Qué mejor durante estos días de frío invierno que va, poco a poco, tornando en unas jornadas más amables, cuando hacemos cálculos acerca de cuántos días quedarán para poder vestir con manga corta, o darnos alguna que otra escapadita a la playa; que buscar fechas exactas que llenen nuestro calendario personal de ilusión con estos objetivos. Algunos con el Calendario Zaragozano en mano, otros con las Cabañuelas, y otros (en varios puntos de Estados Unidos y Canadá), con el “científico” método de la marmota: cada dos de febrero esperan a que el susodicho animal salga de su letargo invernal y observe (o no) su sombra, lo que pronosticará seis semanas más de invierno o la llegada inminente de la primavera.

Hasta ahí nada inusual. Quiero decir, nada inusual para a lo que nos tiene acostumbrados el ser humano. El problema vendrá cuando a Phil Connors, reportero de una cadena local de Pittsburg, lo envíen a cubrir otro año más la noticia que acontece, sin mayor interés para él en la localidad de Punxsutawney. Pero este año será diferente, porque Phil, sin saber por qué, sufrirá un acontecimiento que le cambiará la vida por entero: su dos de febrero se volverá a repetir una y otra vez, ya que Phil se encontrará atrapado en el tiempo…

Así de sencillo es, en principio, el argumento de la película que ocupa la octava posición en cuanto a films fantásticos se refiere según el American Film Institute, además de ser elegida por la revista Premiere en 1996 como una de las cincuenta mejores películas del género cómico de la historia del cine. Así de simple pareció el guion cuando el director Harold Ramis (Una terapia peligrosa, 1999; Mis dobles, mi mujer y yo, 1996) junto con el guionista Danny Rubin se propusieron hacer la película. Y así de amable les pareció a unos protagonistas que, no se imaginaban ni por asomo, que Atrapado en el tiempo (El día de la marmota en su versión original, 1993) que parecía ser una más de las muchas comedias románticas que se rodaron en la década de los noventa se tornaría en una gran película con unos matices tremendamente delicados y una lectura moral muy por encima de lo que pudiera parecer de un simple vistazo.

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A todo lo dicho anteriormente contribuyeron el director, un Harold Ramis que se consagró como un buen profesional del arte de la comedia, que no podemos olvidar que es uno de los más difíciles géneros del Cine. Un protagonista sobre el que recae todo el peso del film; un actor por el que todo buen aficionado debe tener predilección: el gran Bill Murray, que se destapa en esta película con todo un muestrario de muecas, gestos y miradas que trazan a la perfección los rasgos de un Phil Connors irónico, mordaz y de vuelta de todo que cambiará su vida. Una partenaire, Andie McDowell, más que notable en su papel de Rita, la joven productora que representa todo lo contrario a lo que Phil es. Donde él es irónico, ella dulce. Donde él mordaz, ella inocente…

Pero sobre todas las cosas, lo que más sobresale en esta película es el guion. Para mí, la verdadera estrella de Atrapado en el tiempo. Muchas veces hemos hablado de cómo unos protagonistas extraordinarios son capaces de insuflar aliento de vida a guiones planos, o en principio sin pretensión alguna. Si bien es cierto que la actuación de Bill Murray es tan sobresaliente que lo encumbró como una de las grandes estrellas de la comedia norteamericana; no es menos cierto que el guion posee tantas lecturas, tantos matices que merece que nos detengamos en él en estas líneas.

El mito del Eterno Retorno no era una novedad en la cultura, ya los griegos hablaban de una continua vuelta a vivir, para la eternidad, lo vivido anteriormente. El mundo aparecía, se desarrollaba y desaparecía para volver, otra vez, a lo mismo. Era un cambio necesario para no cambiar nada. En la historia de la filosofía actual Nietzsche también hablaba de la continua repetición, y parece ser que fue precisamente del filósofo alemán, y de la lectura de La gaya ciencia (1882) de la obra de la que Ramis sacó la idea del film. ¿Qué sucedería si una persona se viese obligada a vivir una y otra vez el mismo día, sin posibilidad de escapar de ese bucle temporal que amenaza con el infinito? Durante toda la película, los guionistas juegan con todas las posibilidades habidas y por haber en torno a esto: al principio, Phil no se creerá lo que le está sucediendo, creyendo que todo el mundo se encuentra conspirando por no sabemos qué absurda razón contra él. Pero pronto descubrirá la terrible realidad: realmente, nunca se nos deja claro el motivo, su día se está repitiendo y solamente él es capaz de darse cuenta de ello. Para todos los demás, cada vez que a las seis de la mañana suena el despertador, se presenta un dos de febrero  nuevo; es Phil el único consciente de encontrarse encerrado en esa prisión temporal. Esto le abrirá las puertas al principio a un mundo donde las posibles actuaciones no tienen consecuencias morales, puesto que a las seis de la mañana todo comienza de nuevo: robará, conducirá ebrio, utilizará lo que averigua de los demás para obtener dulces beneficios… hasta que llega un momento en el que se siente vacío porque así no es feliz, ya que lo que desea realmente, el amor de Rita, no puede conseguirlo.

Phil, siendo consciente de esto, entra en una etapa depresiva: se intentará suicidar varias veces, sin éxito alguno. La canción I Got You Babe de Sony&Cher suena cada vez, a las seis de la mañana para despertar a Phil en su infierno particular del dos de febrero… hasta que el protagonista comience a cambiar su punto de vista; quizá si le toca vivir allí para siempre, pueda hacerlo y ser cada día mejor, intentando ayudar, con su conocimiento de los hechos, a los vecinos del pueblo. Tan solo el amor de Rita y la muerte de un mendigo con el que siempre se encuentra se escapan a su poder. Nadie dijo que fuese fácil ser un dios.

Abandonado a una vida en la que descubre que cada día puede ser diferente a pesar de que las hojas del calendario no pasan, Phil rompe el hechizo. ¿Qué lo obligaba a vivir durante cuarenta años el mismo día? ¿Por qué al vivir con y para los demás se rompió? ¿Realmente el motivo fue este, o un simple capricho del destino o ser superior? En un mismo día vivido durante cuarenta años, Phil se ha transformado y se ha hecho generoso, amable y misericordioso. Su particular infierno se ha convertido en un purgatorio que le ha permitido vivir el cielo.

Las implicaciones morales que todo esto conlleva solo las puede secar usted tras ver la película, si no ha tenido todavía ese gusto.

A veces, el infierno o el cielo nos esperan en un mismo día, simplemente depende del punto de vista con el que afrontemos la realidad.

 

Carlos Corredera (@carloscr82)