“Cuando algún día la división española vuelva a su patria, de ellos y de su valiente general solo podremos atestiguar nuestro absoluto reconocimiento por su lealtad y bravura hasta la muerte”.  Adolf Hitler

Tras la retirada de la División Azul (Septiembre de 1943) y de la Legión Azul (activa entre noviembre de 1943 y febrero de 1944) debido al devenir bélico adverso para el Tercer Reich, muchos españoles que habían formado parte de estas unidades se negarán a cesar la lucha contra el comunismo. Debido a esto, algunos cientos, saltarán de los trenes que les llevan de nuevo a España. Otros, deciden cruzar los Pirineos pasando a la Francia ocupada. Pero todos ellos, con el mismo objetivo de continuar la lucha armada frente al comunismo. Ni la pérdida de la nacionalidad española pudo evitar el alistamiento de más de 1.200 españoles en la Wehrmacht (sobre todo en unidades antipartisanas distribuidas entre Yugoslavia, Italia y Rumanía) de los cuales unos 300 estarían encuadrados en las Waffen SS (Divisiones Wallonien y Nordland principalmente).

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Tropas soviéticas avanzando por las calles de Berlín

Sin embargo, para el historiador tratar de reconstruir la presencia española  durante la defensa de la capital del Reich, acaecida esta entre el de 20 de Abril y el 2 de Mayo de 1945, es cuanto menos un reto. Esto es debido a que únicamente contamos con las memorias de Miguel Ezquerra (“Berlín a Vida o Muerte”) para ello. En cualquier caso y siempre según Ezquerra, en Marzo de 1945 el general Von Faupel ordena reunir en Postdam el mayor número de españoles posibles, con el objetivo de conformar una unidad de combate constituida por hombres de dicha nacionalidad.

Esta unidad, dirigida por el Teniente Ezquerra (posteriormente sería ascendido a Teniente Coronel) contaba entre sus filas con al menos unos 300 españoles distribuidos en tres compañías. Los miembros de la Einheit Ezquerra o Unidad Ezquerra, procedían de muy diversos orígenes tal y como describe Ricardo Botet Moro, miembro de la unidad reunida por Ezquerra:

“Recibimos la orden de ir a Postdam donde se estaba reagrupando a todos los españoles en una sola unidad, capitaneada por Miguel Ezquerra Sánchez. Nos supo y derramado nuestra sangre por un mismo ideal. Cuando llegamos a Postdam […] nos encontramos con un espectáculo circense descomunal, había más sargentos que soldados, legionarios pendencieros, gentes de mal vivir, despistados que no sabían dónde ir y antiguos veteranos de la División Azul y de otras unidades de la Wehrmacht”.

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Retrato de Ezquerra con el uniforme de las SS hitlerianas

 Una de las tres compañías que constituían la unidad Ezquerra fue trasladada al Berghof –la guarida que el dictador nazi poseía en plenos Alpes bávaros-  y las otras dos restantes, encaminarían sus pasos hacia Berlín. Desde el primer minuto de la batalla, los españoles tuvieron que hacer frente a la enorme superioridad numérica y material del ejército rojo. Aplicando tácticas de guerrilla y armados con los temibles Panzerfaust consiguieron poner fuera de combate un importante número de tanques soviéticos, siempre según el relato de Ezquerra.

Pronto, tuvieron lugar las primeras bajas entre estos hombres. Bajas que suponían una pérdida irremplazable para la unidad ya que no contaban con refuerzo alguno. El fuego de la artillería rusa batía de forma atroz las calles de Berlín, dificultando sobremanera el desplazamiento de Ezquerra y sus hombres a los diferentes focos de actividad enemiga. Como ejemplo de la dureza de la misma, nos ha llegado el testimonio de Julio L. enlace de Ricardo Botet:

“Sentía odio y rabia, pena de mí mismo y placer cuando mataba pero sobre todo sentía un pánico atroz a perder cualquier extremidad de mi cuerpo. Todo Berlín, era un vertedero de miembros humanos destrozados por las bombas y la metralla. Recuerdo que estábamos un alemán de otra unidad -creo que era de la Luftwaffe- y yo apostados muy cerca de la boca del metro, cuando vimos a una mujer al otro lado de la calle con un niño en brazos que se disponía a cruzar. El alemán le gritaba para que no se moviera, pues estábamos en zona batida […] la cuestión es que salió corriendo hacia nosotros. No daría más de tres pasos cuando una granada estalló delante de ella”.

