La objetividad en los mass media y las versiones que dan de un mismo suceso siguen siendo un tema de actualidad. La imparcialidad y la veracidad entran en juego en un tablero donde hay muchos jugadores

 A Rubén

El ser humano es curioso por naturaleza y esa curiositas[1] lo lleva a querer saber más no sólo de su entorno más inmediato y que le afecta directamente, sino también de lo que le repercute en un espectro no tan cercano. Son precisamente los medios de comunicación, ya sean en papel, a través de las ondas o en Internet, los que se encargan de mostrarle esas otras realidades que el ciudadano de hoy quiere conocer. Es entonces cuando surge una relación diaria y permanente con los mass media, una relación de amor y odio, puesto que prácticamente desde su popularización allá por el siglo XX se los ha tildado de peligrosos, ocultadores de la auténtica Verdad (valga la expresión en mayúsculas) y de manipuladores. Pero, ¿qué hay de cierto en esto?, ¿hasta dónde alcanza esa manera de controlar a las personas con las informaciones que vierten?, ¿por qué cuentan la realidad de esa manera y no de otra? Y, por último, ¿cómo puede el ciudadano defenderse de esa manipulación de la que se considera víctima?

Medios, ¿el cuarto poder en la era de la web 2.0?

Los medios de comunicación de masas han sido considerados desde hace décadas como el cuarto poder detrás de los oficiales (legislativo, ejecutivo y judicial), lo que evidencia el grado de control que puede ejercer sobre los otros restantes y sobre la sociedad en general. Los mass media, ya sean en su formato tradicional o en su versión online,  pueden informar, realizar denuncias de aquello que no funciona de acuerdo a las normas establecidas o, por intereses, emprender una cruzada contra una causa, una persona o un partido político, por ejemplo, hasta llegar a encumbrarlo o directamente hacer que éste caiga en la desgracia, en el olvido y desaparezca de la actualidad y el interés ciudadano para siempre.

En ese sentido, su capacidad de poder es incuestionable, un poder como es entendido por Castells en su obra Comunicación y poder (2009): “El poder es la capacidad relacional que permite a un actor social influir de forma asimétrica en las decisiones de otros actores sociales de modo que se favorezcan la voluntad, los intereses y los valores del actor que tiene el poder”.

Según esa definición, los medios son capaces de modelar las mentes, de formarlas e inculcarles algunas ideas determinadas en función de unos intereses. ¿Cómo lo hacen? Con mensajes, en este caso informaciones en las que se redunda en una idea o se ofrece la cara de la realidad que más convenga, una realidad inventada y construida como aquella a la que se refiere Roberto Aparici en La construcción de la realidad en los medios de comunicación (2010) y que en muchas ocasiones está vinculada a la ideología a la que es afín ese medio de comunicación de masas

