Anche i bambini di taranto vogliono vivere”[1]

Ese es el título de la campaña llevada a cabo por cientos de padres y madres de Tarento –o Taranto en italiano-, hartos de vivir bajo un cielo contaminado que poco a poco, de forma silente pero eficaz, les va asesinando cada día que pasan bajo su hálito mortal. El causante de esta situación, es el llamado “Ilva”, sociedad privada encargada principalmente de la transformación del acero, siendo una de las acerías más importantes del continente europeo.

Hace poco, el periódico italiano “Il fatto quotidiano” de nuevo daba la voz de alarma; en Tarento los niveles de dioxinas tóxicas habían superado unas  cuarenta veces el límite establecido para que la vida humana pueda darse sin problemas.  Nada nuevo como veremos. Sin embargo, lo que no deja de sorprendernos es que estamos hablando de Italia,  país miembro del G-8, de la Unión Europea, una nación civilizada y próspera, no de ninguna ex república soviética acabada en “-istán” de difícil localización geográfica. Pero no por ello, es menos cierto el drama humano que allí se vive.

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Cementerio de Tarento, de fondo la planta Ilva

CIUDAD DE LOS DOS MARES

Pero empecemos hablando un poco del lugar donde ocurren los hechos. Nos dirigimos pues al sur de Italia, en concreto al tacón de la bota italiana. Estamos en la Apulia (Puglia), en la milenaria Tarento. Tarento es por derecho propio uno de los asentamientos humanos más antiguos del sur italiano, remontando sus orígenes al año 706 a.c  tras ser fundada como colonia por los dorios – los famosos espartanos- los cuales la convirtieron en un importante centro comercial.

A lo largo de su dilatada historia, Tarento ha pasado de mano en mano siendo conquistada por invasores tan dispares como romanos, normandos, suevos, aragoneses y finalmente pasando a formar parte del Reino de las Dos Sicilias, bajo la dominación borbónica. Todos ellos, dejaron su impronta en la arquitectura de la ciudad, en su historia y en su peculiar dialecto.

Por si esto fuese poco, Tarento se halla dividida por el “Mare piccolo” y el “Mare grande” haciendo de ella, una ciudad bella y atractiva para cualquier visitante que quiera adentrarse entre sus calles.

Sin embargo, hay un pero. Un inconveniente que por desgracia hace que esta bella ciudad, sea conocida por el drama de la contaminación y no por su dilatada historia, tal y como hemos visto. El origen de este pero, se halla en 1995 año en el cual Emilio Riva se adjudica el establecimiento del Ilva en Tarento, pagando por ello al estado italiano más de mil seiscientos cuarenta y nueve millones de liras.

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Vista áerea de Tarento

Ya tenemos pues, los dos principales protagonistas de esta historia. Tarento y el Ilva, el Ilva y Tarento. Para muchos, el nombre del ilva encarna los peores males de la sociedad italiana; corrupción, ilegalidad, desigualdad, injusticia.

Como ya hemos explicado, el Ilva es el nombre con el que se denomina al grupo siderúrgico propietario que mantiene con vida la acería de Tarento, una de las más importantes a nivel europeo. De hecho, cada año allí se producen más de veintiocho mil toneladas de acero, representando el 90% de la producción italiana en este sector.  Estamos hablando por tanto de un coloso, un monstruo más bien, tanto a nivel económico como por la superficie de terreno que ocupa, cercana a los dieciséis millones de metros cuadrados. Toda una ciudad de la muerte, si me permiten la expresión. Sin embargo, en su interior recibe cada día las ánimas de los más de doce mil trabajadores que marchan cada mañana a las puertas de esta fábrica a ganarse el pan, a sabiendas de que con ello, se están labrando una muerte segura. Pero como ellos mismos admiten, “el desempleo también mata”.

Y es que estamos en el sur de Italia, y esto es un dato cuanto menos importante. Allí en el sur de Italia, también comúnmente denominado “Il Mezzogiorno”, saben lo que vale conseguir un trabajo. Puesto que son sobradamente conscientes, de la desesperación que embarga a quién lo busca y no lo encuentra. En concreto en la Apulia, el 20% de la población activa se halla sometida al fantasma de la desocupación. Datos que duelen aún más, si se tiene en cuenta que a unos pocos de cientos de kilómetros más al norte del país,  nos topamos con los niveles de desempleo más bajos de toda la unión europea, llegando incluso en algunas zonas como por ejemplo Bolzano, a poseer una media de desocupación inferior a la de Alemania -4,4% frente al 5% germano-.