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Milicias populares alemanas (Volkssturm) siendo instruidas en el manejo del “Panzerfaust”.

La situación cada vez era más desesperada para los defensores. Tras el suicidio de Hitler, la histeria caló entre los civiles y militares que aún se hallaban en Berlín. Durante el caos de la batalla, la unidad se había separado. Según Ezquerra, él junto con un puñado de hombres, trató de romper el cerco del ejército soviético.

Sin embargo, tras repetidos intentos infructuosos y después de perder a varios camaradas por el camino, el propio Ezquerra caería prisionero a manos de los rusos aunque por poco tiempo, ya que según él, sería capaz de aprovechar la confusión de los últimos estertores de la batalla para escapar de sus captores.

Otros miembros de la unidad de las SS española, trataron de camuflarse entre la población civil. Para ello, se deshicieron a toda prisa de sus cartillas militares, las cuales les identificaban como combatientes nazis y mudaron sus uniformes por cualquier otra prenda civil que encontraban en su desesperada huída.

Así de nuevo, el testimonio de Botet nos describe precisamente como fueron esos últimos momentos de lucha y fuga:

“Los rusos gritaban por los altavoces que entregásemos las armas, que Hitler había muerto y que no nos pasaría nada […]. Mi primera reacción fue ponerme en contacto con mis superiores para recibir órdenes. Cuando llegué al sótano, donde estaba mi grupo encontré a Felipe Vílchez […], este se había despojado del uniforme y se estaba vistiendo de paisano. Sin mediar palabra hice lo mismo […].

En ese momento, entraron los rusos atropellando a todo el mundo. Uno de ellos cogió a una niña y empezó a forzarla en presencia de sus padres […], yo estaba muerto de miedo, cuando de repente vi a Felipe sacar una pistola y liarse a tiros como un loco. Con la confusión, conseguí escabullirme entre las ruinas. Nunca supe nada más de Felipe Vílchez, supongo que moriría en aquel sótano, eso sí, vendiendo cara su vida”.

La veracidad histórica del testimonio de Ezquerra

Como ya hemos contado anteriormente, las principales fuentes con las que contamos para tratar de verificar la existencia del Einheit Ezquerra son por un lado, las memorias escritas por el propio Ezquerra bajo el título de “Berlín a Vida o muerte” y por otro, los testimonios de los diversos miembros de la susodicha unidad.

A día de hoy, no poseemos ningún documento oficial procedente del ya extinto régimen nazi, que pudiese despejar las sombras que rodean acerca de la participación española en la defensa de la capital del Reich.

Por este motivo, muchos historiadores niegan tajantemente la existencia del Einheit Ezquerra. Si no hay documento alguno que lo avale, no ha podido existir. Ese es su razonamiento. No se han replanteado tan siquiera la naturaleza de la propia unidad y las circunstancias en que fue erigida. En las últimas semanas de vida del Tercer Reich, se llegó a un punto de colapso total. Algo comprensible debido al caos y al miedo, que la cercanía del ejército ruso en su avance inexorable provocaba dentro de las filas alemanas.

Las órdenes militares, se contradecían unas con otras. Los rumores cobraban dimensiones gigantescas, distorsionando así la realidad. Sirva como ejemplo del descontrol final que precedió la caída del Reich, el caso del general Helmuth Weidling. Nombrado Comandante del LVI Panzerkorps en la defensa de Berlín, fue acusado falsamente de trasladar su puesto de mando hacia el oeste lo que suponía una retirada de la lucha, cuando en realidad este valiente militar y sus soldados, se hallaban sumidos en el epicentro de la batalla.

