“No cambiaría nada de mi carrera ni de mi forma de enseñar y eso que dicen que es muy particular”

 

La bailaora jerezana Ana María López es una mujer que ha roto moldes. Ha paseado su particular forma de entender este arte por medio mundo y sigue dejando su huella día a día en los alumnos que acuden a sus clases

 

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Hablar de la bailaora Ana María López es hablar de una mujer con mayúsculas. Quizá no sea objetiva, sí, por distintas razones, pero cuando les enseñe cómo entiende esta profesional el baile y les demuestre que ha paseado por medio mundo su forma de sentirlo lo van a entender seguro. Ana María tiene entre sus bazas la cercanía, el entusiasmo y, a la vez, toda la autoridad para decirte en qué mejorar. Porque a la hora de bailar y sobre todo de enseñar hay que ponerse algo más serio. Por algo López es maestra desde hace años, es en su escuela donde deja ahora su legado.

“El flamenco se valora mucho más fuera de nuestras fronteras”

Pregunta: Lleva muchos años dedicada al baile, pero, ¿cómo conoció Ana María López el flamenco?

Respuesta: Pues siendo niña en el barrio de La Plazuela, mi barrio. Era lo que me gustaba y recuerdo algunos bailes hechos en el colegio de las Salesianas con apenas siete u ocho años, ahí bailaba hasta jotas sin ni siquiera saber por qué me llamaba la atención. Me llevaba el arte desde siempre.

P: ¿Qué actitudes y aptitudes son las que se deben tener en el baile?

R: Pues tener un buen oído musical. El cuerpo es importante, centrar en el cuerpo los movimientos que puedas realizar, por lo que primero se debe enseñar en controlarlo para saber qué es lo que se tiene que mover y cómo, más que nada los pies y los brazos. Me gustan los retos y sobre todo tiene que ver mucho si el alumno tiene interés e ilusión por aprender y si ama el flamenco, yo me vuelco con ella y casi siempre consigue aprender, aunque en un principio le cueste más trabajo.

P: ¿Qué consejos son los que suele dar a sus alumnos?

R: A los que no tienen nada de experiencia les digo que primero hay que escuchar el cante para que así entiendan el ritmo. Se le hace una prueba de oído para que vean donde termina el compás y luego poner los pasos en función del mismo.

P: Si se tuviera que quedar con un palo del flamenco, ¿con cuál se quedaría?

R: Con la soleá. Es un palo que tiene un  ritmo de doce tiempos, pero tan pausados  que te da tiempo a hacer movimientos lentos y con gran profundidad. Me gusta la soleá, la soleá por bulería y la bulería, por supuesto.

P: Ana María, ¿hacia dónde camina el baile flamenco hoy en día?

R: Pues creo que tiene un buen futuro, aunque la gente parece que va perdiendo los conceptos de lo que es el flamenco de verdad. Ahora no predomina el cante, antes la bailaora siempre escuchaba al cantaor. Parece que está todo muy controlado, todo previsto, todo lo que se dice o se va a decir, hasta un ‘¡ay!’ y así se pierde arte y el flamenco se hace más light, está más adulterado.

P: ¿Cambiaría algo de su carrera artística?

R: No cambiaría nada de mi carrera ni de mi forma de enseñar y eso que dicen que es muy particular. Me gusta dejar a mis alumnos, cuando ya saben un poco, que se expresen con libertad en el baile.

P: ¿Tiene Ana María López sucesora en el baile?

R: Pues sí. Carmen Herrera, que lleva conmigo desde los nueve años y ahora tiene 28 y colabora conmigo en las clases también enseñando. Tiene los conceptos necesarios inculcados del baile, le gusta y ha adquirido la forma mía de enseñar. Todavía me quedan unos añitos, porque el baile me da vida, pero cuando me retire le dejaré a ella todas mis cosas.  El baile es de lo más importante para mí, después de mi familia, por supuesto.

P: ¿Se mima más al flamenco en España o por el contrario se cuida más en el extranjero?

R: Se le da mucha más importancia en el extranjero, por eso, muchos trabajan fuera porque allí se sigue descubriendo el flamenco. Aquí en Jerez no hay tanto trabajo. Los propios cantaores ganan menos, por ejemplo. Por eso hay quien está cantando ahora en tabernas y en tabancos pero por poco. Ahora se aprieta más las tuercas a quien se dedica al flamenco y la gente joven va a cantar con un cuadro flamenco prácticamente por nada, porque no hay otra cosa, sino que da justo para ir tirando, para malvivir. En España se trabaja más de Madrid para arriba, por ejemplo.

“Si me tuviera que quedar con un palo me quedaría con la soleá y con la bulería, por supuesto”

P: ‘Semilla flamenca’ fue uno de sus primeros grupos, ¿qué queda por florecer de ahí?

R: Hay veces en las que nos reunimos y actúan. Los hijos de esas niñas que yo tenía ya bailan, pero aún quizá les falta un poco de madurez. Las niñas de antes eran como más luchadoras y ahora no tienen tanta pelea por el baile, lo ven más como un hobby que como una profesión. Siempre hay excepciones, porque es cierto que ahora también hay niñas que bailan increíble, con un sentido del ritmo que no es normal.

P: Lleva desde el año 1975 dando clase. La han galardonado con la ‘Copa Jerez de la enseñanza’ por su labor, ¿piensa en su retirada y en cómo será?

R: Cuando no tenga facultades y vea que no puedo hacer más, daré una despedida, pero tengo claro que cuando me quite del baile me quito de verdad. Yo soy o blanco o negro, las mitades no me gustan.

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P: Hemos hablado antes de las actitudes de un alumno para el baile flamenco, pero, ¿y las cualidades del artista?

R: Buen cuerpo, buen oído, buena expresión, fuerza en las piernas y velocidad en los pies, ahora se taconea mucho más que antes, como está inculcando gente como Farruquito. Para eso hace falta entreno diario, otra cosa son los brazos y, por supuesto, algo imprescindible es el sentimiento. La imagen también cuenta, si uno es guapo o guapa, y luego está la ropa, que hace que todo sea más bello.

“Parece que ahora está todo muy controlado en el cante flamenco y así se pierde arte y el flamenco se hace más light

P: Una de las últimas experiencias que ha vivido a nivel profesional es la aparición de algunas de sus alumnas y usted misma con una coreografía en la cadena británica BBC, ¿cómo valora esa experiencia?

R: Pues la cadena de televisión estuvo grabando un programa (Flamenco Gypsy Soul) por toda Andalucía sobre el flamenco y la visión que se tiene de él y vinieron a Jerez. Antes pidieron información y  una extranjera les habló de mí. Para mí ha sido todo un orgullo porque eso quiere decir que la gente sabe de mí y de lo que yo hago. Esa experiencia tuvo lugar el pasado junio y en ella reunimos a un grupo de niñas pequeñas de entre cuatro y ocho años y una más mayor que tenía doce. Se buscó una bodeguita en la barriada El Pelirón y llevamos a dos cantaores de los más puros, José Carpio y Manuel Moneo. Periquín estaba a la guitarra, uno de los mejores. Para mí ha sido todo un orgullo primero que lo haya podido organizar y también participar. Creo que quedó como algo muy natural y la BBC nos felicitó por ello.

 Noemí González