Confesar que no me gustan los palos de nata puede tener múltiples lecturas. Lo sé. Sobre todo en una ciudad donde los palos de nata, las tortas de aceite y un sinfín de repostería ligeramente reseca le deja a uno a merced de variaciones perpetuas sobre un mismo tema en cualquier parte de la ciudad. No es fácil merendar en Sevilla sin el Dolby Surround de Señoras Que Podrían Ser Público de Juan Y Medio. Tampoco hacerlo y mirar sospechosamente el muestrario de lo que viene siendo un “dulce” (pronúnciese “durse” para diferenciarlo de otro tipo de repostería). Sospechar que detrás de todos ellos hay algún tipo de lobby que los fabrica en serie.
Igual que no es fácil reconocer que se puede ser un imbécil. Yo, por ejemplo, me fustigo desde ya ante ustedes y reconozco que cometí una imbecilidad con lo que han venido siendo los cupcakes. Sí, lo confieso, al principio yo también las llamé “magdalenas con una cosa encima”.
Hoy como cupcakes. Voy a lugares donde venden cupcakes. Les hago fotos a las cupcakes. Miro una cupcake y le pido perdón por haberla llamado magdalena una vez. Y es que, además, en Sevilla se pueden comer cupcakes estupendas en Ofelia Bakery, y allí que me fui a hablar con Elena y Gonzalo, a presentar mis respetos a su maravillosa repostería y a que me contaran si en Sevilla se puede comer algo más que palos de nata.
Estáis en una zona magnífica, lo que ahora se ha venido en llamar el Soho Benita.
Gonzalo: (G) Nosotros encontramos este local de casualidad, pero yo creo que a todos nos ha pasado lo mismo. Lo mejor que nos pueden decir, que nos lo dicen mucho, “parece que no estoy en Sevilla”. Alguno nos ha dicho “está como desangelado, parece que estar por decorar”. Claro, faltan tres vírgenes, mucho más oscuro y un terciopelo rojo (risas).
Elena: (E) De hecho, un señor que viene a menudo, que es del barrio, le parece que está como inacabado y nos ha ofrecido carteles de la Primavera y de los Toros para las paredes. Pero vamos, que el Soho es estupendo, a mí me gustaba antes y luego, después de montarlo…porque cuando estás ahí montando no piensas “oh, qué bien que vamos a estar en el Soho”. Fue cuando ya estábamos abierto cuando nos dimos cuenta de esta idea que nos gusta mucho.
¿Por qué se puede hacer esto ahora en Sevilla?
E: Yo creo que porque somos muchos los que hemos estado viviendo fuera de Sevilla y echamos en falta esto. El principal motivo por el cual nos planteamos abrir esto fue una necesidad. Somos muy dulceros los dos y no encontrábamos nada. Y es una pena, porque en Andalucía tenemos una repostería buenísima. El problema es que, igual que de unos años para acá se ha tirado el precio del pan, se ha devaluado el concepto del pan y de los dulces, vas a cualquier pastelería de barrio y es todo industrial y tienen todos los mismos pasteles. No hay manera de merendar dignamente en ningún sitio. No entiendo porqué, claro, hay una cuestión de precios pero da mucha pena porque esto es parte de la educación.
Claro, a eso también voy, comer bien también forma parte de la educación. Que no todo sea un palo de nata y haya alternativas.
E: Bueno, un palo de nata y un mal palo de nata. Ése es el tema, porque son cosas muy tradicionales. Un buen palo de nata es una cosa maravillosa, pero eso ya no lo encuentras. Como la ensaladilla, otro buen ejemplo. Hay sitios donde es prefabricada, congelada, cosas de toda la vida que se pierden. La idea principal era ésa. Nosotros somos de Cádiz y allí pasa tres cuartos de lo mismo. Como te dé un antojo a media tarde de un dulce estás pensando “¡por favor que llegue ya la cena y se pase esto!”. Así que dijimos, bueno pues hacemos uno nosotros aunque sea con un equipo pequeñito, pero todo lo que te encuentras es del día.
Y eso lo hace todo muy personal, como era el comercio tradicional.
E: esto es pequeñito, es íntimo y yo creo que eso es una venta. Mira, ahora que hay tantas alergias, pues puedes ir a un sitio como éste y preguntar “oye, esto ¿qué lleva?”. Y la persona, que está al otro lado y lo ha hecho, te puede explicar cómo está hecho y qué lleva.
¿Tuvisteis miedo al principio? Porque, en cierto modo, cuando abristeis, erais casi pioneros con otros.
