Alex O’Dogherty (San Fernando, 1973) es gaditano de ascendencia irlandesa. Sólo con eso ya basta para comprender la definición de “hombre espectáculo” que mezcla el aroma inglés con la rapidez mental de un nativo la Bahía de Cádiz. Su apellido viene del gaélico Dochartagh, que significa «poco cortés», «nocivo», «obstructivo». Nada más lejos de la realidad. Prefiere que le tuteen y responde con la naturalidad del que te habla mientras está tomando un café o cocinando en casa. Su visión del mundo y del espectáculo es la de un artesano que pretende crear algo diferente lejos de convenciones, etiquetas y tabúes establecidos. Su forma de ser y su último show, acompañado de La Bizarrería, son la prueba.
¿Bebes como un irlandés y tienes sentido del humor gaditano o más bien al revés?
Los gaditanos beben también con entusiasmo. Yo puede que tenga un poco las cosas de los dos, diría. Yo no creo que mi sentido del humor sea estrictamente gaditano. Tengo cosas del humor de Cádiz y me gusta, claro, pero es posible que también tenga algo parecido al humor británico. Me gustaría.
Con este ADN y desde el tópico del andaluz artista, ¿crees que tu versatilidad y capacidad de participar de diferentes expresiones son un ejemplo de que detrás del arte hay siempre mucho trabajo?
Si eso no se ve, vaya ruina. Yo llevo mucho tiempo dedicándome a esto y espero que cuando hago algo se note que hay trabajo detrás. Especialmente porque hay mucho trabajo en cada cosa que hago.
Tienes muchos y muy diversos proyectos abiertos en esto que llaman el mundo cultural. ¿Eres un emprendedor?
Por supuesto. Lo he sido siempre, no es una cosa nueva. Yo eso lo he llevado siempre por bandera. La gente de mi generación, todos los que vivimos en el CAT aquella época, hemos tenido que buscarnos la vida y sacarnos las castañas del fuego creando nuestras propias compañías, nuestros propios espectáculos… La verdad que sí, que el calificativo me viene al pelo. Hace poco, de hecho, estuve dando una charla a jóvenes emprendedores. Es un tema que me llega y me gusta.
¿Te sientes reconocido por tu trabajo, ya no solo como artista, sino también como emprendedor?
Bueno, no de una manera exagerada pero sí. Me siento reconocido. La gente se da cuenta de lo que hago. Puede que no todo lo que me gustaría pero poco a poco se va consiguiendo. No es una locura, no es un boom, pero sí, me siento reconocido.
Has estado en algunas de las producciones culturales más importantes y exitosas de nuestro país en las últimas dos décadas, desde la televisión al teatro o el cine.¿Qué te ha aportado trabajar en cosas tan diferentes y ver el mundo desde perspectivas distintas?
La verdad es que no lo sé. Tendría que sentarme a analizar seriamente esa pregunta. Cada cosa te enseña algo y si haces muchas cosas se supone que aprendes mucho. Cuando dirigí un corto me sirvió para comprender mucho más el punto de vista del director, pues cuando el director te pide algo a lo mejor como actor no lo entiendes y una vez que diriges lo consigues hacer.
A lo mejor, hacer cosas me ha hecho más tolerante. El mundo de la música también lo conozco, estoy en muchos campos, y eso me hace ser más comprensivo con la gente que conozco. Si todo el mundo nos conociéramos mejor seríamos más tolerantes y nos entenderíamos más.
Estás presentando por diferentes teatros españoles el disco de Mi imaginación y yo. ¿Todavía se venden discos en España?
Bueno, hay que encontrar alternativas, a lo mejor hay que buscar otra manera de venderlos. Yo creo que en las tiendas los discos van a desaparecer. Pero yo, por ejemplo, cuando acaban los conciertos, vendo treinta o cuarenta discos todos los días y, a lo tonto, en año y medio he vendido más de dos mil discos, que no es moco de pavo. No voy a ser disco de oro, entre otras cosas porque eso no está contabilizado en ninguna lista de ventas oficial. Pero a mí me parece una cifra de discos vendidos bastante respetable.
Con ese perfil de artesano de la música, de juglar, que demuestras en Mi imaginación y yo, ¿qué papel te adjudicas en el mundo de la música?
Obviamente mis discos no están “hechos para vender”, entre comillas. Están hechos para contar, para comunicar. A partir de ahí has dicho dos palabras que me gustan mucho, que son artesano y juglar. La idea del juglar es una idea muy bonita. Alguien que se dedicaba a contar y cantar historias, llevando su música por los pueblos para que la gente la conociera. Me parece algo precioso y yo intento que sea así. Si además consigo ganar algo de dinero, es ya la hostia (risas).
En tu espectáculo se puede escuchar funky, swing, rumba, rock, flamenco, poesía y hasta algo de rap. Para tocar hay que estudiar mucho y saber mucha música…
O tener muy poca vergüenza.
O tener muy poca vergüenza, cierto. Pero, dentro de la poca vergüenza, tendrás alguna influencia, alguien que le inspire…
Conocimientos tengo, pero tampoco creas que tengo tantos. Lo que tengo es mucha curiosidad y muchas ganas de aprender. Cada vez que he visto un instrumento nuevo me lo he comprado porque me ha encantado y porque, en fin, tenía ganas de aprender. Pero yo no domino ningún instrumento. Domino, del verbo dominar, te garantizo que solamente el piano. Y ni siquiera el piano, que es el único instrumento que he estudiado en el conservatorio más seriamente.
