La culpa de lo que ustedes van a leer en estas líneas en algunas más en algunos artículos y entrevistas posteriores la tiene una mala resaca e Instragram. Levantarse una mañana, encender el móvil y ver que alguien ha colgado una foto de un sitio y piensas «estaría bien vivir ahí», y luego quieres estar allí pensando que es Berlín. Y resulta que sí, que es Berlín, pero la Berlín del Norte de África como me dijo una vez Alfonso Barragán de Maassai Magazine. En esa ciudad, que es Sevilla, parece que algo se está moviendo porque navegando por el submundo de hashtags y perfiles variopintos no encontré ningún nazareno, ni ningún traje de flamenca. Ni siquiera una mala foto de la Giralda. Ni buena tampoco.
Al principio me dio rabia porque a mí me gusta mucho meterme con Sevilla y como sevillano me gusta llevar razón en la miseria. Así puestos, creí que sería oportuno indagar en cómo está cambiando la ciudad. El Amado Líder de ésta su revista amiga tuvo a bien financiar el periplo de este reportero con unas bellas palabras que incluían varias «h» y numerosas vocales («ah, oh, uh»), por lo que decidí empezar por la ropa y por el que se ha venido en llamar el Soho Benita agrupado entorno a la Calle Benito Pérez Galdós. Una calle que rara vez he pisado de día, todo hay que decirlo.
Allí tienen ustedes una tienda que, en cuanto entren, a menos que hablen tan amablemente como yo hice con Manu, que lleva la tienda con Lorena que se encarga de la parte artística, de la moda en sí.
-¿Por qué decidisteis abrir la tienda en Sevilla?
Lorena, mi pareja, estudió diseño de moda en la Escuela de Moda Italiana de Madrid. Al final nos vinimos los dos (yo soy de aquí) y empezó a trabajar en un par de sitios relacionados con la moda, sobre todo moda flamenca. Entonces decidió que le apetecía hacer algo más personal. Y mirando locales dimos con este, el antiguo Downtown, una tienda de piercings y tatuajes mítica en la ciudad. Vimos que el sitio tenía mucho potencial (aunque tuvimos que meterle mucha mano): estamos en una calle paralela a las comerciales y eso siempre viene bien porque te llega el turismo de las zonas comerciales, lo que te sitúa a ti mismo dentro de la línea comercial sin estar metido justo en esas zonas, que, además, tienen otro tipo de establecimientos. Es positivo que estemos cerca pero no en medio.
-Eso te permite acercarte a otro público.
Si, claro. Yo entiendo que la gente que viene buscando esta tienda es un tipo de público diferente al de esos espacios. Concretamente, nosotros lo que vamos buscando es el slow shopping, el comprar con tranquilidad… Valoramos todo: tanto que el producto que vendemos sea un tanto especial como el ambiente de la propia tienda, ya sea con la decoración, con los muebles, con la música, con las actividades que organizamos… Al final intentamos que no sea solo una tienda sino también un espacio creativo.
-Una experiencia.
Eso es. Hemos organizado conciertos, exposiciones, intentamos participar todos los años en la Noche en Blanco sevillana. Pero al final, quizás un poco por coincidencia, por esta zona se ha ido aglutinando un tipo de comercio diferente en una línea que no es la típica en la ciudad.
-¿Qué es Isadora?
Bueno, sobre la tienda, para empezar te puedo contar que trabajamos tanto con marcas nacionales como algunas internacionales: danesas, inglesas… Nos gusta mucho el mundo de la ilustración. Sin ir más lejos, nuestro logotipo está diseñado por una ilustradora vasca que tiene una firma de complementos que se llama De Pe a Pa. Y sobre el nombre, bueno, por la bailarina, Isadora Duncan, una mujer revolucionaria para la época. Nos encantó su biografía y terminó convirtiéndose en la musa inspiradora de este espacio. También decir que el alma mater creativa de este espacio es Lorena: estuvo haciendo tocados, impartiendo talleres de punto, ganchillo, etc. Y cuando tuvimos al niño sacamos adelante una marca de ropa infantil (Otto&Tula), producida aquí en Sevilla con productos naturales. Porque también creemos que a la moda infantil le faltaba un punto de creatividad, propuestas diferentes a la línea clásica.
-¿Qué papel ha jugado la venta online y la presencia en redes sociales a la hora de dar a conocer Isadora?