No obstante, en esta nueva era digital los medios deben de vencer otros escollos que vienen dados por la web 2.0, ya que ahí cualquier ciudadano de a pie puede convertirse gracias a las nuevas tecnologías, a veces únicamente con un móvil multimedia, en un prosumer (consumidor y a la vez emisor de mensajes) y así poner en marcha la autocomunicación de masas, como refiere nuevamente Castells (2009). Ésa, en mi opinión, no es más que una manera de rebelarse contra el poder de esos medios a los que seguimos de cerca, pero de los que tenemos la certeza que cuentan la realidad según convenga.  Se trata de poner en práctica el sentido crítico de cada uno para contar aquello que algunos medios optan por no emitir o que se ofrece de una manera sesgada y con una intencionalidad que persigue favorecer una forma de pensamiento, en muchas ocasiones único, en lugar de mostrar todas las caras de la realidad o las máximas posibles para que el espectador, el oyente o el lector saque posteriormente sus propias conclusiones. No es de extrañar que muchos de esos receptores críticos hayan decidido convertirse en emirecs[2], como señalaría Jean Cloutier, citado en Aparici (2010b), para ofrecer su propia visión de lo que está pasando. Es decir, que podemos estar hablando si se hacen denuncias sociales que esos emirecs los ponen en jaque al enseñar una cara B de los hechos noticiosos. Se trata del Periodismo ciudadano. Traigo aquí un ejemplo relativo al movimiento del 15-M del que me percaté en el momento en el que se producían las primeras concentraciones en la Puerta de Sol de Madrid, allá por 2011. La cadena Intereconomía, afín al PP, no dejó de emitir durante horas aunque en una de esas secuencias sin cortar observé perfectamente cómo el cámara había reparado en un joven que se estaba liando un porro. Ese hecho lo que buscaba era claramente el desprestigiar este movimiento ciudadano que, mientras tanto, se dedicaba a pasar por Internet vídeos con otras protestas en todo el territorio español que se sumaban a la de Madrid, valiéndose sobre todo de redes sociales o de Youtube. Días más tarde esas concentraciones tenían lugar en otros países europeos. Son ahora los ciudadanos los que con iniciativas propias e incluso burlando algunos canales permitidos se convierten en auténticos reporteros para hacerse oír y no caer en el olvido ni ellos ni sus reivindicaciones. De hecho, muchas las imágenes de los bombardeos en Siria[3] que se han producido en el mes de febrero han sido filmadas por las propias víctimas para difundirlas por la red por una simple razón, ya no hay medios que cubran la noticia. Luego, distintas cadenas de televisión y diarios digitales se han hecho eco de esas imágenes de videoaficionado.

Quizá es el momento en el que los medios no sólo empiecen a ser cuestionados por esas prácticas manipuladoras sino que, además, si se continua con esa dinámica de Periodismo ciudadano, los mass media comiencen a temer el hecho de dejar de ocupar el cuarto lugar en esa escala de poderes reconocidos.

Pero, ¿qué es la manipulación?

El concepto de manipular quiere decir “operar con las manos, manosear algo” o como se señala también en el diccionario de la Real Academia Española “intervenir con medios hábiles para distorsionar la realidad al servicio de intereses particulares”, tal y como recoge Soler en Aparici (2010a).

Partiendo de esa definición es bastante difícil que los medios no manipulen, pese a que una de las primeras lecciones que se aprenden en Periodismo es el hecho de que los medios y los profesionales que deben elaborar una información deben ser objetivos. La objetividad es una de las panaceas que se deben perseguir pero, en ocasiones, se antoja imposible cuando hay tanto en juego, sobre todo en lo que concierne a la ideología de los medios. Es entonces cuando el llamado cuarto poder se alía con otros de los poderes que emanan del Estado, principalmente con el ejecutivo o con el que aspira a ocupar el sitio del partido que está en el Gobierno.

La subjetividad sale en esos momentos a flor de piel. Hay géneros periodísticos como el editorial o las columnas que son tradicionalmente de opinión, lo peor es cuando esa subjetividad se palpa en noticias o reportajes que se clasifican en los manuales de Periodismo como géneros típicamente informativos, donde no cabe la opinión.

Vicente Romano en La formación de la mentalidad sumisa (2006) habla de algunas de las distintas técnicas de manipulación más evidentes. Entre ellas figura la selección de parte de la realidad, por ejemplo en lo que las imágenes de un informativo se refiere o en unas fotografías de un diario, tal y como se nos da buena cuenta también en Análisis y representación de la realidad (Aparici, García.; Fernández y Osuna, 2009). Pero tampoco se deben pasar por alto el silenciamiento (no hablar de lo que no se quiere); las encuestas y sondeos de opinión, que se hacen para comprobar si las estrategias de comunicación han funcionado y así cambiarlas o no o, también importante, la manera de utilizar el lenguaje que en ocasiones se hace más sibilino y, por tanto, está más cargado de violencia simbólica. A veces éste se torna mucho más directo. Recordemos que el poder utiliza distintos métodos para imponerse, ya sea mediante la coacción (incluso llegando al castigo físico) o con el discurso, con esa violencia mucho más simbólica pero a la vez menos evidente y casi más dañina para el ciudadano.