E: Mucho miedo, porque yo creo que si no tienes miedo al principio eres un inconsciente. Esto conlleva una inversión, muchísima ilusión. La gente nos decía que no abriéramos nada de esto en Sevilla, que aquí la gente solo quiere cerveza. Pero nosotros estamos muy contentos con el resultado, yo creo que hay público para todo.
Yo os conocí por las redes sociales y este negocio tiene esa ventaja respecto al comercio más tradicional.
E: nosotros sin las redes sociales no seríamos nada. Nosotros empezamos con un blog de repostería, hacía algunas cosas en casa, colgaba algunas recetas, tartas que hacía para amigos, y Gonzalo me hacía las fotos. Del blog empezó a conocernos gente y cuando abrimos era parte del negocio. Las fotos venden mucho, claro. Con el Facebook, el Instagram, viene mucha gente por las redes sociales, yo diría que el 80%.
Eso permite también canalizar el público. La cultura es industria y mercado y mantener unos niveles de calidad exige tener un tope.
E: totalmente, nosotros tenemos un público muy afín. Yo diría que la gente que se lo topa al pasar, o el que entra por curiosidad, de esos hay mucha gente que le gusta, pero nadie viene porque nos ve en las redes sociales y no vuelve. Es más fácil que alguien que no tiene mucha idea pase y no entre porque no lo guste o algo, puede ser un cliente que no vuelve. Pero el cliente que nos sigue por redes sociales, suele volver. Es un cliente que mira tendencias, compara.
G: Y los bombardeamos con imágenes apetitosas.
E: Hay mucha gente que dice “¡sois muy malos poniendo esta foto a estas horas!” (risas)
Parece que Sevilla no ha llegado tarde a cosas más de vanguardia incluso gastronómica.
G: Sí, un poco más retrasado pero no tarde. Al menos no cuando ya se ha acabado en otros sitios.
E: Quizá es mucho más difícil en Cádiz, por ejemplo, que ves que ahora está empezando a despuntar. Aquí ya lleva un par de años que se están haciendo cosas distintas. Evidentemente Andalucía en comparación con Madrid y Barcelona va retrasada pero bueno, mientras llegue.
G: También allí hay más gente y es más fácil que le guste este tipo de producto. Pero jugamos con desventaja porque Sevilla tiene un público más cerrado. Es un público más clásico. Hay muchas señoras, que no tienen redes sociales, que pasan por aquí porque este tiene un barrio de toda la vida, y entran e incluso te ponen cara de asco como diciendo “¿esto qué es? ¿dónde está el merengue?”. Y en Barcelona yo he visto una cola de señoras con abrigos de pieles, muy clásicas, para comprar cupcakes.
E: yo creo que todos los negocios del Soho son extraños para la Sevilla tradicional. Ahí estamos, con más o menos dificultades pero estamos. Parece una tontería pero el estar reunidos con otra gente que sufre las mismas cosas que tú, con un público parecido, yo me siento muy respaldada.
Da la sensación de que Sevilla justo desde este punto, desde la Cuesta del Rosario hasta la Calle San Luis, se ha abierto en paralelo al otro eje de Sierpes-Tetuán.
G: Siempre hemos dicho lo hostil que es San Luis, pero está El Contenedor, está KÖK…
E: Está Planeta Propio, Rompemoldes… yo creo que es una zona donde vivimos mucha gente joven, que somos los que estamos metiendo esto aquí.
Tenéis la cupcake como símbolo.
E: Sí, yo creo que es el producto más representativo. Cuando planteamos abrir aquí una bakery que era algo que no podías encontrar en otros sitios, luego ya han montado otras pastelerías que también lo ofrecen, pues era un poco como nuestro producto tirón. Era para asegurarnos una venta, menos competencia, pero luego hacemos muffins, tartas. Tenemos merengues, bizcocho, todos los viernes tenemos productos veganos. Intentamos abrirnos al público.
Es fundamental que el negocio parezca una tienda.
E: A mí me lo parece, por el público que lo echa en falta. Vienen muchos turistas que vienen y nos preguntan dónde pueden ir a comprar pero tiendas que no sean las que están en todas partes. Al final te plantas en el centro de Milán, de Madrid o de Estambul y tienes siempre lo mismo. A mí me hace mucha gracia cuando alguien quiere encontrar algo distinto pero luego no compra en esos sitios, no va a las cosas que organizan esos sitios, ¡claro! Tú quieres tiendas muy bonitas que se mantengan solas. Eso tampoco es fácil.