Hace unos años el tema de la publicidad era bastante más complicado. Te publicitabas en revistas que, además, no eran precisamente económicas ya que hacer un número trimestral te costaba un, bueno, digamos que una cifra interesante. Y al final con las redes sociales consigues llegas un poco más allá porque puedes interactuar con el cliente y, si le dedicas tiempo, puedes transmitir mucho más la idea y el concepto. Siempre lo hemos enfocado desde el punto de vista de qué tipo de atención me gusta que me ofrezcan cuando voy a un restaurante o a comprar ropa o a cualquier sitio. Sobre todo ahora, que puedes comprar simplemente desde tu casa a través del ordenador. Por eso nuestra idea es ofrecer un trato cercano, que podamos terminar hablando con el cliente de música, de cultura, de lo que sea.
-Esa es otra forma de adaptar la tradición del trato amable y cortés de las tiendas de antes a la modernidad, ¿no?
Claro, eso debe ir de la mano. Uno se tiene que quedar con todos los aspectos positivos que ha tenido la tradición y uno de ellos es el trato cotidiano con los clientes, sobre todo aquí en Sevilla. Aquí enfrente mismo, antes de La Importadora, había una tienda de lencería con la que coincidimos los dos primeros años y las dueñas hacían trueque con las clientas, todavía se dejaba a deber, muchas de ellas tenían cuentas abiertas en la propia tienda… Era el negocio de toda la vida. Al final la gente también añora ese tipo de cosas, sobre todo en una época en que las relaciones online evolucionan tan rápido y las sociales, cara a cara, se debilitan.
-¿Es posible que cierto sector, clientes de entre 25 y 45 años, estuvieran esperando propuestas como las vuestras para poder encontrar una diferencia real con respecto a la oferta tradicional de ropa?
Yo creo que sí. Esperando una mezcla de tradición y cultura. En el norte, por ejemplo, hay ciudades muy tradicionales, como Bilbao: tradicionales en sus fiestas, en sus costumbres, en su cultura. Mucho. Pero al mismo tiempo Bilbao es la ciudad del diseño: ves el metro y es diseño, ves el Guggenheim y es diseño, ves la cartelería que hay a pie de calle y es diseño, es algo brutal. Hay que saber compaginar lo tradicional con lo actual porque si no te quedas obsoleto. Aquí mismo “las setas” de la Encarnación se han convertido en un puto neurálgico de la ciudad.
-Da la sensación de que precisamente “las Setas” han permitido vertebrar la zona que va desde la Cuesta del Rosario hasta prácticamente la calle Feria.
Exacto. Antes no era así. Antes al turista le costaba pasar de la calle Imagen hacia el otro lado. Ahora, sin embargo, el turista conoce la Alameda (que también ha cambiado mucho) y la Encarnación ha tenido mucho que ver. Es El Edificio Moderno que tenemos en la ciudad, además de un mirador importante. Yo ya no entro en valorar si gusta más o menos. Tiene sus cosas positivas aunque pueda pensar que me gustaría de otra forma. Pero en general creo que está bastante bien.
-También se ha criticado mucho que quizás sea demasiado moderno para el entorno, pero cuando uno mira alrededor se encuentra con cosas como los edificios setenteros de la calle Imagen…
Desde luego. Los setenta fueron una época urbanística bastante chunga para la ciudad. Incluso en la Plaza Nueva hay algún que otro edificio de esa época que es un desastre. En Bilbao, con el Guggenheim, pasó algo parecido a lo que ocurrió aquí con las setas. La gente discrepaba un montón durante su construcción y, al final, le ha aportado bastantes cosas buenas a la ciudad, desde los visitantes a, por ejemplo, tener una ría más limpia de lo que estaba antes. Le han dado un giro bastante interesante.
-¿Crees que en ese sentido Sevilla se ha paralizado un poco? Recientemente tuvimos una época de transformación con todo lo que fue el proceso de peatonalización, las propias setas, todas esas reformas y de pronto parece que se ha parado todo. No solo por una cuestión de dinero, sino en un sentido de evolución y cambio como, por ejemplo, como comentabas antes, en detalles como el diseño de la cartelería…
Totalmente. Lo que pasa es que a Sevilla todavía le queda mucho por hacer. Hay que mejorar el transporte al centro. Para mí hay algo fundamental que se hizo a medias, que fue cerrar el tráfico al centro, una propuesta interesante aunque hubiera mucho comercio que no lo viera así. Se dijo que al sector no le interesaba pero yo creo que eso no es del todo así. Creo que realmente a los comerciantes en general nos interesaba, lo que pasa es que hubo asociaciones de comercios de toda la vida que dijeron que no les parecía bien porque creían que iba a reducirse la afluencia de clientes. Eso no es del todo así, no si se apoya con un buen transporte público. Mira Málaga o Granada, que llevan años y años con el tráfico al centro restringido.