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Tanques T-34 rusos, en pleno corazón de la capital nazi.

La pena que se le impuso fue, la de ser ejecutado ante un pelotón de fusilamiento. Weidling, finalmente pudo salvarse ya que al enterarse de las acusaciones que caían sobre su persona, se dirigió de inmediato al búnker de la cancillería lugar donde se hallaba escondido Hitler. Ante este, presentó un detallado informe sobre su actividad real en el combate y se dice que el Führer quedó tan impresionado, que le nombró Comandante de la Defensa de Berlín. Regalo envenenado debido a la situación desesperada en que se hallaba el ejército nazi. Tanto es así, que el propio Weidling exclamó, “¡preferiría que me mandara fusilar a cargar con este honor!”.

Por lo tanto, queda claro que dadas las circunstancias anteriores junto con la destrucción masiva de documentos realizada por los nazis, es totalmente normal la presumible falta de documentación oficial que hable sobre la conformación de una modesta unidad de no más de trescientos soldados españoles.

Así mismo, los negacionistas se han dedicado a exponer sus conclusiones sobre la materia sin la realización previa de una competente investigación, contentándose simplemente en negar aquello que en gran medida desconocen. Justo lo contrario que han hecho aquellos historiadores que si dan crédito al testimonio de Ezquerra. Así, el historiador Fernando Vadillo –autor de la obra “Los Irreductibles”-, ha investigado durante largo tiempo sobre el tema, preocupado por tratar de discernir la luz de la verdad entre las sombras del olvido.

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El Reichstag devastado; símbolo de la caída del Reich de los mil años.

Vadillo reconoce que aunque la obra de Ezquerra contiene algunas equivocaciones y peca de exagerar en ciertos momentos los hechos -en sus pá­ginas Ezquerra llega a afirmar que fue con­decorado con la “Cruz de Caballero” a manos del propio Hitler algo que es cuanto menos improbable-. Todo esto, puede explicarse por el simple hecho de que al fin y al cabo, “Berlín a Vida o Muerte” no deja de ser unas memo­rias, por lo que es muy humano que Ezque­rra, mientras narra las peripecias de él y sus hombres tienda a aumentar sus hazañas y su importancia de él mismo y de su unidad dentro de la batalla de Berlín.

Todo esto en sí mismo, no impide que el núcleo general de la obra pueda ser cierto. Es más, posiblemente contemos con más pruebas a favor de la existencia de la Enheit Ezquerra que en contra. Por ejemplo, sabe­mos que efectivamente el Alférez Lorenzo Ocañas fue hecho prisionero de los soviéticos en Berlín para posteriormente ser enviado a un campo de prisioneros en Siberia, en el cual estaría recluido durante nueve años. Con­seguiría ser repatriado junto con otros 219 españoles (en su mayoría ex divisionarios) arribando al puerto de Barcelona a bordo del barco Semíramis, el 2 de Abril de 1954.

Además, algunos nazis importantes que tras la caída del Tercer Reich se exiliaron en España, como fue el caso de León De­grelle, comandante de la 28ª División de Granaderos Wallonien perteneciente a las Waffen SS, corroborarían la presen­cia de españoles en la batalla de Berlín.

En cualquier caso y debido al fuerte com­ponente ideológico presente en torno a la existencia de la Unidad Ezquerra, lo cierto es que a día de hoy el debate historiográfi­co sigue abierto a la espera de nuevas in­vestigaciones que puedan reconstruir con el mayor rigor posible, la participación es­pañola en la defensa de la capital del Reich.

 José María García Núñez (@artal92)

Bibliografía

EZQUERRA, Miguel: “Berlín a Vida o Muerte”, García Hispán Editor, 2009.

VADILLO, Fernando: “Los Irreductibles”, García Hispán, 2008.

GIL MARTÍNEZ, Eduardo Manuel: “Españoles en la Wehrmacht, 1944-1945: La unidad Ezquerra en la defensa de Berlín”, Madrid, Almena Ediciones, 2011.