Estas cifras suponen un aldabonazo, un golpe en el rostro de todos aquellos que todavía afirman que Italia es un país unido e igualitario desde 1861, año de la “unificación”. “Italia es una República fundada en el trabajo” afirma el artículo primero de la constitución italiana o mejor todavía “La República reconoce a todos los ciudadanos el derecho al trabajo y promueve las circunstancias para hacer efectivo este derecho” (art. 4º).  ¿Irónico, verdad?

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TAMBURI

“La república garantiza la salud como un derecho fundamental del individuo” [2]

 Uno no puede dejar de sorprenderse, incluso de esbozar una sonrisa macabra al leer cosas como estas. Cabría añadir la siguiente aseveración; “La república garantiza la salud como un derecho fundamental del individuo, excepto para los habitantes de Tamburi”. Solo así, se haría honor a la verdad. y como bien sabemos, la carta magna de un país no puede recoger mentiras. O no debería.

Si en Tarento se vive un drama humano que afecta a la salud pública, en Tamburi, barrio tarantino ubicado a las puertas del anillo industrial siderúrgico, se vive un total infierno. De los casi 200.000 habitantes que viven en Tarento, doce mil de ellos sobreviven en Tamburi. Aquí, es difícil no conocer a nadie afectado por las emanaciones tóxicas del Ilva. Asma, tumores, diversos tipos de cáncer (destacando el de pulmón), afectan a todos por igual, padres, madres, niños, ancianos, nacionales y extranjeros. a todos.

En Tamburi, hay una pequeña escuela infantil cuyos muros se cubren de un polvo anaranjado altamente tóxico. Los pequeños, tienen prohibido salir al patio a jugar y sus propias madres, a la vuelta de la escuela, han de limpiar sus rostros manchados por el polvo de hierro en suspensión.

Según Alessandro Marescotti, presidente de la asociación Peacelink –una de las primeras en sacar a la luz el caso Ilva-, Tamburi es el barrio más contaminado de toda Italia. Algo realmente no muy difícil viendo la realidad de los hechos.“ Vivir en Tamburi y respirar todas las toxinas que hay en su aire, realiza unos efectos sobre la salud, similares a fumar más de mil cigarrillos al año” afirma Alessandro. Continua este, “Los gramos de dioxinas que produce el Ilva, superan a los que emiten España, Reino Unido, Grecia y Austria, juntos”. Este hálito contaminante, no solo afecta a los seres humanos que viven bajo su esfera, sino que también ha provocado enormes daños en los campos de cultivos, en la ganadería, y por ende en el medio ambiente en general.

Así con todo, según los Jueces Antonio Morelli, Rita Romano y Benedetto Ruberto en Tamburi se produce “un fallecimiento cada tres meses, en relación directa por la contaminación” y “un aumento del 25% de los tumores infantiles por encima de la media nacional, de tal forma, que todos aquellos que viven en las cercanías de la planta siderúrgica, enferma y fallece tres veces más por encima de la media nacional”.

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Cielo del barrio de Tamburi, cargado de sustancias contaminantes en suspensión

RESPUESTA JUDICIAL

El año 2012, supuso el estallido del escándalo Ilva a nivel nacional como resultado de la decisión de la magistratura de Tarento, de secuestrar la planta siderúrgica hasta que esta no cumpliese con los niveles de emisiones permitidos. Todo ello llevó a la detención de ocho importantes directivos de la empresa, entre ellos el presidente Emilio Riva y su hijo Nicola, acusados de haber establecido una trama corrupta destinada a la compra de políticos y funcionarios públicos, con el objetivo de que estos mirasen para otro lado y no pusiesen ningún problema con respecto a los altos niveles de contaminación que desde allí se emitían al cielo Tarantino.

