Pifias (I): el día que se hundió el Mary Rose
A veces puede pasar que aunque pongamos los cinco sentidos en la realización de una tarea, el resultado no es el esperado. Ni tan siquiera eso, es un ridículo espantoso, producto de la dejadez o de una “serie de catastróficas desdichas”, parafraseando a la colección de libros infantiles, que no podemos controlar. Esas magníficas [...]











