“Y yo qué sé”. Fue lo primero que se me ocurrió dos semanas después de acostarme tras haberle hecho caso a un señor que escribe también en ésta su revista amiga. Escribir sobre los Óscar ®, ese monstruo gigantesco que le importa un montón a lo que tiene alrededor pero que no le importa a nadie.
Una cosa que siempre me ha hecho mucha gracia es la importancia relativa que se le da a los premios de Hollywood. Uno se para a mirarlos y parece que le importan mucho a los productores, a los actores, a algún director, quizá a algún técnico de sonido, montaje. Les importan mucho a los periodistas que viven de ello, y a alguno que no, también. Algunas personas hasta los siguen, normalmente por aburrimiento o porque se pasan las solitarias noches de domingo en febrero escuchando la radio en puntos extraños.
-Y a los de los informativos de Antena 3.
Y a los de los informativos, efectivamente. Sobre todo si como los de ésa, su cadena amiga, tienen una sección de Noticias de Ricos y Famosos. ¿Saben qué premios me importan también muy poco? Los de la Nigeria Integrity Film Awards, los Óscar ® de Nigeria, o los premios que dan las academias asiáticas y africanas. Francamente me importan menos que los Goya.
Tanto premio por todas partes. No sé qué naturaleza puede tener un premio. “¡Ah! ¡hola Tunde! Me alegro que este año vayas nominado al mejor guión por Lost Children, vaya dramón ¿eh? Luego te veo, he quedado con Onyinye Muomah”. Ahí van, los Homevida, que es cómo les llaman a los Óscar ® en Nigeria. Los únicos premios en los que Denzel Washington no haría historia.
Las características técnicas de las películas que pueden presentarse también son curiosas. Si he de serles sincero es lo que más me ha llamado la atención. La primera, obvia, es que el film debe haber sido producido en Nigeria. El segundo país después de EEUU en cantidad de películas producidas al año. Hacen 50 a la semana. 40 mil al año. Lean bien, 40 mil películas cada año. Normal que acoten las que se pueden presentar. Tienen que ser dramas de más de una hora y menos de dos (es que son 40 mil ¿eh?), y además según pone en las bases de los Homevida, “se tienen que ver claros en sonido e imagen de acuerdo a los estándares del mercado”. Ah, y ser realistas, dramáticos y entretenidos.
Lo siento por Michael Bay, no va a poder ganar tampoco los Homevida.
Si le echan un ojo a Stolen Kiss y Stolen Kiss 2 de Uguzu J. Uguzu, se van a sentir maravillados. Es como rodar en un chiringuito de Chipiona a lo Lars Von Trier, es decir, grabando lo que te dé la gana sin la menor intención de contar nada, con música ambiente de casete y cambios de plano ochenteros. Epatados se quedarían. Me recuerda a mis primeras experiencias con la saga del Superman turco.
“Y yo qué sé” es algo que me dijo también una chica una vez cuando le pregunté qué le había parecido la película que había ganado el Óscar ese año. Yo tampoco sabía cuál era pero era por entablar conversación. Me miró largamente y yo tuve que refugiarme en algún chiste malo como los que hizo ese año Billy Cristal.
Quizá no hayan visto nunca una gala de los Óscar, y a mí ese año me pilló fuera, en algún punto de la geografía española que es mejor no recordar. Los Homevida africanos nunca serán presentados por un tipo como Cristal, ni tampoco por Ricky Gervais. Lástima. Después de los Globos de Oro de 2011 entiendo que no le dejen. EEUU es el núcleo de donde parte nuestra forma de entender el mundo actual, no lo es Nigeria, lógicamente. Y menos mal, o tendríamos Boko Haram y niñas secuestradas de los colegios por todas partes.
«¡Te quiero Phillip Morris! es una película en la que dos heterosexuales interpretan a dos gays, al contrario que algunos famosos cienciólogos». Gervais en estado puro. Eso lo puede decir en los Globos de Oro porque en EEUU hay premios para premiar y premios para hacer una fiesta entre nosotros, entre unos cuantos, y decirnos lo estupendos que somos.
Hace años estuve en una fiesta que era como los Óscar ®. Unos cuantos amigos y amigos de amigos que no eran amigos de los otros amigos pero con los que te llevabas bien alcanzado un cierto grado de alcoholemia. Hicimos unos premios, graciosos, simpáticos, para hacer una gracia. Lo que son los Óscar ® pero en doméstico. Los premios de verdad están en los de la Crítica, o los propios Globos de Oro. Ahí sí puedes hacer de Ricky Gervais y decir “va a ser una noche de fiesta y beber a tope, o como lo llama Charlie Sheen: “desayuno”. También se metió con Banderas.
Banderas le respondió con un texto de Calderón de la Barca.
Al ABC esto le pareció una genialidad. Por cierto.
Si uno piensa en Ricky Gervais presentando los Homevida puede imaginarse que saldría quizá vestido del Comando Negro que luchó con los alemanes en la II Guerra Mundial. Por eso no lo llaman a Nigeria ni a los Óscar. Es mucho mejor Ellen DeGeneres. Porque EEUU es un país grande, que puede permitirse el lujo de tener un presidente negro (y rico), una presentadora de los Óscar lesbiana y por supuesto dejar al gracioso inglés para los premios que tienen cierto mérito.
Ricky Gervais haciendo chistes sobre la entropía infinita que supone Birdman. Ojalá. Mencionando que bien pensado es una película que se parodia a sí misma hasta tal punto que como la pienses mucho te hace sentir ridículo a ti por haberla visto. Iñarritu, que es un triste de cuidado, haciendo comedia. Todavía recuerdo la depresión en la que me metió Iñarritu la primera vez que vi una película suya, 21 gramos. La primera película que fui solo a ver.
