Hay tres razones para leer a Paloma Sánchez-Garnica. Serían muchas más si de una lista se tratara. Pero este caso me limitaré a referenciar tres títulos de la autora que animarán a indagar en busca de otras obras de la misma, pues por algo se empieza.
Por antigüedad le corresponde la primera reseña a El alma de la piedras (Planeta, 2010). Sin duda, se trata de una historia bien construida en la que se nos cuenta la triste historia de Mabilia, una mujer con coraje que, renunciando a la comodidad que le supondría ejercer de condesa como esposa de un usurpador, decide huir con el propósito de salvaguardar el título nobiliario que le corresponde a su hermano, el verdadero heredero del condado en cuestión. Hasta aquí podemos equiparar el argumento a otros muchos que pueblan las librerías. Pero El alma de la piedras llama especialmente la atención por aquello que su título proclama a gritos. Las piedras pueden tener más vida de la que se les atribuye. En esta aseveración tienen gran protagonismo los trabajos que, a lo largo de los años, e incluso de los siglos, adquieren los canteros en su quehacer. Este punto de partida es una buena razón para entrelazar esta historia con la del hallazgo de los restos del apóstol Santiago, supuestamente encontrados en las inmediaciones de Iria Flavia por un ermitaño que llegó a convencer de la veracidad de su hallazgos al obispo Teodomiro e incluso al mismo Alfonso II, rey astur ocupado en la construcción de un reino y en el impulso de una reconquista.
Denominado Locus Sacti Iacobi, la tumba del discípulo tiene su historia. La de los que defienden su veracidad y los que nunca creyeron que allí, en el “fin de la Tierra” terminara dando con sus huesos el mismo que se sentó a la Cena con Jesucristo. Ahí entra en escena Prisciliano y una lucha que se prolonga a lo largo del tiempo por defender la veracidad de dos aseveraciones contrapuestas que tienen por objetivo hallar la verdad. Paloma Sánchez Garnica recurre entonces a Martín de Bilibio para conducir un argumento que tiene lugar en dos siglos diferentes (siglo IX y siglo XII), enhebrando el hilo conductor de dos historias que terminan siendo la misma.
Se trata de una buena oportunidad de acercarnos al camino de Santiago en sus orígenes, hacernos los encontradizos con Domingo García (Santo Domingo de la Calzada) y hacer una incursión en los monasterios de San Millán de la Cogolla. Veremos, asimismo, como una simple fosa común se convierte en Catedral por la devoción al santo, la misma que da el pistoletazo de salida a las peregrinaciones que, primero desde Galicia, y más tarde desde toda Europa se realizan para abrazar una tumba cuyo certificado de autenticidad no queda claro pero que demuestra una consumada eficacia a la hora de servir de flotador al que aferrarse cuando la fe muere al mismo tiempo que son segadas las vidas de cristianos que se creen abandonados por un Dios que no es capaz de evitar las numerosas incursiones de sarracenos en tierras del norte.
El alma de las piedras es una novela de peregrinos, de traiciones, de caridad, de sacrificios e incluso de amor, desarrollada a ambos lados de los Pirineos.
El segundo título llegó a mis manos llegó en forma de regalo. La silenciosa sonata de Paloma Sánchez-Garnica es un presente de alguien que te aprecia y con ello te entrega una nueva vida, pues es vida paralela la que te ofrecen los personajes con los que te terminas identificando. Es La sonata del silencio (Planeta, 2014). Ni más ni menos que un bonito y hasta apasionante presente. Un regalo adaptado a los gustos literarios del preciosista, del lector exigente, del ilustrado o del sencillo aficionado; el regalo de alguien que sabe que con las letras, las buenas letras, conseguirá satisfacer momentos de soledad y hasta de anhelos de aquel que lo recibe.
La sonata del silencio es una novela que trata un tema demasiado revisado en recientes publicaciones vestidas con el cartel de éxitos literarios. Y es que la postguerra, irónicamente, vende mucho en nuestro país. Sin embargo, no fue en mi caso esta una excusa para realizar un viraje (el que la saturación me había impuesto) y posponer su lectura de modo inmediato. Cuando lo retomé me encontré con Marta Ribas, una mujer hermosa e increíblemente fuerte que se enfrenta a su propio destino, un azar titubeante que le da la mano para mostrarle las miserias de la vida y escasos capítulos de amor verdadero. Marta es el eje de una trama de supervivencia en la que se retratan con acierto personajes que la envuelven, dándole y quitándole su propia razón de ser, una existencia marcada por la tragedia y la mala suerte, que la autora sabe llevar a sus últimas consecuencias en un final que no deja al lector indiferente. El título de la novela quizás sea lo más bonito de una historia triste o, mejor dicho, de las tristes historias de cada uno de los personajes que mezclan sus vidas alrededor del hilo argumental. Pero no se trata de desvelar la trama, tampoco de resumirla, sino que el lector deberá sacar sus propias conclusiones.
De ahí el tercer título: Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido (Planeta, 2016). Vuelvo a enamorarme de su forma de escribir. En esta ocasión es otra mujer, Carlota, la que se tiene que enfrentar a su pasado, un pasado turbio y desconocido que la alcanza cuando el olvido parecía haber ejercido de goma de borrar para la tristeza y el dolor. Es fácil identificarse con la protagonista, incluso cuando nuestra vida curse por otros derroteros. Los secretos volverán a tomar las riendas de la narración y nos arrastrarán a la búsqueda de la verdad, una verdad incierta que se adivina en el horizonte pero que se nos muestra esquiva y se hace más compleja conforme pasamos las páginas que nos guían hacia el final, otro final lleno de fuerza, otro broche de oro desolador.
Abierto el apetito por la lectura de una escritora que ha sido aclamada en los círculos literarios y llevada a la pantalla con sorprendente éxito por parte de crítica y público, circunstancia de la que no todos podemos presumir, surge la pregunta: ¿quién es Paloma Sánchez-Garnica?
Paloma no es periodista como yo mismo pensé en un principio sino que tiene estudios de Derecho y de Geografía e Historia y comenzó a escribir en el año 2004. Precisamente en un manuscrito que terminaría convirtiéndose en su primera novela, El Gran Arcano. Ahí comenzaba su carrera literaria, que brilla en la actualidad, en pleno apogeo. Uno, que lleva a sus espaldas 8 libros y que parece no sorprenderse de tales proezas, debe de reconocer que nunca hubiese apostado a tan “corta” trayectoria, aún más sabiendo el éxito cosechado en tan solo 13 años. Y es que con Paloma me equivoqué… afortunadamente. Su tesón, su carácter y su valentía la convierten en ejemplo a seguir para todo aquel que quiera llegar a ser buen escritor (o simplemente escritor).
Otros títulos que jalonan su trayectoria y en los que no nos detendremos ahora son La brisa de Oriente (Espasa 2009), Las tres heridas (Planeta 2012) y ese secreto proyecto en el que se encuentra embarcada en este momento y que promete…
Ahora me encuentro en condiciones de retomar la tarea autoimpuesta de escribir las preguntas que deseo hacerle a Paloma, y podéis comprobar que la tuteo aun sin conocerla en persona (nos conocemos a través de las redes) pues lo cierto es que la siento cercana y creo adivinar a través de sus letras el alma que la impulsa a crear y a enamorar.
Francisco Javier Torres Gómez
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