Abrid. Abrid. Abrid. Abrid.

Hernán Zin es un escritor, documentalista y reportero de guerra que lleva más de veinte años recorriendo el mundo para tratar de plasmar en la gran pantalla la crueldad de esos conflictos que nos hacen sentir menos humanos. Junto con la productora La Claqueta (Sevilla) y Contramedia (Madrid) presentó mundialmente en el Festival de Cine Europeo de Sevilla su nueva obra, que se proyectará en 22 países: Nacido en Siria.

Si les dijera que ya había visto su anterior Nacido en Gaza, a pesar de sus buenas críticas ratificadas por su productor en una sala abarrotada del festival, les mentiría. Me presenté allí como muchos otros, sin conocer previamente la trayectoria de Hernán Zin.

Quizá el hecho de que estemos en una dinámica de constante bombardeo de imágenes sobre pequeños refugiados que lloran ante el caos o que sonríen mientras bailan frente a la policía hizo a muchos sevillanos acercarse aquel día a comprobar la dureza que esconde el conflicto sirio. Quizá simplemente había gente con ganas de llorar.

Pero el mismo productor de la película quiso aclarar conceptos antes de comenzar la proyección; el cine de Zin no se trata de un cine-denuncia, es textualmente un cine para entablar debate. Y puedo asegurarles que tras su proyección, hizo cualquier cosa menos generar condiciones propicias para un debate.

SEFF 2016

Abrid. Abrid. Abrid. Abrid.

Nacido en Siria no es el típico documental bélico con entrevistas a afectados por la guerra que miran a pantalla mientras se desploman enseñando fotos de sus familiares tristemente fallecidos. Nacido en Siria está filmado con una mezcla de dulzura y crueldad que desconcierta a los espectadores. El llanto de un niño, el flotador de una niña en el Egeo  y un anciano a la vera de todos ellos muriendo en el instante de hipotermia. Escalofríos.

Supongo que Hernán ha conseguido filmar con los ojos de quien lleva dieciocho meses acompañando a familias de refugiados y es capaz de comprender la mezcla de sensaciones que acompañan una travesía, muchas veces encaminada hacia sus propias tumbas.

Abrid. Abrid. Abrid. Abrid.

“Aylan; un símbolo para el movimiento de refugiados que ha conseguido acaparar posters, revistas, camisetas… ¿Y su historia?” Con esta reflexión empezó  el productor de Nacido en Siria a argumentar el porqué de este proyecto.

“¡Los niños primero! ¡No se muevan y saquen a los niños del barco primero!”. Así comienza un documental donde Hernán y su equipo quieren a los niños primero. Analizar el conflicto sirio acompañando las historias de siete niños y niñas de edades que van desde la niñez a la adolescencia. Desde su llegada en patera, dejando atrás amigos, bombas y padres asesinados, hasta su concesión de asilo  -aceptada o denegada- en Bruselas o Berlín para empezar una nueva vida.

Abrid. Abrid. Abrid. Abrid.

No quisiera destriparles cada una de esas historias que, como es lógico imaginar, nos desgarraron el alma a las y los allí presentes. Sí quisiera hablar sobre ideas que sus miradas, sus lágrimas y a veces sus juegos con la pelota me transmitieron aquella noche.

La primera de ellas es la nostalgia. Uno de nuestros jóvenes protagonistas escribía un poema a su tierra, a su país, a su Siria. “Quiero volver a jugar con la pelota por tus calles”. Pero en Siria ya no puede corretear con su balón, como tampoco puede ir a buscar a sus amigos, repartidos hoy en puntos indescifrables de los campos de concentración -me niego a llamarlos de otra forma- de la Europa Fortaleza. Esa misma Europa Fortaleza que argumenta que vienen a Europa para vivir mejor por avariciosos.

Pero ellos quieren volver a Siria. Quieren sentir allí esa emoción y cántico de alegría, como cantaba en una canción popular otro refugiado adulto en uno de los campos. La diferencia es que los mayores han perdido esa esperanza de la que rebosan los niños. La putada es que muchos niños dejaron de serlo porque perdieron la esperanza durante el camino.

SEFF 2016

Abrid. Abrid. Abrid. Abrid.

Gritaban al unísono cientos de refugiados y refugiadas agolpadas entre concertinas. Gritos que, irónicamente, quedaban impregnados a miles de metros de distancia en las mentes de ciudadanos europeos que vuelven a demostrar estar por delante de sus instituciones.

Otra de las ideas que más me gustó del documental es su ironía. Todos sabemos la cantidad de declaraciones xenófobas e islamófobas que han promulgado numerosos líderes políticos europeos en los últimos meses sobre los refugiados. No encontrarán ninguna de ellas en Nacido en Siria. Ni rastro de Le Pen, ni rastro de Manuel Valls o de tantísimos otros que se han opuesto a su llegada defendiendo el férreo control de fronteras con la excusa del terrorismo.

En este documental encontrarán todo lo contrario: grandes líderes como Merkel defendiendo los DDHH y el abrir fronteras, declaraciones de altos cargos de la Unión Europea diciendo que es una tarea moral dar asilo a estas personas… todo ello acompañado de la vida en los campos, de las travesías de meses sin ducharse, del desprecio y la violencia policial amparada por Europa.

Abrid. Abrid. Abrid. Abrid.

Hemos de reconocer que es difícil que en los tiempos que corren, cuando se va al cine, alguien se quede a ver los créditos. Este asunto puede tener un debate de fondo interesante, pero lo cierto es que como mucho, si la peli ha sido buena, se aplaude y se va uno para su casa. Nadie mira a la pantalla nunca para saber quién fue el asistente segundo de cámara o quién llevó la posproducción.

Cuando acabó Nacido en Siria todos los allí presentes decidimos, de forma voluntaria o no – me temo que la mayoría simplemente fue de manera inconsciente- quedarnos. Observar cada nombre que se proyectaba en la pantalla. ¿Sinceramente? Ninguno de nosotros pensaba en ese momento quién era el asistente de cámara segundo. Ninguno de nosotros quería pensar en nada. El silencio inundaba las cuatro paredes, los créditos habían terminado y ya no había excusas para seguir sentados. Seguíamos allí. Pasaron algunos minutos.

Nunca había sentido el silencio absoluto tras acabar una película mientras la gente sale de la sala. Parecía una procesión de transeúntes con cabezas agachadas pululando por pasillos de un cine del que no querían salir.

No abráis. No abráis. No abráis. No abráis.

Ninguno quería salir de aquella sala. Ninguno quería tener que volver a casa esa noche y seguir con su vida después de Nacido en Siria.

  • Joder, a qué sitios me traes. ¿Y yo qué hago ahora?
  • Yo qué sé.

Belén Martínez González (@BelenLynx)