-Muchas veces también es un problema que este tipo de tiendas tengan que ubicarse en el centro porque la propia ciudad vive mucho hacia esta misma zona.
Sevilla tiene varios centros de moda: los Remedios, Nervión y el centro. Es verdad que está más concentrado aquí, pero también lo veo como algo positivo. Hablábamos de Bilbao, pues Bilbao ha perdido totalmente el centro de la ciudad como zona de tiendas. Tu vas ahora al centro de Bilbao y las antiguas siete calles, toda esa zona mítica, está muy abandonado. Cáceres es tres cuartos de lo mismo. Sin embargo aquí el casco histórico, que además es enorme, está muy vivo y al final tiene un potencial muy bueno.
-Imagino que todo esto requiere muchísimo trabajo.
Muchísimo. Tanto el que se ve en tienda como la elección de la ropa, cuidar la imagen, no estar nunca parado, estar siempre cambiando. Una sensación que tenemos nosotros aquí es que nunca estamos conformes con la tienda. Hay cosas que siempre queremos cambiar, cosas que siempre tenemos pendientes de hacer. Construir una tienda viva. Eso es lo importante. Además, después de ocho años ya te has hecho tu clientela y básicamente son tus amigos.
-Una de las primeras cosas que me llamaron la atención al entrar en la tienda fue la sensación de entrar y parecer que no estaba en Sevilla y, al mismo tiempo, si. Esa sensación de cercanía mezclada con el aspecto innovador de la ropa. ¿Cómo os ayuda eso a la hora de atraer gente?
El boca a boca funciona mucho. Es una publicidad extra. Si ofreces un producto de calidad y la gente compra, funciona. Sin más. También nos gusta buscar cosas especiales, que no las tengan otras tiendas, buscar un poco la exclusividad. A su vez tenemos una gama de complementos de aquí, de artesanos con los que trabajamos a nivel local, así como un par de revistas que vendemos aquí; colaboramos con un chico (El Astronauta) que restaura muebles antiguos…
-¿Este modelo irá a más en Sevilla?
Yo creo que sí. Fíjate, desde que nosotros llegamos ha habido una evolución tremenda, no solo en la moda. En la hostelería por ejemplo hay cosas muy interesantes. Pedro el Viejo, los de La Mia Tana han abierto Sal Gorda en la calle Alcaicerías… Ahora mismo comer en Sevilla es asequible con una calidad difícil de encontrar en otras ciudades. En Madrid, Barcelona o Bilbao una calidad así te puede salir por 10 o 20 euros más. Sitios como The Red House, que me parecen espectaculares. Hay una vertiente muy fuerte de comercios alternativos. Incluso a nivel musical. Nocturama mismo está planteado con mucho gusto. Cada año va evolucionando a más y mejor. Es cierto que el tema de las ayudas ha provocado que festivales como Territorios haya caído en temas como el cartel que presentan, pero tampoco creo que vaya asociado a que haya decaído en ganas o el gusto de los organizadores. En definitiva, creo que la ciudad está evolucionando en todos los sentidos. Yo tengo amigos que han vivido aquí o que son de aquí y viven fuera que cuando vuelven me dicen “Hostia, cómo está cambiando Sevilla”. Y si cambiamos a nivel institucional para apoyar todas estas actividades también sería la leche. Porque al final a la propia ciudad le interesa este tipo de espacios. De hecho sé, a través de la gente del área de Cultura, que es así, que realmente interesa pero a veces termina ocurriendo que se dice mucho y se ve poco o se enfoca de la manera equivocada. Por ejemplo, lo que se monta ahí en la Encarnación en Navidad me parece un disparate. Da la sensación de que se busca recaudar sin criterio alguno. En eso es lo que vamos un poco atrasados, todo el tema del diseño y la imagen. Tú vas a muchas ciudades del norte, como Barcelona, y no ves algo así. Lo que se monta aquí en Navidad justo debajo de un edificio moderno, un circo de no se sabe muy bien qué, nada definido… Que yo no me meto con ningún tipo de negocio, pero todo debe tener su sitio.
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