La mayoría de ustedes lo ignoran pero el término “historia” deriva del griego, donde se usaba como un concepto de carácter jurídico, significando “investigación”. Es decir, que ni memoria, ni recopilación de datos, ni pónganse a recitar la lista de reyes, batallas y amantes de ninguna época y condición. En clase siempre solía poner el mismo ejemplo: no me interesa la lista de hombres con los que una mujer se ha acostado, sino lo que ha hecho con ellos para no coger algo malo. Pues en historia, lo mismo. El qué es importante, pero el por qué lo es aún más.
Sucede, sin embargo, que existe un peligro con los qué, los por qué y los cómo en Historia. Ese peligro es el de hacer un uso torticero de la misma sólo por intereses concretos. Hablando en plata, cuando viene el político de turno y se apropia de patrias, banderas y otras cosas del comer. Pienso por ejemplo en Cristina Fernández de Kirchnner, la atribulada viuda de, que protesta porque en un videojuego reciente se aborda la conquista de América. Dice que va contra el orgullo de un pueblo contra el cual se cometió un genocidio y otras sandeces que me van a permitir evitarles. Lo dice ella, cuyo primer antepasado conocido es Antonio Fernández dos Campos nacido el 13 de enero de 1702 en Fonsagrada, ¡Lugo! Como sucede en tantos casos argentinos, no fue hasta sus abuelos cuando emigraron de la “patria opresora” hacia Argentina. Como se ve, todo un vínculo con los que habitaban allá por la Pampa en el siglo XVI. Un lugar, por cierto, que no era una Arcadia feliz donde caminaban por el campo cogidos de la mano y viviendo en armonía e igualdad. No les gobernaba una Aído o una Talegón divina de la muerte. Eran imperios que a su vez habían arrasado con otros imperios. Pregúntenles a los pueblos andinos a los cuales los incas tenían sometidos. O a los pueblos que se aliaron con Cortés hartos de la tiranía azteca.
La cuestión, no obstante, es la categorización de un proceso histórico mediante juicios de valor. Se dice, por ejemplo, que la conquista de América fue un genocidio, cuando en ningún momento hubo intención de exterminio sistemático y organizado de una etnia sobre otra. Que es lo que significa genocidio. De hecho, realmente no se han producido, por suerte, muchos genocidios a lo largo de la historia. Lo que hubo no fue nada más y nada menos que un imperio, el hispano, llegando a un territorio y ocupándolo por la fuerza. Como todos y cada uno de los imperios que han existido. Romanos, cartagineses, mongoles, turcos, chinos, japoneses, franceses, ingleses, alemanes, hititas, sumerios, macedonios… la lista es infinita. Ningún imperio llama a la puerta y pide permiso para pasar.
Sucede con demasiada frecuencia que el mito del Imperio Hispano como un azote de pueblos genocida y atroz se usa por parte de determinadas elites de poder sudamericanas como una excusa barata para ocultar su nefasta política exterior. Cuando se producen expropiaciones, se habla de las empresas como si Telefónica o Repsol las dirigieran Cortés o Pizarro. Se genera el odio al otro. Digan si quieren que son recursos suyos, que van a quitárselo a las multinacionales porque lo consideran injusto y todos esos argumentos a los cuales no les falta razón. Pero dejen a la historia en paz.
Más indignados deberían estar alemanes y rusos que no hay un puñetero videojuego o una película que no los ponga, a nivel histórico, como unos sádicos destripaterrones que, por supuesto, siempre pierden. Hay 16 territorios en el mundo que siguen siendo actualmente colonias y ninguno pertenece a España, ni Alemania ni Rusia. Mañana, pues, pongan una demanda contra los que hicieron el juego Imperium si sienten que su acervo íbero se siente ofendido por el “genocidio romano” en la Península Ibérica.
Dejen tranquilos a los muertos de hace siglos con los cuales ustedes no tienen nada que ver. Ni tampoco esos muertos medievales que en Cataluña se empeñan algunos pseudo-historiadores en revivir con un carácter prácticamente mítico. No digamos ya esos parientes neolíticos vascos que recuerdan a cuando algún lumbreras del Segundo Reich (el de Bismarck y tal) y un tal Jules Ferry (no sé si les suena) empezaron por la senda del originialismo, luego llegó Spengler con la idea del “espacio vital” y acabamos como acabamos. A hostias.
La historia puede ser muy entretenida. Te puede permitir leer Sinuhé, el egipcio, disfrutar de Gladiator o conquistar cincuenta veces un territorio en un videojuego. Dejemos de jugar con la historia y disfrutemos jugando a la historia.
Aarón Reyes (@tyndaro)
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