Un drama. Mi vida aquella tarde quiero decir. La película también.
Birdman puede hacer que Michael Keaton gane un Óscar ® y cumpla el sueño americano moderno: ser un inútil, haber caído bajo y parecer que te has recuperado. A Keaton se le recuerda con cariño porque hizo de Batman con un director al que nadie parece atreverse a criticar como es Tim Burton y porque todos los que hicieron de Batman después de él hasta que llegara Christian Bale fueron mucho peores. Que ya era difícil. Por suerte han vuelto a Ben Affleck para que haga de Batman alguien que siempre tiene la misma cara de resolver una ecuación mientras le da el cierzo en las mejillas.
Me gustó más Boyhood. Si le dan el Óscar ® va a ser el más esperado de todos, después de estar casi dos décadas rodando. El día que la vi hice acopio de Jim Beam (por cierto, también ®) porque pensaba que por su duración y temática me iba a quedar clavado en el sofá del aburrimiento. Sé que a muchos las descargas ilegales de cultura les parecen muy mal, pero tienen una ventaja: no te metes en una sala deprimido a ver 21 gramos. Luego el camino a casa se hace muy largo. Puedes verla en casa y abrirte las venas cómodamente.
A pesar de ello estuvo bien. Fue una bonita experiencia. En cambio, The imitation games sí que pagué por verla. Ya ven. En versión original y todo. No acabo de entender por qué nominan a Cumberbatch pero tampoco me importa mucho. Parece un buen tipo. Es un inglés educado, algo tímido, no como Gervais deben pensar en EEUU. Llegará lejos haciendo papeles de inglés. Como Keira Knightley, esa actriz que siempre parece a punto de descomponerse. O irse de vientre que se dice finamente.
Llámenme racista pero no veo los Homevida porque todos los actores nigerianos me parecen iguales. Después de haber visto Red Scorpion 1 y Red Scorpion 2, no pude creerme que al final fueran actores diferentes. Pasa a veces con gente como Reese Witherspoon, que si la nominan y no ponen la foto pueden poner cualquiera de cualquier instituto, que será igual que ella.
La sangre me tira y se me va la vista cuando veo a Marion Cotillard. Porque además va nominada por una película que me parece sublime, Deux jours, une nuit. Es fácil hacer una película sobre cosas que pasan con la crisis, cierre de fábricas, gente que se va a la calle, familias rotas. Lo difícil es hacer una película de todo eso y no hacer que el espectador se harte de llorar, no hacer como Spielberg y empezar a hundir dedos untados en sal en las heridas.
El dolor era otra cosa. Era algo que nos recordaba a cuando éramos niños y se pasaba rápido, cuando apenas duraba un instante. Entonces una vez vino alguien y nos dijo “se pasará pronto”, en vez de recitarnos una suerte de palabras mágicas acompañadas de un simple soplido. El día que alguien nos racionalizó el dolor se convirtió en Deux jours, une nuit, una carrera contra la asfixia cuyo resultado es la destrucción del Ego para subvertirlo en la construcción del Ser.
Eso por ejemplo les da igual a los que han hecho Leviathan o Tangerines. Lo más seguro que entre una de las dos caiga el Premio a Mejor Película en un Idioma que no Entendemos por Aquí, porque hay que dejar en mal lugar a los rusos. Prefería Danko, calor rojo porque por lo menos era entretenida.
Le falta precisamente a los Homevida nigerianos entregar un premio a películas extranjeras. Podría entregaro Ricky Gervais, y que hiciera algún chiste sobre negros. Podríamos tener a Joaquin Phoenix grabando con una Super 8 cómo lo apalean y lo entregan vivo al ISIS y al menos sabríamos que todo eso es verdad. En los Óscar ® uno tiene la sensación de que, como sus películas, todo es un inmenso decorado.
Al menos nos queda Gran Hotel Budapest para contarnos algo, para presentarnos una idea narrada, hecha de diversión y diferencia. Porque los criticamos pero los Òscar ® no dejan de ser nuestros premios. Nos pasa como con EEUU en general. Los ponemos a parir, sacamos brillo a los tópicos más absurdos que conozcamos sobre ellos y nos jactamos de cierta superioridad sobre su cultura, su política o su gastronomía. Pero son los nuestros. Su cine es nuestro cine, está en nuestra esfera cultural.
Es que ustedes no han visto los premios asiáticos de cine. Salgan de Wong Kar-wai (que también tiene sus ratitos) y su irregular The Grandmaster que se llevó todos los premios, y de la sublime Stoker (de Chan-wook Park), y ya. Una de las nominadas en los Óscar ® asiáticos fue Snowpiercer, una película videojuego donde sólo faltaba que saliera el botón de “pulse X” cuando se acercaba un enemigo.
Stoker es precisamente el ejemplo de todo esto. Quizá una de las mejores películas de Chan-wook Park y no la premian ni de donde viene ni a donde va. No pertenece a la cultura asiática, ni a la europea, es solo una obra de arte maravillosa. Es habitual que cuando propones ver una película de un director surcoreano, o chino, alguien te mire raro. Lo que cuesta que alguien entienda que In the mood for love es quizá una de las mejores películas de todos los tiempos aunque esté en chino mandarino.
Por eso, cuando me preguntan por los Óscar ® de este año lo único que se me ocurre es “y yo qué sé”. Algunos le darían un premio a Transformers. Y algunos creen que los premios se dan por méritos. El único mérito es verse la gala entera. Sobre todo teniendo en cuenta que no la presenta Ricky Gervais.
Aarón Reyes (@tyndaro)
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