Match point (Woody Allen)

(*) A Curro Huesa, enamorado de Allen, de la belleza y de esta película…

Hay momentos en un partido en el que la pelota alcanza a pegar en la red, y por una décima de segundo puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás. Con un poco de suerte, sigue su trayectoria y ganas. O tal vez no y pierdes”.

Así de sencillo es el resumen y la reflexión de la película que nos ocupa; posiblemente una de las más brillantes de uno de los directores más prolíficos de nuestra época. Básicamente, ese es el argumento de Match Point: a veces se gana y a veces se pierde, simplemente depende de hacia qué lado caiga la pelota…

El inicio de la década del dos mil, que trajo consigo el cambio de siglo y de milenio no estaba siendo muy acertado para Woody Allen en cuanto a su prolífica obra se refiere (recuerden que filma, sin excusa, una película al año). Solo había que repasar algunas de sus últimas películas (Granujas de medio pelo, La maldición del escorpión de jade…) para darse cuenta de que este maestro se encontraba en horas bajas. Había optado por realizar un cine más liviano, sin tanta carga intelectual; lejos de esas kilométricas discusiones de parejas de clase media-alta con bonito apartamento en Manhattan a las que nos tenía más que acostumbrados. Esto no había gustado mucho a sus colaboradores, que pasaban por ser, en esas cintas nombradas anteriormente ni más ni menos que Dreamworks (propiedad de Spielberg, entre otros). Si bien es cierto que sus trabajos no tenían el brillo de antaño, es de justicia también reconocer que de lo peorcito de Woody Allen supera la media de lo que se ve hoy en día; pero es lo que tiene tener mal acostumbrado a un público que cuando acude a ver una cinta de Allen sabe lo que quiere.

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Este hecho parece que le puso las pilas al norteamericano, y en 2005 decidió sacarse de la manga una de sus mejores películas (la número 35 en su extensa filmografía). Para ello, y en colaboración con la BBC cargó sus bártulos hasta Londres, abandonando su amada Nueva York para rodar una película magistral. Allen acababa de tomar una de las mejores decisiones en su controvertida vida: rodar Match Point.

El guion de la película (que fue nominado a los premios Oscars en el apartado de “mejor guion original”) nos cuenta la historia de Chris Wilton, un tenista irlandés proveniente de una familia pobre que no llegó lejos en el circuito internacional, y es contratado en Londres como profesor de tenis en un exclusivo club, donde acude la flor y nata de la sociedad londinense. Allí conocerá y entablará amistad con Tom Hewett, un malcriado niño rico (pero amable y cortés con Chris) que lo introducirá en su ambiente familiar, y le presentará a las dos mujeres entre las que deberá batirse: la insustancial, pero amable Chloe, hermana de Tom; y la novia de éste, Nola Rice, una aspirante a actriz norteamericana sensual y esquiva.

Para mí, el acierto de Match Point gira en torno a tres grandes focos, que convierten a una historia de encaprichamiento, deseo y ansias de ser en una película imprescindible:

  1. El escenario: Londres como “invitado de lujo”. Uno de los mayores aliados de Allen para que la historia sea tan extraordinaria es “sacarla” del mismo escenario para llevarla a Europa. Si hay que contar una historia en un ambiente de nobleza y snobismo, los europeos, con nuestra rica historia y nuestras clases sociales somos más que adecuados para ello. A lo largo de la película vemos a Chris cada vez más introducido en la exclusiva alta sociedad inglesa, en enormes lofts para oficinas o con vistas al Támesis; en centenarias casas de campo donde se siguen cazando urogallos y hay bibliotecas forradas de madera en las que se juega al ajedrez mientras la chimenea está encendida… Todo ese ambiente de “auténtica exclusividad” rancia, en parte y ciertamente apolillada era imposible trasmitirlo en Nueva York; pero en ciertas partes de Londres está más que justificado. Además, el recorrido que nos hace el director por el Londres más culto, con el Covent Garden o la Tate Modern, que dejan de ser “monumentos” para transformarse por obra y gracia de Woody Allen en partes esenciales donde se desarrolla la historia es un recurso magnífico acerca de cómo utilizar una ciudad como personaje; elemento que no es desconocido para Allen (si no me creen, disfruten de una película tan maravillosa como Manhattan).

