvi es grande, y ha impactado en los oídos del buen gusto como un rayo. Su sonido es familiar, pero original a la vez; su música parece salida de una película que David Lynch no ha dirigido con banda sonora de Ennio Morricone, y entre los músicos de la orquesta, P.J. Harvey o Dick Dale. Si a esto añadimos que es una consumadísima guitarrista y posee una voz prodigiosa, profunda y expresiva, nos enfrentamos a un tipo de música de tal envergadura que no es apta para corazones sensibles. La elegancia bella, tenebrosa y majestuosa de sus canciones no deja rincones para prosaísmos. Si, a todo esto le unimos sus letras, que tratan de deseos, sentimientos reprimidos y seducción, todo ello rodeándolo de un halo misterio cautivador, podemos caer en el error de que se trata de una artista de culto de esas difíciles de coger el hilo. Sin embargo, su inteligencia reside en alternar temas fáciles al oído, como “Desire”, o expresionistas como “One Breath”, siempre sin pisar el borde de la música experimental, sin que ello la haga caer en ser gran amiga de las radiofórmulas.

Tal misterio encierra su música que merecía una cita llena de preguntas. La edición del festival Territorios de 2014 en Sevilla resultó ser el momento y el lugar ideal. Bajo el sol hispalense, un muy asertivo representante de pelo oxigenado nos pedía que no hiciéramos fotos durante la entrevista, que tuvo lugar en un hermoso huerto de naranjos del Monasterio de La Cartuja. Anna apareció con pasos lentos, vestida de su habitual rojo y negro, que ya forma parte de su imagen, desde la portada de su primer álbum. Con tranquilidad y susurrando respuestas nos explicó más acerca de su atemporal creación, que comenzó a lo grande con Anna Calvi (2011) y continuó con One Breath (2013).

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Foto: Juan Antonio Gámez

Tu primer álbum llevaba como padrino a todo un visionario de la música Brian Eno. ¿Qué crees que vio en tu música?

Creo que le gustó lo romántico y la pasión que hay en ella, eso dijo. También dijo que mi música le parece “inteligente”, lo cual es todo un elogio.

Anna comenzó a tocar desde muy pequeña. Su primera composición, así nos contó, se llamó “Ziggy Stardust and the Rock from Mars” Así que la siguiente pregunta era obligada. Has hecho versiones de David Bowie, “Lady Grinning Soul” y “Sound and Vision”…

Es uno de mis artistas favoritos. Escucho su música desde niña. Es uno de mis artistas favoritos como cantante, y es increíble como compositor.

Se suele citar una lista interminable de influencias en tu música. ¿Qué piensas de esto?

Se trata de encontrar una expresión, no de intentar sonar como otra gente. Mis influencias llegan hasta cierto punto, pero lo que quiero crear es mi propia música.

Esto es un hecho indiscutible, Anna ha creado una voz propia rápida de reconocer más allá de vacías listas de influencias. Su manera de componer, tiene que ver mucho en ello. ¿Sueles componer de una manera específica? ¿Qué es lo que te provoca el deseo de componer?

A veces me inspira algo de música que escucho de repente, o de una película… o algo inspirador que escucho de alguien. Otras veces cuando tengo tiempo y me apetece, me siento y me dedico a ello… Normalmente cojo la guitarra y grabo cantando y tocando, y de algún modo aparece un tema musical de forma natural, y luego voy dando forma.

¿Cuál podría ser una de las canciones con la que estés más satisfecha?

Bueno, eso depende, en realidad… Me encanta tocar “Love Won’t be Leaving” en directo. Es diferente cada vez que lo hago…

Tus dos álbumes son similares en sonido, aun teniendo a dos productores diferentes…

Supongo que se trata de una especial de continuación lógica.

¿De qué trata tu música?

Depende de la canción, aunque creo que se trata de crear una atmósfera en la que adentrarse de alguna manera para que la música te cuente la historia a través de la letra hasta transmitir una emoción sincera.

Has creado un sello de misterio en torno a tu creación que se refleja tu imagen, tu música y tus vídeos…

¿Misterio? Sí que lo hay. El misterio despierta la imaginación, y no hay nada mejor que mantenerla despierta.

