La emoción la embargaba en cada una de las largas bocanadas que necesitaba para poder respirar. Sentía su rostro colorado. Normal, teniendo en cuenta que el partido había sido duro y complicado, con remontada de por medio. Aún las imágenes del partido acaparaban todos sus pensamientos. La colombiana empezó muy fuerte a un ritmo que le costó seguir. Sentía que llegaba tarde a todas las bolas.

Pero, como una hormiguita que va recolectando partícula a partícula, Gala iba imponiendo su tenis golpe a golpe, punto a punto, hasta medrar la confianza de su oponente. El cansancio de Zuloaga hizo el resto. Gala conquistaba Madrid, estaba extenuada, pero la alegría por el triunfo superaba cualquier otro sentimiento.

Por primera vez ganaba un torneo en el circuito WTA,  una sensación nueva se abría paso en su interior. La sensación de victoria, de orgullo de poder hacerlo delante de los suyos, en casa, en Madrid.  Delante de su familia, testigos en las pobladas gradas del Club de Campo. Testigos del trabajo que había necesitado para alcanzar esa victoria.

Hablamos de mayo del año 2000. María del Águila “Gala” León, recientemente elegida capitana del equipo de la Copa Davis, conquistaba su único título del circuito profesional femenino a los 26 años, después de 10 años de dedicación plena al tenis. Un logro que luce en su palmarés como el mayor conseguido acompañado por un puñado de challengers y varios campeonatos y masters de España.  En septiembre de ese año terminaría alcanzando el puesto 27 del mundo, el mejor ranking de toda su carrera.

Esto demuestra que la decisión de auparla a uno de los puestos más importantes, y a la vez expuesto, del organigrama del tenis español no se basa especialmente a los logros de su  vida deportiva. Pero su carrera no fue fácil, precisamente.

Empezó entrenando en Madrid, cerca de su casa y tutelada por la Federación, pero pronto viajó a Valencia. Ese momento fue el más duro de su vida, alejada de familia y amigos, se sentía tremendamente infravalorada por los técnicos federativos, que parecían dar mayor prioridad al desarrollo de otras tenistas. En varias ocasiones reconoció posteriormente que se iba a la cama cabizbaja, pensando si merecía la pena tanta dedicación a un deporte que la mantenía alejada de sus personas queridas. Lo mejor de esa época, sin duda, fue la amistad que desarrolló con Virginia Ruano.

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Foto: Huffington Post

Aun así, aguantó 4 años en Alzira antes de cambiar de entrenador y volar a Barcelona. Aire fresco entró en su vida. Al cabo de un año de dicho cambio, consiguió sacar cabeza en el despiadado circuito femenino. Fue en el Roland Garros del 96, su primer Grand Slam, en el que alcanzó los octavos de final. La primera mujer en hacerlo, procedente de la ronda previa, en 7 años.

El resto de su carrera se limitó a estar asentada en el circuito profesional, superando rondas en algún que otro torneo para llegar a un record de 277 partidos ganados por 224 perdidos.  Una carrera que se cerró en 2004, con 31 años,  pese a que en numerosas ocasiones manifestó que le hubiera gustado poder llegar a los 33 o 34.

Fuera de las pistas, Gala siempre fue una mujer sincera en sus declaraciones. Denunció muchas veces las facilidades que otorgaba el circuito profesional a las tops frente a lo mal que lo pasaban las de la clase media, como ella. Vivió una época en la que en España los nombres de Conchita Martínez y Arantxa Sánchez Vicario eclipsaban a ese tipo de jugadoras que se ganaban un puesto en el ranking sudando ronda a ronda por todo el mundo.

Ese olvido mediático provocó su, más bien, escasa participación en la selección nacional. Su mala relación profesional con varios capitanes de copa Federación impidió que fuera una asidua en esta competición, más allá del 96. Hecho que denunció en el 2000 en varias entrevistas y que achacó al escaso conocimiento del circuito femenino por parte de los capitanes.

Una vez que dejó el tenis, Gala León,  se ha dedicado al entrenamiento de jóvenes jugadoras, destacando Ekaterina Markarova, actual 14 del mundo, que ayudó antes de alcanzar el puesto 40.  Esa labor de entrenamiento la compaginó con la creación de una empresa dedicada a la gestión de eventos deportivos llamada Tac-Tec Sports, que organiza jornadas de pádel y tenis, principalmente.

Comentado lo anterior, nuestra protagonista no sería más que un apunte en la historia del tenis español femenino si no fuera por el hecho de haber sido aupada al puesto, anteriormente comentado, de capitana del equipo masculino de Copa Davis. Una decisión que ha generado bastante polémica en los medios.

Las declaraciones de Toni Nadal y varios jugadores han suscitado un debate alrededor de dicho nombramiento, acerca de si la ex-tenista era la mejor colocada para ser la siguiente en ocupar el puesto de capitán, un sitio reservado en los últimos años para antiguos miembros del equipo.

Un hecho es innegable. El contacto de León con el circuito masculino es mucho menor del que sería recomendable, pero su experiencia entrenando y su pasado tenístico no la hacen, ni mucho menos, la peor preparada si la comparamos con Juan Carlos Ferrero, por ejemplo. Recientemente retirado, era uno de los candidatos que sonó con más fuerza una vez que Carlos Moyá no quisiera seguir. Por tanto, la pregunta principal sería, ¿De dónde viene tanto problema?