Desde la magistratura italiana, se pidió un informe pericial realizado por diversos expertos en la materia, acerca de los efectos que la acería tenía sobre la salud de las personas y una relación causa/consecuencia de la cantidad de fallecidos directa o indirectamente por estas emisiones tóxicas, los resultados son escalofriantes: “Desde el Ilva –afirma el informe- se emiten gases, vapores, diversas partículas sólidas (en forma de polvo) que constituyen una seria amenaza para la salud de los trabajadores y los habitantes de Tarento”. Continúa: “Estas sustancias ocasionan y han ocasionado graves daños a personas, animales, y terrenos de cultivo, de forma inaceptable”. Por tanto los peritos concluyen: “La exposición continuada a estas sustancias contaminantes ha causado y continúa causando en la población (de Tarento) diversos efectos nocivos en el cuerpo humano, que se traducen en la aparición de enfermedades y por último en la muerte […] ocasionando más de “once mil fallecimientos en los últimos siete años”

Así , para el gip (juzgado de instrucción), queda probado que “ quien gestionaba y gestiona el Ilva ha continuado con voluntad y de forma consciente con la actividad contaminante, movidos solo por la lógica del beneficio económico, eliminando así las reglas más elementales de seguridad”.

La justicia como vemos, actúa con fuerza. Y lo que es mejor, queda probado fehacientemente de una vez por todas que el Ilva mata, que la situación en Tarento es insostenible.

Sin embargo, ¿por qué todavía el Ilva sigue funcionando? La explicación la hallamos con la llamada “ley salva Ilva” redactada por el presidente de la república Giorgio Napoletano el tres de diciembre de 2012. Según esta ley,  “en caso de establecimientos de interés estratégico nacionales, el ministro del medioambiente puede autorizar la continuación de la actividad productiva referida por un tiempo no superior a treinta y seis meses”. Con otras palabras, el Ilva representa una serie de intereses económicos a nivel nacional intocables, con independencia de que la gente muera, la planta siderúrgica debe seguir funcionando.

Así, como ha indicado la pediatra  tarantina Anna María Moschetti la cual ha dedicado buena parte de su carrera a la investigación de los efectos de las dioxinas sobre la salud de los más pequeños, afirma que nos hallamos ante una mera balanza de intereses, intereses del estado italiano en este caso, el cual independientemente del signo político de los gobiernos que se han ido sucediendo a lo largo de estos años, ha inclinado y continúa haciéndolo el lado  económico de esta, sin preocuparse en ningún caso por la salud de sus conciudadanos. De hecho, la doctora Moschetti acierta al plantear la pregunta sobre cuántos kilos de acero  para el gobierno italiano hacen falta para compensar la muerte de un niño.

A pesar de lo terrible de la situación, los jóvenes de Tarento como la estudiante de medicina Alessia Servidio, hija de la pediatra Moschetti- cada vez más se movilizan contra el discurso envenenado que durante muchos años se ha podido oír por las calles de Tarento en defensa del Ilva, porque el desempleo quizás mate a quien lo sufre, pero puede salvar la vida a quienes todavía han de preocuparse solo de jugar, de reír y correr; los niños. Regalémosles pues un futuro nuevo, más limpio, alejado de las salas de oncología infantil, porque los niños  de Tarento también quieren vivir.

José María García Núñez

PARA SABER MÁS

http://www.peacelink.it/

http://www.ilikepuglia.it/notizie/cronaca/bari/08/02/2016/anche-i-bambini-di-taranto-vogliono-vivere-il-manifesto-contro-lilva-affisso-anche-a-genova.html

http://www.ilfattoquotidiano.it/2016/02/26/taranto-ora-e-lilva-a-lanciare-lallarme-diossina-40-volte-superiore-ai-limiti/2500597/

https://it.wikipedia.org/wiki/Ilva

http://economia.elpais.com/economia/2012/08/26/actualidad/1346002790_565257.html

http://www.cinquantamila.it/storyTellerThread.php?threadId=ILVStoriaDellIlva

http://www.tarantosociale.org/tarantosociale/a/26124.html

http://www.lastampa.it/2015/04/13/economia/disoccupati-italia-divisa-tra-inferno-e-paradiso-sK9uOgItigRodzOzHGrnMP/pagina.html

http://internacional.elpais.com/internacional/2014/05/10/actualidad/1399748074_428632.html

[1] “También los niños de Tarento quieren vivir”

[2] Artículo 32 de la Constitución de la República Italiana.