Pero lo importante no radica solamente en que el ser humano es manipulado por esos medios, sino en quién los manipula y, abundando más allá, en quién sale beneficiado con ello y al servicio de quién están los mass media. ¿Son en ese sentido también víctimas del poder?

Los intereses creados, un paso más allá de la manipulación

Romano (2006) establece que “la razón de ser de la manipulación se fundamenta en las leyes que rigen la economía de mercado”. De hecho, el comunicólogo y catedrático pone sobre la mesa otro de los factores que más repercuten a la hora de medir cómo funciona una sociedad: el dinero. Y los medios de comunicación de masas no son ajenos a él. No podemos perder de vista que los medios no son más que empresas que se dedican a vender noticias o a darlas, pero que su principal fuente de ingresos para seguir a flote no es precisamente la venta de diarios. Tampoco están ahí únicamente por el prestigio de tener más o menos share en un programa o más seguidores en su cuenta de Twitter o de Facebook. Eso da caché, prestigio, pero como en otras tantas cosas, luego está el dinero. Su principal fuente de ingresos es la publicidad que dejan los anunciantes, ya sea una empresa de coches de lujo, una bodega con tintos de crianza o una prestigiosa firma de grandes almacenes. Cada una de estas empresas, muestra fehaciente del poder económico, tiene también intereses para seguir estando en el mercado, por lo que no interesa que en los medios se pueda hablar de una manera inapropiada sobre ellos. Es entonces cuando se trata de ocultar información, de silenciarla, de no ver lo evidente y notorio o de mirar hacia otro lado, en una particular manera de manipular.

Luego hay otros intereses que desembocan en que en los medios se proyecte una mirada blanca, valiéndose incluso de estereotipos maniqueos en el extremo de lo negativo y lo positivo, como recogen Aparici y Barbas (2010a) para formar un pensamiento único que no cuestione los poderes imperantes en la sociedad, llámense gobiernos, partidos en la oposición, altas instituciones, bancos o incluso activistas de una u otra causa. Con ese pensamiento único el ciudadano se comporta de una manera acrítica, lo que garantiza que no se rebele contra aquello que asimila como propio, como algo lógico y por qué no, incluso natural. Romano, en Desarrollo y progreso. Por una ecología de la comunicación (1993, p. 102), habla además de un pensamiento mágico que le hace sentirse a salvo y que sirve de escudo “cuando la realidad aparece fragmentada y dividida, cuando el entorno genera incertidumbres y angustias que dificultan su dominio, el hombre recurre al pensamiento mágico que le da unidad y dominios imaginarios”.

El periodista y su ética frente a la manipulación

Hemos citado anteriormente que los medios de comunicación no dejan de ser empresas, con sus altos cargos y con sus trabajadores ya sean periodistas, fotógrafos o comerciales de publicidad. Esos trabajadores no dejan de ser personas con ideas propias que se someten como en otros trabajos a la voluntad e ideología de la empresa. Un empleado de Coca-Cola por política empresarial hablará bien de esta firma e incluso recomendará esta bebida y la tomará cuando la represente en eventos, pero en su casa puede tomarse una Pepsi siempre que se le antoje. Lo mismo pasa con los periodistas. Dependiendo del medio de comunicación para el que trabajen deberán escribir de acuerdo a una ideología, igual que deben seguir un libro de estilo, pero de puertas para adentro, en la intimidad de su hogar o en su vida privada, podrán comulgar o no con esa ideología que les hace representar la realidad en una noticia a través de un prisma determinado y con unos propósitos bien definidos.