El poder de la federación de tenis es prácticamente nulo. Recordemos que se trata de un deporte individual muy profesionalizado, como es el tenis. Si en fútbol o baloncesto no resulta difícil encontrar ejemplos de decisiones, por parte de los deportistas, de no jugar tal partido o tal competición, en este deporte se incrementa muchísimo. El carácter meramente económico del circuito profesional, hace que jugar la Davis (ingresos muy inferiores) sea una decisión más pasional que lógica.

Atrás quedaron los tiempos en los que el tenis era un deporte semi-amateur y el prestigio internacional se alcanzaba superando eliminatorias de ésta copa en países extranjeros y sobre superficies incómodas. Ahora lo más importante para un tenista son los Grand Slams y los Master 1000, torneos en los que los jugadores pueden ingresar mayores premios y donde reciben mayor cobertura mediática. Cada tenista es responsable de su calendario, y por tanto, aparecen incompatibilidades con entre torneos.

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Foto: As

Una forma de intentar atraer a los principales componentes de la llamada Armada española consiste en elegir como capitán del equipo Davis a un ex-tenista que tenga buena relación con ellos. O directamente, ellos lo proponen y la Federación acepta.

Históricamente con éste sistema han conseguido que los jugadores importantes aparezcan. Véase el caso de las etapas vividas bajo el mando de Albert Costa o de Alex Corretja.  La elección de Carlos Moyá, íntimo amigo de Nadal, aseguraba sobre el papel que los jugadores estuvieran bastante receptivos. Pero la realidad ha sido otra.

A principios de enero se jugó en Alemania la primera ronda. El equipo estuvo formado por Feliciano López, Fernando Verdasco, David Marrero y Roberto Bautista Agut. Se perdió 4 a 1 ante tenistas, teóricamente inferiores. Esa derrota provocó automáticamente que los jugadores se volcaran con sus temporadas individuales.

En esas estaban todos hasta que llegó septiembre. Tocaba pegarse un viaje hasta Brasil, y encima para no descender del grupo mundial, algo evitable para la mayoría de los profesionales.

Con Nadal recuperándose de una lesión, las ausencias del núcleo duro empezaron a llegar. Ni Ferrer, ni Feliciano, ni Robredo, ni Verdasco aceptaron ir desde primera hora. Granollers se cayó días antes de la eliminatoria. Moyá tuvo que echar mano de Roberto Bautista Agut, Pablo Andújar, Marc López y David Marrero. 3 a 1, para casa y descenso.

A Carlos Moyá se le ofreció renovar pese a todo, intentando disculpar los resultados como un accidente, más previsible que previsto, debido a las incompatibilidades del calendario, pero el mallorquín, atónito y dolido por la actitud de sus ex-compañeros, decidió echarse a un lado para correr turno y que pasara el siguiente.

Llegado éste punto a la Federación y a su presidente, José Luis Escañuela, le quedaban dos caminos. Seguir claudicando ante los volubles deseos de los jugadores, lo que finalmente no le aseguraba su presencia en las eliminatorias, o imponer un candidato por despecho que incluso pudiera servir como toque de atención y que le permitiera mantener el bonito sueño de que lleva los pantalones en este continuo tira y afloja.

Los jugadores captaron el mensaje rápidamente pero respondieron dando batalla. Quién más y quién menos mandó su mensaje, por la prensa, de extrañeza respecto al singular nombramiento, dando argumentos más o menos variopintos, como el ya famoso de Toni Nadal mencionando que por ser mujer los jugadores no iban a estar cómodos en el vestuario (Toni Nadal metiéndose ya no en un jardín, sino en una jungla).

Vista la reacción creada, el presidente dijo que, Gala, hoy sí pero que mañana ya veremos y dio una rueda de prensa con la protagonista de la historia.

Con una bonita publicidad, de la misma aseguradora que patrocina a Rafa Nadal, a modo de testigo, se intentó decir que en el fondo todos se quieren, que el amor fluye por cada rincón del tenis y que la capitana llamaría antes de entrar al vestuario, ya si eso.

El propio Rafa Nadal zanjó el tema poniéndose a disposición de la capitana.

Hay un par de cuestiones que  son ciertas.

Primero, en 2016 hay Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Y a ese viaje a Brasil sí que se quieren apuntar todos. Para ser seleccionables deben disputar partidos de la Davis, Copa Federación en el caso de las féminas, en los dos años antes. Salvo invitaciones del COI, esa condición provoca que no vaya a haber problemas de disponibilidad, a priori, de la mayoría de tenistas durante 2015.

Y segundo. Si tu mejor jugador dice sí, es mucho más fácil que los demás le sigan. Efecto dominó que se suele llamar a eso.

 Por tanto, pese a que el nombramiento pudiera verse, por unos ojos libres de mácula, como otro paso más que ha dado la mujer en un entorno tremendamente machista, y más con declaraciones lamentables de por medio, todo este embrollo se trata más bien de ajedrez en el que cada uno utiliza sus piezas de la mejor manera para sus intereses. Y Gala, hoy por hoy, no parece ser más que un peón en esta guerra velada.

 Ahora pues ¿Llegará a convertirse en reina?

Carlos Sabaca (@casabaca)