  2. Los personajes: una historia de personas “grises”. El trabajo de los actores en Match Point puede ser tildado de extraordinario. Sin ser, en principio una historia de “personajes”, ya que lo que encandila de forma sobresaliente es el guion; los protagonistas se llevan la historia a su terreno. Decir que Jonathan Rhys-Meyers lleva el peso de la historia es poco. Su trabajo es de una madurez interpretativa abrumadora; sus miradas, sus gestos… todo lo que no dice con palabras pero expresa con esos profundos ojos azules convierte su interpretación en algo realmente fuera de lo común. Rhys-Meyers dota a su personaje, a Chris, de una ambigüedad moral que asusta por momentos. Se trata de un lobo con piel de cordero que, aun con orígenes humildes, es capaz de mutar y adaptarse a la buena vida de la alta sociedad (llegando incluso a tener una amante y dejarla embarazada, ¿puede haber algo más burgués?). Su partenaire no se queda atrás, y simplemente decir que Nola Rice está interpretada por Scarlett Johansson es sinónimo de calidad. Esta señora es una de las grandes actrices de nuestros días, además de poseer un atractivo fuera de lo común. Johansson es capaz de mostrarnos a una chica americana indómita, que parece que gusta más a su novio por ser “la chica a la que odia su madre” que por sí misma. Creo que jamás ha sido más sensual en una película que en la escena en la que conoce a Chris, durante un fin de semana en la casa de campo de la familia de sus respectivas parejas. Se crea entre ellos una química, una tensión sexual que se va incrementando durante toda la película.match-point-in-rain-wallpaper

  3. El guion: una historia llamada a trascender en el tiempo. Match Point podría perfectamente tomarse como ejemplo de guion bien escrito, trabajado, sin fisuras. Allen nos va dirigiendo hacia el punto que le interesa, para dejarnos al final de la película con una desazón y una picadura en el alma de las que hacen daño. La historia, contada con numerosas elipsis que permiten avanzar con gran celeridad en el tiempo; así como acompañada por fragmentos de ópera, una de las grandes aficiones de Chris (o al menos eso trata de repetir hasta la saciedad, hasta el punto de no saber si realmente es un intelectual o le gusta presentarse como tal) es tan ágil, que las dos horas de metraje se convierten en un ejercicio de cine redondo desde el punto de vista tanto de forma como de fondo.

Todo lo citado anteriormente convierte a Match Point en una de las más grandes películas que se han hecho en este siglo XXI, sin lugar a dudas. Una película que se convierte en imprescindible para ver, y revisitar muchas veces si queremos entenderla en toda su plenitud. Es la obra de un genio que, aunque a veces nos decepcione, como buen artista siempre nos puede sorprender con algo genial cuando uno menos se lo espera.

Es una reflexión perfecta acerca del azar en nuestra vida, de la vida y de la muerte (y de lo barata y fútil que es la línea que separa la una de la otra en demasiadas ocasiones), y de lo ambiguos que podemos ser los seres humanos cuando las circunstancias (o las que nos creamos nosotros mismos) nos empujan; llenando nuestro armario de cadáveres que nadie jamás descubrirá.

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Match Point es una metáfora perfecta de lo que puede llegar a ser el mundo y la sociedad cuando el hombre es la medida de todo e impone sus propias normas, que él mismo puede romper. Entonces, los buenos y los malos ya no tienen por qué recibir un premio o castigo acorde con sus actos, de tal modo que nuestra vida estaría sujeta y manejada por los hilos, amorales, del azar; en los que un golpe de suerte (o un anillo) pueden hacernos ganar o perder un partido; o la vida que hemos deseado siempre…