“The Bridge”, el último tema de tu segundo disco es muy diferente a los demás que habías hecho hasta el momento.

Siempre quise componer una pieza coral. Escuchaba mucho en ese momento a Rachmaninov, y había visto unas imágenes de un puente derrumbándose, y pensé que era una imagen de gran belleza, aunque a la vez triste. La imagen encierra una metáfora cargada de intensidad.

¿Llevan tus canciones un mensaje?

Quizá el de no tener miedo a sentir intensamente.

Dos de tus temas que interpretas, “Jezebel” and “The Devil”, hacen referencia al Diablo. ¿Qué significa para ti?

Me fascina la idea de estar fuera de control, y, supongo, que veo al Diablo como una especie de metáfora de esta experiencia; no confiar en ti mismo. Esto puede llegar a ser fascinante y aterrador, como una especie de álter ego.

¿Hasta qué punto es un condicionante que tus padres sean psicólogos?

Creo que esto me dio la fuerza para ser introspectiva y emocional y está claro que repercutió radicalmente en mi manera de expresarme en términos generales, incluyendo mi música.

¿Cómo podemos combinar tu música, tan introspectiva y profunda y llena de emoción, con tu vinculación con el mundo de la moda, que siempre ha estado visto como un entorno trivial?

Sentir elegancia y belleza no impide poder expresarte, no tiene una repercusión negativa. Para mí, subir al escenario es una especie de idilio; arreglarme, preparar mi cuerpo, la manera en que se me va a ver a la hora de esta pasión… Esto me ayuda a conseguirlo.

Un crítico ha dicho de ti que has nacido para “grabar un gran álbum conceptual algún día”.

Todos los álbumes son conceptuales; capturan un momento de la vida en la que estás sintiendo ciertas emociones en concreto, y es inevitable transmitirlas… pero no llegaría a pensar algo como…”voy a grabar un álbum conceptual sobre gatos”

Sobre tus actuaciones, se ha dicho que eres “intensa”, “seductora”, “sublime”. ¿Hay una intención detrás de todo esto?

No, todo es natural. Creo que funciona, hace que la gente sienta algo.

Con tantas buenas reseñas de tu música en estudio y en directo, ¿cómo llevas la modestia?

Con toda seguridad, no me considero infalible. Soy muy exigente conmigo misma. No sólo ha habido buenas opiniones, también ha habido malas. Lo correcto es dejarlo todo a un lado y ser tu propio juez.

Después de ir de gira tan intensamente, ¿sigues disfrutando de tus actuaciones? ¿Alguna que tengas un recuerdo especial?

Sí, me sigue encantando tocar en directo. Disfruto sobre todo cuando sientes que la audiencia está deseosa de ir a una especie de viaje contigo, y tú con ella, y ese momento está lleno de energía, y no siempre ocurre, pero cuando ocurre, es algo extraordinario. Me encanta tocar en París. Hace poco toqué dos noches en Le Trianon, que es un antiguo y hermoso teatro.

¿Alguna anécdota de tus actuaciones?

Lo más fuerte que me ha pasado en un escenario… Estaba tocando un solo de guitarra, e incliné la cabeza hacia atrás, tanto que caí sobre la batería… en mitad del solo…Tuve que seguir con el solo sobre el suelo, e intentar crear algo de aquello. En ese momento no me di cuenta, pero al salir del escenario, estaba llena de cortes y moratones. ¡Aquello fue muy de rock and roll!

En el escenario has aparecido vestida de cordobés y con traje de luces.

Sí, alguna vez. Me gustan los trajes, están llenos de energía y fuerza, y llenos de romanticismo. Me gusta jugar con qué es sentirse hombre y mujer a la vez. En cuanto al traje de luces, supongo que me inspiró en algún momento. La verdad es que no lo pensé demasiado. Simplemente me gustaba. No es que esté a favor de la tauromaquia, de hecho soy vegetariana.

Se dice de tu música que es como tus mirada, profunda, bella y oscura.

Es importante tener un algo… que inspire belleza en cualquier cosa que haces, y con esto no quiero decir belleza física. La belleza puede ser oscura a veces.

 

Antonio Jesús Reyes