“¡Pureza de la Semana Santa, que con nada se empaña ni complica! No hay inconvenientes para que los sindicalistas, por ejemplo, se sientan nazarenos. Bajo el capuchón la C.N.T. y en los estandartes el S.P.Q.R.”.

Antonio Núñez de Herrera: Teoría y Realidad de la Semana Santa.

 

¿Se puede ser anarcosindicalista y cofrade? Corría el año 1934 cuando Núñez de Herrera escribió Teoría y Realidad de la Semana Santa. La II República había virado hacia la derecha en las elecciones de noviembre del año anterior. Se inauguraba un periodo convulso en el que se constituyeron ocho gobiernos en dos años y durante el cual se radicalizaron las posturas políticas, sociales y morales. La crisis era una constante y la estabilidad una quimera.

La Semana Santa de Sevilla, topos sobre el cual divaga Núñez de Herrera, no era ajena a estos vaivenes. Tras la quema de conventos e iglesias en mayo de 1931 y como consecuencia de las malas relaciones entre el gobierno de la República y la Iglesia Católica, todas las hermandades salvo la Estrella (apodada desde entonces la Valiente) acordaron no hacer estación de penitencia en 1932. No mejoró la participación en la Semana Santa de 1933 pues, aunque algunas cofradías como la Cena, Santa Cruz, la Quinta Angustia, la Amargura o el Baratillo tenían pensado sacar sus pasos, la lluvia impidió que salieran. Al año siguiente, ya con los conservadores en el poder, la nómina se amplió, viéndose en la calle hermandades tan insignes como la Macarena, San Benito, los Gitanos o la propia Estrella. Sin embargo, las heridas no estaban cerradas. Todo lo contrario: Un bando municipal prohibía ver las cofradías desde las azoteas para evitar incidentes y las hermandades denominadas “serias”[1] cambiaron su estación de penitencia por turnos de vela ante el Monumento de la Catedral. En este contexto, Núñez de Herrera narra lo siguiente:

“El último nazareno está contento. No siente haberle hecho traición a nadie. Ni a la Segunda Internacional. Él es, primero, sevillano.

Por lo demás ha cumplido con su deber. En la puerta del ayuntamiento, unos jóvenes tradicionalistas gritaban: ¡Viva la Religión Católica Apostólica y Romana! Y él fue uno de los diez mil que pusieron las cosas en su sitio:

-¡No! ¡Qué viva la Semana Santa!

Son dos asuntos diferentes, señor. El último nazareno envuelve sus sandalias en el último número de El Socialista”.

Pero, ¿quién era Antonio Núñez de Herrera? Nacido en Campanario, provincia de Badajoz, Antonio Núñez de Herrera llegó a Sevilla joven e hizo su carrera profesional en la Escala Técnica del Cuerpo de Telégrafos. Hubiera sido un funcionario más de no ser por su vocación literaria y periodística, que le llevó a participar en la creación de la Revista Mediodía junto a nombres como Juan Sierra, Alejandro Collantes de Terán o Joaquín Romero Murube. Impulsor y fundador de la Hemeroteca Municipal de Sevilla, Núñez de Herrera era un miembro de la tercera España, esa que se aparta de etiquetas y convencionalismos para fusionar tradición y modernidad. Teoría y Realidad de la Semana Santa es precisamente eso, la visión de una fiesta tradicional desde la óptica de las vanguardias. Comprometido con la realidad que le tocó vivir, buscó penetrar en el significado último de la fiesta, centrándose en lo esencial, apartándose de lo accesorio. El pasaje “Denegación y Ausencia de la Historia”, es buena prueba de ello:

“Acaba finalmente cuando el postrer nazareno se descalza las sandalias y las envuelve en el último número de El Socialista.

El último nazareno sí tiene su historia y su filosofía. En pesados artículos doctrinales ha leído algo sobre Hegel. También sabe que existe la interpretación materialista de la historia. Pero ahora no se trataba de eso. No se trataba de Largo Caballero. Pero, ¡cuidado!, tampoco del Sumo Pontífice. Se trata de la Semana Santa”.

Hay más historias de estas en el libro. Como la del joven de las FAI herido en una reyerta, que esconde la pistola bajo el colchón mientras su madre pone una estampa de la Virgen de la Estrella en la cabecera de su cama. O la del sindicalista saliendo de nazareno. Todas apuntando hacia el mismo lugar: la Semana Santa, al menos en Sevilla, no es un mapa de dictados racionales y poses maniqueístas. Es una experiencia común donde no se miran siglas, ideologías o posicionamientos religiosos (muchos ateos salen de nazarenos y costaleros). Es una fiesta de encuentro y recuerdos donde la ciudad se re-liga[2] consigo misma.

«Mejor eso que arrancarse el corazón y ponerlo en las cuartillas como pisapapeles
mientras se presume, en vano, de tener un raciocinio insobornable».

Núñez de Herrera, republicano convencido, consiguió ir más allá de las dos Españas y sus visiones simplistas y estereotipadas de la Semana Santa. Frente a los dictadores de la moral, esos que dan lecciones de libertad mientras imponen sus desvaríos, Núñez de Herrera se muestra abierto a las teóricas contradicciones viendo en ellas belleza y verdad. Calibra el sentido último de la fiesta sin reduccionismos ni simplezas, entendiendo que sólo desde la emoción puede tener sentido la Semana Santa de Sevilla. Y aunque hipócritas y fariseos se echen las manos a la cabeza con su libro (libro por cierto desterrado durante el Franquismo), Núñez de Herrera está en lo cierto cuando demuestra que no hay problema en ser anarquista y cofrade, comunista y cofrade, ateo y cofrade. Por lo menos en Sevilla.  

“En estos días no se razona. Se siente nada más. Se vive y no se recuerda. La Semana Santa no ha existido hasta ahora mismo. Queda lejana de toda cuestión previa. Inútil buscarle raíces teológicas o tubérculos históricos. Nace la Semana Santa en sí, para sí y por sí”.

Francisco Huesa


[1] En Sevilla, se llama “serias” o “de ruan” a las cofradías que no llevan acompañamiento musical en sus pasos y cuyos nazarenos no pueden hablar. Contrastan con las cofradías “de barrio” o “de capa”, de espíritu más alegre (aunque no por ello menos riguroso).

[2] Religión viene del latín religio (volver a unir), formada por las palabras re (de nuevo) y ligare (ligar, unir).