Asociaciones de la prensa y colegios de periodistas[4] denuncian cada vez más el acoso al que se ven sometidos a la hora de informar, sobre todo, cuando no se les permite, bajo amenazas y presiones, contar la actualidad con la mayor objetividad que se espera de ellos. Los periodistas no sólo se han rebelado en contra de lo externo, sino que también lo han hecho desde dentro de sus propias empresas (casos de Telemadrid, Canal 9[5] o la propia RTVE, por ejemplo), ya sea a título personal o respaldados por su comité de empresa. Precisamente la creación de órganos de Consejos Audiovisuales y los Consejos de Información son básicos para garantizar al máximo posible la independencia informativa, como señala Soler en Aparici (2010a).

En definitiva, en esta era 2.0, las nuevas tecnologías y los ciudadanos de a pie que tienen acceso a ellas están poniendo en entredicho a los mass media, ya que cada vez cuestionan más su forma de trabajar y de exponer una realidad a la que le faltan muchas caras, las mismas que ese nuevo ciudadano crítico denuncia con informaciones de producción propia. Ese público es el que pide a los medios que sean valientes y se replanteen su papel en la sociedad, optando por el pluralismo y a la independencia a la hora de dar informaciones. Si bien, es cierto que los intereses que hay en juego y que garantizan su supervivencia tienen a los medios atados de pies y manos; lo que hace que, en ese sentido, sean también víctimas del poder predominante.

 Noemí González

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Bibliografía

Aparici, R. (2010a): La construcción de la realidad en los medios de comunicación. Madrid: UNED.

– (2010b): Educomunicación: más allá del 2.0. Barcelona: Gedisa.

Aparici, R.; García Matilla, A.; Fernández Baena, J. y Osuna, S. (2009): La imagen. Análisis y representación de la realidad. Barcelona: Gedisa.

Castells, M. (2009): Comunicación y poder. Madrid: Alianza Editorial.

Romano, V. (1993): Desarrollo y progreso. Por una ecología de la comunicación. Barcelona: Editorial Teide.

Romano, V. (2006): La formación de la mentalidad sumisa. Caracas (Venezuela): Ministerio de Comunicación e Información.

Soler, P. (2010a): “Algunas claves de la manipulación informativa” en Aparici, R. (2010): La construcción de la realidad en los medios de comunicación. Madrid: UNED.

Webgrafía

Sobre noticias de bombardeos en Siria: http://www.24horas.cl/internacional/siria-emotivo-rescate-de-nina-sepultada-viva-en-bombardeo-1051690

Sobre denuncias de los medios ante la manipulación: http://noticias.lainformacion.com/disturbios-conflictos-y-guerra/agitacion-civil/la-asociacion-de-periodistas-de-burgos-y-el-colegio-de-cyl-denuncian-el-acoso-a-profesionales-en-gamonal_z8rri4Dp96fdRx1Q9tjZf7/

http://www.publico.es/espana/75398/telemadrid-y-canal-9-marcadas-por-manipular


[1] Curiositas significa en latín curiosidad.

[2] El concepto de emirec significa emisor y receptor de mensajes, es decir, que se intercambian continuamente esos papeles en la comunicación. Requiere implicación y participación.

[3] Las imágenes a las que me refiero corresponden a la ciudad siria de Alepo. Los momentos son inmediatamente después del bombardeo o en el rescate de víctimas como se puede apreciar en: http://www.24horas.cl/internacional/siria-emotivo-rescate-de-nina-sepultada-viva-en-bombardeo-1051690

[4] Una de esas últimas denuncias se produjo a mediados del mes de enero por parte de la Asociación de Periodistas de Burgos y el Colegio de Periodistas de Castilla y León por los sucesos en Gamonal: http://noticias.lainformacion.com/disturbios-conflictos-y-guerra/agitacion-civil/la-asociacion-de-periodistas-de-burgos-y-el-colegio-de-cyl-denuncian-el-acoso-a-profesionales-en-gamonal_z8rri4Dp96fdRx1Q9tjZf7/

[5] Traemos a colación una noticia del año 2008 de la edición digital de Público que evidencia esas denuncias: http://www.publico.es/espana/75398/telemadrid-y-canal-9-marcadas-por-manipular.