Es la suma de todo, verme tocar diez instrumentos en un concierto, lo que hace que sea curioso, aunque solo toque un poquito cada instrumento. Es lo que da vida al espectáculo. Yo tengo una mezcla de atrevimiento y falta de vergüenza, pero vergüenza bien entendida. No engaño a nadie, no trato de decir a la gente que soy un virtuoso porque hago una cosa u otra. Yo hago lo que sé hacer y no te creas que sé hacer mucho (carcajada).
Después de catorce años con su grupo de siempre, La Banda de la María, grabas con La Bizarrería, algo más que un grupo, un proyecto musical. ¿Podrías explicar qué es La Bizarrería?
La Bizarrería es un concepto que existía de antes de este proyecto. Miguel Marcos, por su cuenta, ya había montado La Bizarrería y acuñado el término para llamarle a algo que estaba montando, una especie de productora para producir discos. Cuando él, que actualmente es mi guitarrista, me conoció a mí y le conté el proyecto le gustó mucho y decidió ayudarme a grabar temas, seleccionarlos y ponerlos en el escenario. El llamó a la gente y a la hora de pensar que nombre le poníamos La Bizarrería ya estaba allí. Era un nombre raro pero más raro que el mío tampoco. Así que nada, dos nombres raros juntos.
¿Se arrincona a los músicos y artistas que no pertenecen al mainstream?
Ha sido siempre así. Ya sabes tú que la música que triunfa en España es la música un poco más… sencilla, por así decirlo. Esto está todo inventado, los grandes músicos son, en teoría, los que acompañan a los cantantes pop. Del por qué no te puedo dar yo una respuesta, sinceramente.
Hablando de tu faceta con actor y desde el éxito que has tenido en algunas producciones como The Hole me gustaría preguntarte: Con la crisis actual, no solo económica, ¿cómo se llenan los teatros?
Yo quiero pensar que se llena con calidad. La gente, por un lado y hablándote como espectador, necesita divertirse. Yo necesito ir al cine a ver una buena película, asistir a un espectáculo o un buen concierto que te alegren la vida. ¿No te ha pasado nunca?
De esos que sales y te sientes mejor persona…
Mira qué bonito. Pues eso precisamente. La gente lo necesita. Hoy, los que antes iban a ver cuatro espectáculos, ven dos y procuran escoger los que mejor prensa tienen o los que les han dicho que son buenos. Ahora mismo se pueden llenar las salas con calidad y con cosas buenas. Por eso los artistas se están exprimiendo la cabeza por hacer cosas mejores y ofrecer fórmulas diferentes.
Es como este disco que yo presento, Mi imaginación y yo. Es un disco muy bien presentado que ofrece muchas cosas al mismo precio. Mi disco tiene un DVD, tiene las letras, tiene las partituras, tiene un libreto de 32 páginas. Hoy día tenemos que ofrecer más calidad porque la gente no tiene tanto dinero. Y en teatro debamos tratar que la gente que vaya se sienta recompensada. En The Hole, por ejemplo, la gente paga un dinero pero se lleva tres horas de espectáculo sin parar de reír, de disfrutar y de asombrarse. Nosotros con La Bizarrería queremos que también pase eso.
Entiendo entonces que a la gente hay que darle eso que tan frívolamente se llama en Economía “valor añadido”…
Yo soy tan gente como cualquiera y lo que quiero cuando voy a un espectáculo es disfrutar. Si yo consigo hacer disfrutar a los espectadores como creo que estamos haciendo con La Bizarrería, pues gloria bendita. Ese es el objetivo de una función, de un espectáculo. El teatro no va a morir nunca. Nos querrán machacar, nos querrán hacer de todo pero no van a poder con esto porque la gente necesita divertirse.
Como cómico, entroncando con los hechos ocurridos estos días en París con la masacre de Charlie Hebdo y haciendo referencia a alguna polémica que has vivido en primera persona, te pregunto para que respondas con sinceridad: ¿el humor es libre o hay cosas sobre las que, por una razón u otra, no se puede bromear?
Si me pongo a pensar hay cosas con las que yo no bromearía pero es un tema muy delicado. A mí me afectado mucho lo que ha ocurrido con Charlie Hebdo. Los tabús en el humor han ido a peor. Antes la gente se reía mucho de cosas hoy impensables. Si haces memoria y piensas en ese sketch de Martes y Trece de “mi marido me pega”, del que todos nos reíamos tanto… nadie se atrevería ahora a hacer ese sketch. No podría. O cuando Loquillo cantaba la canción La mataré. No creo que la cante ahora.
Tanto en este espectáculo en el que trabajas con La Bizarrería como en otros anteriores, la sensación que queda siempre de tus actuaciones es la de haber estado viendo a un cómico que disfruta con el humor. ¿Cómo se consigue transmitir esta sensación al público?
Hombre, no sé, cada uno tiene su forma de expresarse. No hay una fórmula. Yo trato de ser lo más honesto posible y no guardarme nada. Yo tengo un sentido del espectáculo muy particular, no soy un cómico al uso porque tengo muchas influencias, vengo del mundo del teatro, del mundo del clown. No concibo hacer un espectáculo de monologuista porque no lo soy, no puedo hacer un concierto normal de dos canciones porque no soy este tipo de cantante. Actúo como soy.
No sería justo acabar la entrevista sin hablar de Payasos sin fronteras,unproyecto en el cual has participado. En sitios tan difíciles como los Balcanes o el Sahara, ¿cómo se hace reír?
Lamentablemente es muy fácil hacer reír en esos sitios. Y lo es porque los padres y los niños están deseando reír, están deseando pasarlo bien porque lo están pasando muy mal. Cualquier cosa que hagas la agradecen mucho. Es alucinante como disfrutan los niños y como disfrutan los padres.
Francisco Huesa y Aarón Reyes
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