Hay novelas que te marcan, y por ello las recuerdas aún cuando los años han construido una infranqueable barrera que propicia el olvido. Hay títulos que se quedan tatuados en la memoria y su sencilla invocación pone en marcha complejos mecanismos que hacen que una trama supuestamente olvidada cobre de nuevo vida y se haga presente. Es el caso de Roseanna, novela que vio la luz en 1965 de la mano de Maj Sjöwall y Per Wahlöö, la pareja que, sin saberlo, pondría las bases de lo que hoy en día venimos a llamar Novela negra nórdica, o sueca si se quiere afinar aún más.
Todos le debemos mucho a este nombre, que viene a coincidir con el de la involuntaria protagonista de la primera de las novelas en las que el inspector Martin Beck nos es presentado, la primera de otras nueve deliciosas narraciones en formato de caso policíaco en que se nos introducía en los entresijos de la Brigada de Homicidios de Estocolmo. Y cuando digo todos, no me limito a incluir a los lectores, deudores por antonomasia; los autores que tan bien han sabido cultivar el género tuvieron por fuerza que leer esta sencilla y al mismo tiempo compleja novela en la que Beck, Melander y Larsson muestran sus flaquezas, sus vicios e incluso su ineptitud a la hora de dar carpetazo a un caso que se complica y que, si es resuelto, vuelve a cobrar vida en la novena de las entregas de la serie, El asesino de policías. Porque Roseanna es tan solo el primero de los diez capítulos en forma de novela que sirvieron a Mankell, a Larsson y a tantos otros para contarnos cómo todo un país, Suecia, crece y se hace adulto.
El estado de bienestar nórdico es un concepto moderno. En la década de los sesenta las cosas no pintaban tan bien en el país que hoy en día es conocido por sus despampanantes rubias o por su omnipresente IKEA. La policía permanecía politizada y la vida del detective de homicidios debía mucho a la vocación, o quizás a la misma necesidad. Por ello los protagonistas se convierten en héroes por un motivo doble pues deben hacer frente a la adversidad de sus propias vidas y a la que les brinda un entorno hostil.
Roseanna no es sueca pero fallece en extrañas circunstancias durante una visita a un país que, lejos de ser idílico, muestra su cara más oscura, circunstancia que les valió a sus autores tanto admiración como críticas. Sin duda, tal como podemos deducir, ya sabemos que será una novela que debemos leer aunque tan solo queramos comprobar si es creíble la propuesta que se nos hace en la que para muchos es una de las mejores, o al menos imprescindibles, novelas negras de la tierra del hielo.
Mankell se decantó por Escania para presentarnos al inolvidable Wallander pero nuestra pareja, compañeros y amigos, periodista y secretaria, optan por ambientar en Estocolmo el grueso de las situaciones, nodo del que parten numerosas flechas que nos permiten recorrer el sur de Suecia y conocer su orografía.
En España ha sido la editorial RBA la que ha tomado las riendas y nos ha regalado excelentes traducciones de los diez títulos imprescindibles que iremos desgranando poco a poco. En esta ocasión permite que sea el propio discípulo, Henning Mankell, quien prologue la primera entrega, acaso la más importante, para fascinarnos con sus recuerdos pues para él, según sus propias palabras, Roseanna es un nombre que no pudo olvidar.
Rosanna muere en el lago Vattern, en Suecia y el mismo se convierte en objeto de nuestro interés. La muerte se transforma en crimen tras los exámenes forenses pero el lugar donde se encuentra el cuerpo adquiere gran importancia pues es descrito con exactitud, circunstancia que ayuda a interesarnos por unos parajes para muchos desconocidos. Por ello he querido ayudar a encender ese interés contando un poco acerca de este espejo cristalino en torno al cual se desarrollan unos hechos insólitos y misteriosos.
El lago Vattern es el segundo más grande de Suecia y presenta una peculiaridad: su agua es potable de modo que, sin temor a errar, es conocido por ser la masa de agua potable más grande del mundo, circunstancia que contrasta con el hallazgo de un cadáver en sus fauces. El cadáver se descubre fortuitamente durante el curso de una draga a la que los lugareños y visitantes acuden curiosos como si de un espectáculo se tratara. Es quizás este un contraste realizado con una clara intención, o puede que se trate de una casualidad que deja incógnitas en el aire.
Situado en Götaland, desagua en el mar Báltico, por el río Motala. A la altura de Gränna se encuentra la pintoresca isla de Visingsö. Otras ciudades alrededor del lago son Vadstena, Jönköping, Huskvarna, Hjo, Askersund, Åmmeberg y Karlsborg. Se encuentra entre las provincias de Västergötland, Närke, Östergötland y Småland. Todos estos accidentes geográficos, todas estas localidades son sometidas a las pesquisas del equipo investigador que, con base en Estocolmo, debe colaborar con los organismos oficiales locales e incluso establecer conexiones con Estados Unidos en pro de resolver un caso que se atasca una y otra vez mientras el tiempo transcurre impertérrito sin dar tregua a los detectives, personajes demasiado humanos, antihéroes que hacen su trabajo lo mejor que pueden aun cuando los medios de comunicación les tachan de incompetentes.
Sin duda, Roseanna es un nombre que no se nos olvidará, y para ello hay que empezar por ir a la librería y preguntar por nuestra turista americana, y solo después, presentar nuestras credenciales a Martin Beck. El honor será mutuo.
Francisco Javier Torres Gómez
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