Cuando yo vi por primera vez el logotipo, el nombre… pensé que tendría un estilo americano pero al verlo en persona parecía más algo muy personal.
E: Si te soy sincera se parece mucho a nuestra propia casa. Dábamos por hecho que íbamos a pasar mucho tiempo aquí, como de hecho está siendo, y la decoración no es muy americana sino más bien nórdica. Más limpio y menos abigarrado.
¿Tenéis mucho feedback?
E: Muchísimo, tenemos un público maravilloso. Hay gente que es muy agradecida y superagradecida. Ayer precisamente un cliente nuestro habitual se dio cuenta que habíamos colgado unas cometitas muy pequeñas de decoración, se fijan…
Muchas veces no se abren negocios diferentes por miedo pero parece que ahora es la oportunidad.
G: Es verdad que aquí que cuando hablas con gente que se dedica a montar locales te intentan dirigir a lo que ya existen. Yo tengo un amigo que me decía “copas y tartas”. Y dices, ya pero de eso ya hay muchos sitios. El público sería completamente diferente. El horario no sería el mismo, más desagradable.
E: Aparte que teníamos claro que además de esto queríamos tener vida. Hay gente que dice “¿por qué no abrís los domingos?”. Mira, al principio abríamos los domingos por la mañana pero no teníamos mucha venta. Y como la tarde la necesitábamos para descansar porque el lunes es un descanso ficticio porque lo aprovechas para comprar. Si no tienes el domingo entero te imposibilita poder viajar a ningún sitio, coincidir con amigos tuyos que no trabajen en hostelería… Yo quiero compaginar mi vida con tener un negocio.
Lo positivo de eso es que se transmite al propio negocio.
E: Claro, nosotros lo disfrutamos mucho, y a mí cuando la gente me dice de abrir los domingos, yo digo que también soy humana y necesito descansar (risas). El domingo sin dulces.
O un palo de nata (risas)
E: (risas) Yo creo que los trabajadores deben estar contentos con lo que están haciendo y tener unas buenas condiciones para atender bien. Descansamos dos días por eso también.
Hablando de copas, hay mucha polémica en esta zona con los bares de copa. Hay quien dice que la intención del Ayuntamiento es acabar con locales para gente de 18 años y reconvertirlos en otro tipo de locales de mayor poder adquisitivo.
E: No te puedo decir porque no conozco el tema en profundidad. Es verdad que los vecinos tienen pancartas quejándose porque están desesperados. A veces sales a las nueve y media de trabajar y ves lo que se está formando. La gente tiene también que descansar. Si es la idea no estaría mal.
Lo que mucha gente ignora es que este tipo de cosas exige mucho tiempo.
E: Hay mucho trabajo, mucho. A veces demasiado. Es muy sacrificado todo lo que hay detrás porque son las horas que estás abierto, las horas de cara al público más todo lo que hay detrás.
Tenéis muchas cupcakes que son unas fijas.
E: Siempre tenemos fijas que son la Red Velvet, la de zanahoria, la de limón con crema de limón y la de Oreo, y luego intentamos variar con frutas de temporada. Para aprovechar y comer en cada época del año lo que corresponde. Y luego algunas especiales, en verano hacer algunas más frescas, en Navidad algo más de Navidad, en San Valentín…Dentro de nuestras posibilidades intentamos introducir cosas nuevas.
El hecho de que se propague tanto por redes sociales hace que mucha gente traiga gente para enseñar el sitio en el que han estado.
G: En las mismas redes y en persona. Muchas veces se sube una foto y ni siquiera se dice nada, sólo “mira esto”, y hace que venga unos días después.
Una cosa que llama la atención son las cajas, yo mismo las he usado hasta como decoración.
G: Eso es una cosa que tenemos pendiente, que nos dijo una amiga nuestra, un concurso de fotografía acerca de “qué haces con nuestros envases”. El otro día una chica…
E: Sí, de Crótalo…
G:…nos había dicho que había hecho un marco con una cajita pequeña y una polaroid dentro.
E: Nosotros estamos profundamente enamorados de nuestras cajas, tienen mucha presencia, dan buena imagen.
G: Podríamos buscar envases más baratos pero dices “prefiero ganar menos y dar imagen”. Es lo que muchas veces no se tiene en cuenta la parte de imagen… de prestigio. No sé si conoces la marca Pancracio de chocolate. Él decía que cualquier cosa con un lacito vende mejor. Y es verdad, no solo tiene que estar bueno sino también parecerlo. Si ese cupcake lo metes en una bandeja típica de pastelería, ya pierde.
