Cuando empiezo a anotar lo que dice, Antonio Bazalo “Pipi” (Tocina, 1982) se siente extraño. Lo suyo, más que responder preguntas, es la conversación. Con la timidez que despide la humildad, empieza intentando aclarar que él no es nadie en esto de los carnavales. Pero conforme va aparcando las dudas iniciales emerge la figura de un carnavalero inmenso que sabe de lo que habla y disfruta con lo que vive en esta hermosa fiesta.
Aunque se define como un simple aficionado y recalca que no merece esta entrevista, Antonio Bazalo (“llámame Pipi que es más carnavalero”, me dice antes de enumerar las agrupaciones en las que ha participado: Los Afortunaos, Hombres del Sur, Los Intocables, Los Pueblos del Mar, Los Dictadores, El título es lo de menos, Estamos en el aire, Los Tipos) es mucho más que un mero “aficionao” al carnaval. Alguien que se subió por primera vez a unas tablas con once años no puede serlo. Fue de la mano del que era su cuñado y amigo e iba vestido de monaguillo. Ahora, a los treinta y dos, sigue dando pelea, componiendo y cantando. Aunque este año se lo ha tomado de descanso. “Yo siempre que he escrito y he sacado un grupo ha sido porque he tenido algo que contar. No entiendo esa obligación que sienten algunas agrupaciones de salir todos los años. Cuando compongo lo primero en lo que pienso es si puedo aportarle algo al carnaval. Para no decir nada mejor me quedo en casa. Aunque después llegue febrero y me pique el gusanillo. De todas formas, debo decir que he colaborado con cuatro agrupaciones este año”. En ese aspecto, nos cuenta, se siente muy identificado con José Luis Bustelo.
Este axioma lo convierte Antonio en un reproche cuando describe la situación del carnaval en la provincia de Sevilla: “Hay agrupaciones que se sienten en la obligación de sacar una nueva chirigota o comparsa todo los años, sin importar el nivel. Encima se presentan en Cádiz, donde verdaderamente se exige. Cádiz acoge con los brazos abiertos todo lo bueno que viene de fuera. Ahí están la chirigota de Sevilla -elogia a Antonio Alvarado- o la comparsa de Córdoba, que son talento puro. Cádiz no quiere, eso sí, morralla. Allí no vale cualquier cosa. De ahí el falso mito de que en Cádiz solo quieren agrupaciones gaditanas”.
“Pipi”, siempre positivo cuando habla de carnaval, le saca el reverso a lo anterior: “Aún así, en Sevilla cada vez se hace carnaval de mejor calidad. Chirigotas como la de los Niños, la de Pablo de la Prida, la del Bizcocho de San José de la Rinconada, la de Roberto Leal de Alcalá, el coro y las comparsas de Alcalá, la de Guillermo Caballero, la de Paco Prieto de Carmona, por decirte algunas de las que se me vienen ahora a la cabeza, son grupos que ya no aspiran solo a ir por el Falla”.
Antonio habla con conocimiento de causa. Él ha pisado el Falla como espectador y como concursante. “Cuando vemos el concurso de agrupaciones por la televisión, con la cámara caliente, la realización, los comentarios… se transmite una imagen distorsionada del teatro. En realidad en el Falla hay unos 1.500- 2.000 espectadores entre los que no se respira un ambiente de competición, sino de diversión. La primera vez que fui no encontré mucha diferencia con el ambiente que suele haber en el carnaval de mi pueblo. La competición es para los envenenaos. Allí acuden los gaditanos a divertirse con una fiesta que es suya porque está hecha por ellos y para ellos”.
Aquí reside, como indica un Antonio que disfruta hablando del tema, una de las claves del carnaval de Cádiz: la gente, los habitantes de una ciudad donde el paro, la necesidad y el prestigio han acabado generando una identidad única. “El ingenio de Cádiz nace de la escasez, es la respuesta a la miseria y a la pobreza de una ciudad subdesarrollada y con un índice de paro bestial. Una ciudad donde, sin embargo, el mayor honor es ganar “un uno” en el concurso de agrupaciones del carnaval”.
La respuesta a esta aparente contradicción está, como nos explica Antonio, en la Historia. Concretamente en la explosión de un polvorín de la Armada en 1947, en las concesiones del Franquismo a un gobernador civil ahogado por la catástrofe y en un levantamiento de una prohibición. Luego llegaron las murgas, esas agrupaciones que debían esquivar la censura para no acabar dando con sus huesos en la cárcel. “El ingenio en Cádiz se ha terminado convirtiendo en una referencia para toda Andalucía. Hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar. Y en el carnaval hay verdaderos extraterrestres que hacen del humor un arte sublime, con letras de una calidad asombrosa”.
Antonio Bazalo «Pipi» (derecha) junto al compositor que más admira, Antonio Martín
Las letras, nos comenta, son importantes para una agrupación pero, ¿y la música? “Hace veinte años cualquiera podía tocar la guitarra en una agrupación finalista. Hoy, las guitarras y voces de las mismas son gente con unos conocimientos musicales brutales. Este cambio lo propiciaron Paco Alba primero, Antonio Martín después (dándole forma al invento) y, sobre todo, Martínez Ares. Antonio Martínez Ares es quien revolucionó la música en los carnavales, quien la llevó a los niveles que actualmente tiene”.
No obstante, una chirigota o una comparsa no son solo letra y música. “Para que una agrupación funcione debe haber feeling, chispa. Por eso las chirigotas del Love o el Selu son el Madrid y el Barcelona del carnaval, porque son una familia que lleva años trabajando juntos por encima de vanidades y rencores. Además de por su talento, obviamente”, subraya “Pipi” mientras describe con admiración el talento de José Luis García Cossio.
Con el mismo tono de admiración aborda la huida de Juan Carlos Aragón de Cádiz a Alcalá: “Yo quizás no me hubiera ido del Falla, porque el concurso es algo muy grande. Sin embargo hacen falta acciones que reivindiquen el trabajo de quienes dedican su tiempo al Carnaval. La recaudación de una noche en el Falla puede superar los 60.000 € y el premio a la mejor chirigota son 3.000 €. Si encima no se pagan derechos de imagen por televisión, prensa, etc., apaga y vámonos. Del carnaval no come nadie, pero de ahí a reírse de quienes ponen tanto trabajo y esfuerzo en un proyecto hay un mundo. Además, conviene no olvidar que el carnaval puede que sea la segunda industria de Cádiz después del turismo”.
Cádiz eclipsa casi por completo cualquier otro carnaval de Andalucía. Antonio lo sabe. Probablemente por ello sus proyectos en Tocina, su pueblo, van paso a paso. Actualmente la Asociación Cultural del Carnaval de Tocina-Los Rosales celebra un certamen anual y se están planteando hacer un concurso. “Lo importante es que esto surja de abajo hacia arriba, que no sea una burbuja. Tocina tiene una larga tradición carnavalera nacida a finales de los años ochenta, cuando aterriza canal sur en el concurso gaditano. Nosotros no queremos tirar por tierra el trabajo de tantos años. Debemos ir despacio, permitiendo a las agrupaciones del pueblo consolidarse. Si lo hacemos bien Tocina acabará siendo uno de los carnavales de referencia de la provincia de Sevilla. Yo no conozco otro sitio en Sevilla donde haya 700 personas sentadas escuchando carnaval, ni siquiera en los dos concursos de mayor renombre de la provincia de Sevilla, como son Alcalá de Guadaíra y Carmona”.
Francisco Huesa
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