¿Cuál es el futuro de este espíritu dentro de la ciudad?
G: Esto pasa en todas las ciudades del mundo. Hay cosas que son estándar y luego hay cosas que empiezan a cambiar en los barrios de gente joven con algo de dinero, como Malasaña en Madrid que, cuando yo vivía en los 90 por allí, no tenía nada que ver. Como la Alameda aquí que no quería vivir nadie y en unos años tener una casa ahí va a ser complicado. Yo tenía un año que vivía en el año 96 en la Alameda y me decía que vivía allí porque era el único sitio que se podía permitir.
Yo recuerdo redadas en la calle Arrayán que no tenían nada que envidiar a The Wire. Precisamente con el cine, con los Goya y Grupo 7 que refleja eso, ¿parece que incluso desde el cine se lucha por quitarnos la imagen típica?
E: Hay un sector que está muy harto de todo eso. El año pasado probamos a abrir en Semana Santa, y nunca más. Éramos los hermanos mayores de todas las cofradías. Pero yo creo que hay gente que vive en las ciudades y vive otras cosas distintas. Nos encanta la semana de Feria porque el centro se vacía y puedes disponer del centro. Hay mucha oferta y yo creo que va a ir a más. Es verdad que hay muchas dificultades, que todo son impedimentos, no hay ayuda de ningún tipo y aquí abrir cualquier cosa parece que desde el minuto uno te tendrías que estar forrando para poder sobrevivir a todo eso.
G: Está pensado para que el que monta un negocio ya tiene mucho dinero para hacerlo. Sobre el papel tú tendrías que estar tres meses con el local alquilado pero cerrado esperando conseguir el papeleo.
La burocracia, la Hacienda, es una aventura en este país. Se habla de la necesidad de montar empresas pero te revientan por el camino.
E: El proceso es durísimo. No es ya lo que llevas del miedo, de empezar, es que cuando abres estás reventado de todo lo que llevas en el proceso. Y ahora abre, y hacen que tu trabajo no esté cuando abres sino antes.
G: Solo hay que ver las tablas comparativas que hay de lo que pagan los autónomos en Francia, en Gran Bretaña… Es que según lo que tú ganas, tú pagas, no una base independientemente de lo que ganes. En este país hay mogollón de autónomos y esos son los que tienen más cargas fiscales…
E: Es que nos estamos autoempleando y generando otros puestos de empleo, que evidentemente no son 35, pero ya uno es alguien que estás quitando del paro por algo que yo estoy haciendo. Es muy absurdo todo, parece todo el tiempo que nos estemos haciendo un Caballo de Troya a nosotros mismos.
Menos mal que a pesar de eso da gusto tener tu propio negocio y más como la gastronomía.
E: Es muy agradecido darle de comer a la gente, es una de las mejores cosas que se pueden hacer. Cuando gustan y cuando no, porque puedes aprender a hacer otras cosas. Nos pasó que teníamos una crítica en TripAdvisor, que normalmente tenemos buenas críticas, de solo 3 puntos y nos ponía que “no le gustaban las cupcakes pero que si le gustaran éste sería el mejor sitio” (risas). Yo cuando la leí me quedé más tranquila, lo que no le gustaba era el concepto. Que eso es otra cosa, las cupcakes son una cosa tradicional de Inglaterra y EEUU que al principio se hacían en una taza, una cosa que te hacía una abuela en un momento. Es una monoporción de una tarta, y de hecho las tartas que hacemos tienen los mismos ingredientes.
G: Aquí en España uno de los problemas con los que se enfrenta alguien que monta una tienda de cupcakes, porque se creen que es una magdalena con una crema por lo alto. Y si se lo pones en una tarta dicen “ah, bueno”.
A mí mismo me pasó al principio, antes de probarlo.
E: Dentro del mismo sector, hay gente que está haciendo daño porque tú puedes hacer algo bien o mal. Entiendo a gente que dice “puf, una cupcake 3€”, y yo lo entiendo porque claro, si piensas que es una magdalena y te cobran eso, como hacen en algunos sitios que te dan una magdalena, entiendo que te indigna. Pero las magdalenas y las cupcakes no tienen la misma receta. Yo soy muy dulcera y pruebo cosas en algunos sitios que… es que un euro es mucho o poco depende de lo que te estén dando a cambio.
Aarón Reyes (@tyndaro)
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